Un ser humano de hace 13.500 años se sentaba en su asentamiento en un rato de sosiego. Tenía un trozo de hueso de un mamífero de mediano tamaño, una sobra de la cacería, en sus manos. Con sus objetos rudimentarios de piedra comenzaba a ... tallar la pieza al calor de la fogata. Eliminó, primero, la corteza. Con paciencia y destreza, comenzó a darle forma a la informe materia blanquecina más pequeña que la palma de su mano.
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Con 68 movimientos del filo de piedra de varias herramientas creó una estatuilla con forma de ave. Esa persona que copiaba un modelo imaginario de los pájaros que le rodeaban no era un aprendiz. La pieza basculaba a la perfección. El peso de adelante, un rostro con los ojos bien definidos, es similar a la de la cola que imita el plumaje, y puede sostenerse en una base que sustituye las delgadas patas.
Para lograr su obra, el artesano usó un borde robusto para desgarrar la superficie hasta lograr aplanarla, y desbastó la figura en la garganta y pecho con otra. Para las formas más delicadas, como la cabeza, prefirió un objeto puntiagudo. Antes de terminar, suavizó las hendiduras. Tan minuciosa historia se ha logrado conocer por el análisis de una pieza descubierta en el yacimiento paleolítico de Lingjing, en Henan, China.
Como si se viera al escultor por la mirilla del tiempo, los científicos de la Universidad de Shandong (China) han estudiado con técnicas de microscopía y microtomografía de alta resolución las áreas trabajadas, explican en un artículo publicado en la revista 'One Plus'. El escultor seguía una «tradición artística original», dicen los investigadores. «Ha elegido las técnicas apropiadas y las aplicó con habilidad para reproducir fielmente una anatomía paseriforme. El estilo de esta representación diminuta es original y notablemente diferente de todas las otras figuras aviarias paleolíticas conocidas».
Si bien los primeros tallados de figuras de animales en marfil se hicieron en lo que hoy es Alemania hace 33.000 años, la escultura de este ave se convierte en la representación más antigua fabricada en tres dimensiones y de tamaño portátil del este de Asia, según los autores del artículo 'Una figura de pájaro paleolítico del yacimiento de Lingjing'. Hasta ahora se pensaba que las representaciones simbólicas en esta parte del planeta habían comenzado más de 8.000 años después.
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El artista de Lingjing balanceó la pieza. La cola de gran tamaño impedía que se inclinara hacia adelante. Satisfecho, acercó su obra al fuego. «El gradiente de color observado y la densidad de los fragmentos de hueso sugieren que podría haber sido sometido a un tratamiento térmico controlado, como la exposición a llamas abiertas y el contacto con las cenizas», se lee en el artículo. Aunque la estructura podría haberse agrietado o deformado, el creador sabía lo que hacía. Tenía que calentarla a menos de 500º C pero a más de 300º C, durante un tiempo máximo de tres horas. Fortalecida por el fuego, la estatuilla de pájaro estaba lista para soportar el rigor del tiempo hasta ser descubierta en el siglo XXI, cuando se le definiría como «excepcional y sofisticada» antes de exponer su secreto.
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