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Hay cierta creencia errónea de que un macho alfa es en realidad un individuo agresivo, fuerte y petulante que está dispuesto a arreglarlo todo a golpes. Se basa, sobre todo, en los lobos alfa. De nada sirve que la zoología haya ya desterrado esta idea: en realidad son ejemplares cuidadores y que prestan atención a los miembros más débiles de la manada. Para combatir las ideas preconcebidas y 'sacar de la caja' a los miles de jóvenes que, en la Comunitat más que en España, se alinean con posturas machistas, son varias las entidades que organizan cursos para deconstruirse, similares a los de la serie de Netflix, donde la valentía se demuestra cuando se acepta que hay cosas que cambiar. Juan Rodríguez es profesor de Sociología en la Universitat de València, hombre en deconstrucción y creador de un decálogo para dejar de ser machista. O intentarlo al menos. En esto tenemos que ser nosotros mismos quienes nos atrevamos a dar el primer paso.
Los talleres que organiza la UV se celebran en La Nau y a ellos acuden estudiantes universitarios de cualquier edad. «Las posturas machistas se encuentran en todo el mundo, la edad o el nivel educativo», cuenta Rodríguez. Durante la pandemia, además, se hizo uno a través de internet para profesores y personal de administración, «que fue todo un éxito», en palabras de Rodríguez. En estos talleres se pide a los asistentes que reconozcan que poseen «privilegios por ser un hombre» y que son «producto de una tradición patriarcal» y les proponen un decálogo para revisar su masculinidad:
«Tío, eso no»
«Lo más importante es plantarse ante los iguales, que muchas veces es muy complicado», reconoce Rodríguez. Se refiere a cortar a los amigos en los grupos de WhatsApp y a decir, «tío, no», cuando algún conocido hace un comentario inapropiado. La última campaña de la Generalitat iba en esta dirección.
«¿Estás bien? ¿Necesitas algo?»
«Durante muchos años, el hombre se ha alejado de los cuidados. Es hora de volver a ellos», comenta el profesor de la UV. El estudio presentado el pasado jueves ya evidenciaba que un 13,1% de los hombres de entre 15 y 29 años creen que no es bueno enseñar a un niño a cocinar, limpiar o cuidar de los más pequeños. Por no hablar de la salud mental: un 47,3% de los encuestados dice que no ha tenido ningún problema de salud mental en el último año, un 16% más que las chicas de la misma edad. Todos lloramos, todos sufrimos, y eso está bien.
No sólo con tu madre, José Ramón
Puede parecer obvio, pero no lo es: el lenguaje, como herramienta de socialización, es tan importante como las acciones. O más, incluso. Por eso, el decálogo hace hincapié en ser respetuoso con las mujeres, todas, no sólo las de nuestra familia. Y además es un 'pecado' que cometemos todos, y prácticamente todos los días.
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Puedes llorar con tus amigos
En los talleres que organiza el profesor Rodríguez, uno de los temas que más se trata es promover el bienestar emocional entre los hombres. Contestar 'bien' si no lo estás porque el que te lo pregunta es el amigo con el que juegas al fútbol no es lo más indicado: abrirse está bien y llorar, también.
Sólo sí es sí
No es no. Es más: si no es sí, es no. Es fácil de entender, pero mucho más complicado de aceptar para miles de jóvenes. Entra aquí la gestión de la frustración y los problemas que tienen (tenemos) muchos hombres para aceptar un desengaño o para entender que sus intenciones románticas o eróticas no son correspondidas. Esa chica no necesita que le digas de quedar tres veces si ya te ha dicho que no las dos anteriores, José Ramón.
«Hola a todos y todas»
De nuevo, el lenguaje. ¿Por qué decir 'alumnos' si se puede decir 'alumnado'? Es un detalle nimio y que puede molestar de primeras, pero lo cierto es que tan nimio que no cuesta demasiado. En textos oficiales de algunas administraciones, como el Ayuntamiento de Valencia, se promueve el lenguaje inclusivo.
«He quedado con mi mejor amiga»
Se refiere Rodríguez, por ejemplo, a cuestiones como la falsa creencia de que no existe la amistad entre hombres y mujeres si no hay sexo. «A mis compañeras de trabajo les digo que les quiero y saben que no hay ninguna connotación sexual en eso», dice.
«Explícame esto que no lo entiendo»
Ser un hombre no te hace más listo que nadie, así que no expliques a las mujeres cómo hacer su trabajo porque seguro que saben hacerlo mejor que tú. Se podría traducir, libremente, por 'cuñadear'.
«¿Aquí no falta alguna mujer?»
El profesor propone ceder el lugar que ocupan los hombres. «Sobran mujeres capacitadas pero hay que romper con los techos de cristal que les impiden llegar a determinados puestos, comenta Rodríguez, que propone un ejercicio: «Si sólo se te ocurren hombres para ocupar tu puesto, tienes trabajo que hacer al respecto».
La dicotomía de 'zorro' y 'zorra'
«Hay que evitar caer en que si un hombre tiene sexo con múltiples compañeras es un campeón y si es una mujer la que tiene sexo con múltiples compañeros, el análisis es negativo», dice Rodríguez: «Hay que ser proactivo: por ejemplo, no te quedes sentado mientras las mujeres recogen la mesa».
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