Elon Musk, con sombrero vaquero, en una fiesta de Tesla en Austin (Texas). Afp

Hacia el fin del salvaje oeste en Twitter

La nueva Ley de Servicios Digitales frenará en la UE las pretensiones de Elon Musk de convertir la plataforma en una red donde casi todo valga

Iker Cortés

Madrid

Domingo, 1 de mayo 2022, 01:23

Esta semana una noticia sacudía, al tiempo, el mundo de las finanzas y las redes sociales. Elon Musk, el magnate detrás de empresas como Tesla o SpaceX, adquiría Twitter (229 millones de usuarios) por la nada desdeñable cifra de 41.600 millones de euros. Llevaba ... semanas coqueteando con la compra de la plataforma, de la que es un usuario muy activo -un solo comentario suyo puso en órbita el bitcoin-, hasta que finalmente completó la oferta. Declarado «absolutista de la libertad de expresión», se ha comprometido a reducir la moderación en la red social, argumentando que «la libertad de expresión es la base de una democracia funcional y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para la humanidad».

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Para Diego Naranjo, responsable de Políticas de la asociación European Digital Rights, el razonamiento es engañoso. «Lo que quiere decir -explica- es que es absolutista para el más fuerte». Cree Naranjo que la intención de Musk con la compra de la plataforma es acercarse a ese salvaje oeste donde «no hay reglas, yo soy el individuo y yo decido, y el Estado no se puede inmiscuir. Parece muy moderno, pero es lo más antiguo que hay: la ley del más fuerte», desarrolla.

Y pone un ejemplo: «Si tu eres Musk, puedes dedicarte a hacer tuits insensibles e incluso dañar a personas, es tu libertad de expresión. Pero si eres el afectado, alguien con menos recursos, al que pueden destruir su carrera profesional, eres una víctima». Su asociación, continúa, abandera «una regla que siempre hemos defendido, que los derechos humanos sean parte fundamental de cómo se regulan los contenidos que se publican en las plataformas». De ahí que siempre haya insistido en que una parte de los ingresos que obtienen las plataformas se invierta en que se procure una moderación de los contenidos que proteja a las víctimas.

Es precisamente uno de los aspectos en los que hace hincapié la nueva Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) que acaba de aprobar la UE, cuya puesta en marcha está prevista para 2024. La nueva norma pone freno a las pretensiones que Musk tiene sobre Twitter, al obligar a las grandes redes sociales, entre otras cosas, a incrementar su inversión en moderación -deberían abonar una tasa anual del 0,05% de sus ingresos para financiar esta vigilancia- y a hacer más transparentes sus algoritmos, con riesgo de multas de hasta el 6% de la cifra de negocios global de las empresas que incumplan la norma.

Libertad para los poderosos

Si Twitter quiere seguir operando en la UE, tendrá que acatar sus normas, como ya ha advertido el comisario europeo Thierry Breton. «Sus pretensiones», comenta Miquel Peguera, experto de Derecho de Internet de la Universitat Oberta de Catalunya, «colisionan no solo con esta ley, sino con mucha normativa europea que incentiva la moderación de contenidos», dice Peguera, que hace hincapié en que Musk también ha dejado claro que él por libertad entiende «todo lo que no sea ilegal». En este sentido, Javier Valls, profesor titular de Derecho Penal en la Universidad de Granada, considera que el conflicto «no es para tanto». «Toda red social nueva parte de la escisión de un grupo de gente de otra red social, asegurando que van a conseguir más libertad. En el momento que esa red social consigue un poco de éxito, al final se acaban poniendo límites», argumenta.

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No en vano, recuerda Valls, que este 'adalid' de la libertad de expresión bloqueó a un usuario en sus redes que no hacía más que dejarle en evidencia exhibiendo los innumerables trayectos que cubría el dueño de Tesla en avión privado. «La libertad de expresión es esencial para el sistema democrático, pero siempre hay un límite: el código penal y los derechos fundamentales», insiste. Para Óscar Fuente, CEO y fundador de la escuela de negocios IEBS, lo que Musk pretende es «controlar una plataforma que le permite llegar a audiencias gigantescas y condicionar corrientes de opinión». Y va más allá: «Habla de libertad de expresión, pero de la suya».

Dice Musk que su intención es acabar con los 'bots de spam' -creadores de 'basura digital'- y autentificar a todos los humanos. Naranjo lo ve complicado. «Si no lo han hecho ya es que es muy difícil; al fin y al cabo los bots se usan para desinformar o radicalizar». En cambio, para Fuente, la clave puede estar ahí. «Si algo hay que reconocer a Musk es que tiene un equipo increíble, así que yo creo que sí va a poder verificar las cuentas. Si tengo que probar mi identidad y, cuando diga algo, tengo que ser responsable y responder, la toxicidad va a bajar mucho», apunta el CEO de IEBS.

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En todo caso, ¿puede acabar la DSA haciendo que las plataformas huyan de la Unión Europea? «Lo dudo bastante -responde Naranjo-. Es raro que estas compañías quieran perder unos 440 millones de clientes. Como mucho pueden hacer lo que hizo Facebook, que es distinguir usuarios de primera categoría, con los datos un poco más protegidos, y de segunda». A juicio de Fuente, todo esto no va más que «acelerar la transición a la economía descentralizada. El futuro pasa por una red blockchain donde no haya nadie que controle y todos seamos controladores».

Las redes sociales estarán obligadas a motivar la retirada de contenidos

Cuenta Diego Naranjo, responsable de Políticas de la asociación European Digital Rights, que el resultado de la nueva Ley de Servicios Digitales es «menos ambicioso» de lo que esperaban. A su juicio, lo mejor de la nueva normativa es que se mantiene la prohibición de que las plataformas vigilen 24 horas al día las informaciones que en ellas circulan. «Pensamos que eso hubiera llevado a estos servicios a convertirse en policía y juez», afirma. Además, «hay una mayor transparencia en los anuncios 'online' y en los algoritmos, de cara a que la Comisión Europea y la sociedad civil puedan entender cómo funcionan».

Sin embargo, Naranjo cree que la normativa se queda corta en lo que se refiere al uso de datos sensibles para mostrar anuncios personalizados o a la hora de limitar el seguimiento a los usuarios cuando navegan por la web.

Por otro lado, la nueva normativa hace más responsable a las plataformas sobre los contenidos que se publican en sus servicios. ¿Habrá más censura? «Esperamos que no. Es cierto que las plataformas van a tener que reaccionar de forma más rápida, pero también van a tener que dar más explicaciones», apunta Naranjo.

Más controvertido es el apartado llamado 'Medidas especiales en tiempos de crisis', surgido al calor de la invasión de Ucrania, en el que, si lo considera, la Comisión Europea pueda limitar cualquier amenaza urgente en un periodo de tiempo de tres meses. «Entendemos que hay escenarios así -dice Naranjo-, pero nos preocupa que se le dé al Ejecutivo una especie de carta blanca». Por su parte, Javier Valls, profesor titular de Derecho Penal en la Universidad de Granada, explica que siempre hay matices. «En una situación normal, claro que es preocupante. Un año antes de la pandemia te hubiese dicho que es superpeligroso ese control estatal, pero en situaciones excepcionales como el asalto al Capitolio, las cosas cambian. Es muy complicado».

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