Terapia canina para viajeros ansiosos
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El aeropuerto de Estambul incorpora perros adiestrados para desestresar a los pasajeros con miedo a volar. Kuki y Alita ofrecen un servicio que se nació tras los atentados del 11-SSecciones
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El aeropuerto de Estambul incorpora perros adiestrados para desestresar a los pasajeros con miedo a volar. Kuki y Alita ofrecen un servicio que se nació tras los atentados del 11-SIzaskun Errazti
Domingo, 12 de mayo 2024, 00:17
Algunos de los atractivos de Estambul pueden observarse desde el mismo momento en que uno pone el pie en el aeropuerto. Allí, desde febrero pasado, dos 'operarios' muy especiales hacen las delicias de los viajeros, sobre todo de aquellos que sufren como perros porque no ... acaban de ver que algo tan grande como un avión, y encima con ellos dentro, pueda volar. Los protagonistas de esta historia son, precisamente, dos canes: Kuki, un bonito ejemplar de raza lagotto romagnolo de 6 años, de tupido y rizado pelaje marrón, y Alita, una border collie blanca y negra de año y medio y mirada despierta. ¿Su misión? Mejorar la experiencia de viaje y desestresar a aquellos que serían capaces de renunciar hasta a las más idílicas vacaciones por evitar la presión en el pecho que les dificulta la respiración, el mareo y los temblores que sufren cada vez que se suben a un avión.
«Acabo de pasar unos días en Estambul, caminé mucho y estoy agotado. Pero ver a estos perros ha disparado mis endorfinas y ya no estoy para nada cansado», celebra Ali Bahtiyari, un joven iraní que había salido de su país por primera vez, tras toparse con los dos integrantes de la unidad canina en la zona de partidas internacionales. Allí, justo antes del control de pasaportes, tienen su puesto de trabajo desde hace dos meses Kuki y Alita, que también se encargan de recorrer el aeródromo situado en el lado europeo de la megalópolis turca, con más de 76 millones de pasajeros el pasado año.
En declaraciones a AFP, Volkan Arslan, veterinario y coordinador del proyecto, cuenta que los animales que componen este dispositivo -cinco en total- han sido sometidos a un estricto entrenamiento antes de empezar a patrullar las terminales, y que cada uno de ellos trabaja cinco días a la semana, un máximo de tres horas por jornada, aunque las necesidades mandan y los horarios se ajustan según el estado de salud y la psicología de los perros. Así, Kuki, el mayor del equipo, necesita más tiempo de descanso, mientras que Alita puede pasarse horas rodeada de viajeros y recibiendo caricias. Pero hay una norma básica, y se respeta: «El que trabaja hoy descansa mañana».
La parisina Fátima Bouzerda interrumpe su carrera hacia el control de pasaportes al ver a uno de los perros. Ella, que «había oído hablar de cafeterías de gatos», admite que «realmente desestresa» un servicio que no había recibido en ningún aeropuerto. Y eso que la presencia de canes de terapia en las terminales cada vez es más frecuente.
El aeródromo de San José, en California, fue el primero en utilizar perros de apoyo para viajeros ansiosos. Fue tras los atentados de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. Después, la tendencia se ha expandido y ya son numerosos los aeropuertos alrededor del mundo que ofrecen programas de terapia con mascotas. Como el de Brisbane, en Australia; el de Luis Muñoz Marín, en Puerto Rico; el metropolitano de Columbia, en Carolina del Sur; el internacional de Los Ángeles...
Según NIH, una agencia federal del Departamento de Salud y Servicios Humanos, la interacción con animales ha demostrado tener beneficios significativos para la salud. Y ha quedado comprobado que puede disminuir los niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés, y reducir la presión arterial. Otras investigaciones han demostrado, además, que la presencia de mascotas puede reducir la sensación de soledad, aumentar los sentimientos de apoyo social y mejorar el estado de ánimo de las personas. De ahí que antes de incluir a perros entre el personal de los aeropuertos, estos fueran utilizados en hospitales o residencias para reducir el estrés y la ansiedad de los pacientes.
En el aeropuerto de Estambul la presencia de Alita y Kuki está dando «el resultado que buscábamos». Todas las reacciones son positivas. «Lo que más me hace disfrutar es ver cómo los niños y las familias, al principio reacias a acercarse a los perros, se animan a jugar con ellos en cuestión de segundos», subraya Abdulkadir Demirtas, responsable de atención al cliente del aeródromo turco. «Resulta muy motivador», comparte Volkan Arslan. «Tenemos pasajeros que no sólo sufren el estrés de volar, sino también fobia a los perros. Y con nosotros están dando el primer paso para superarlo», añade el coordinador del dispositivo al que pronto se sumarán otros dos canes. Sus animales, presume, ya están marcando la diferencia.
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