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J. M. L.
Viernes, 27 de septiembre 2024, 11:43
Las obras de construcción de unas viviendas en la Judería toledana han sacado a luz un conjunto de objetos domésticos que una familia sefardí arrojó a un pozo o aljibe de su casa por motivos rodeados de misterio. Hasta 200 contrapesos de vidrio de un ... telar de seda, monedas, lámparas y piezas de cerámica de finales del siglo XV y principios del XVI -típicas de los ajuares sefardíes- han aparecido en este aljibe. También restos de una rica vajilla de vidrio compuesta por copas, vasos, platos y jarras que fue importada por sus propietarios, lo que hace pensar al arqueólogo Rafael Caballero García, director de las excavaciones, que todo ello pertenecía «a una casa relativamente importante habitada seguramente por una poderosa familia de un rabino o un comerciante».
Y es aquí donde surge el misterio por los motivos que empujaron a esta familia a deshacerse de estos objetos para que otros cristianos no pudieran disfrutarlos tirándolos a un aljibe que ahora ha sido desenterrado en estas obras efectuadas en la calle de la Cava Baja, en plena Judería de Toledo. Algunas de las piezas están datadas después de 1492, año en el que los Reyes Católicos ordenaron la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón mediante el Edicto de Granada -de Navarra y Portugal fueron expulsados en 1498 y 1497 respectivamente-.
«Esta familia decidió quedarse en Toledo convirtiéndose al cristianismo como judíos conversos pero algo tuvo que pasar para que abandonaran la casa ya a principios del siglo XVI ocultando todo esto que hemos encontrado», especula Rafael Caballero. Tal vez eran falsos conversos y, tras ser descubiertos, huyeron.
Este arqueólogo con 30 años de experiencia reconoce estar sorprendido por este hallazgo «porque han aparecido muchos objetos, entre ellos 200 cojinetes de vidrio en forma de dedal que formaban parte de telares para fabricar ricas telas de seda». Todo ello está siendo inventariado y acabará depositado en el Museo de Santa Cruz, de Toledo.
Este hallazgo arqueológico ha permitido descubrir también otro aljibe de tres metros de profundidad, basas de dos columnas, arcos, bóvedas, una pileta de baño o lavado donde cabe sentada una persona, restos de yeserías, varias estancias y sótanos y parte del suelo original de esta casa sefardí.
Elementos que se han integrado en las cinco nuevas viviendas construidas en este inmueble ahora, en pleno siglo XXI «gracias a la sensibilidad mostrada por el promotor, que nos ha dejado trabajar para realizar las excavaciones y que ha querido respetar estos materiales». «Lo más difícil ha sido adaptar la estructura de las casas a los muros de carga para salvar e incorporar estos elementos arqueológicos que se han respetado del pasado», añade el arquitecto de este proyecto, Benjamín Juan. Por cierto, las cinco viviendas de este edificio, de entre 105 y 164 metros cuadrados de superficie y cada una de ellas con dos habitaciones, baño, aseo y cocina amueblada, ya están vendidas. Su precio ha oscilado entre 215.000 y 300.000 euros. Se levantan sobre lo que fue una casa judía que una familia de sefardíes abandonó de forma precipitada a principios del siglo XVI por causas que tal vez nunca sepamos.
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