redacción
Miércoles, 10 de junio 2015, 17:57
Tras registrarse el primer caso de difteria en tres décadas en España en un niño de 6 años sin vacunar contra la enfermedad, y ante las voces provenientes del colectivo de los antivacunas, la Asociación Española de Pediatría (AEP) a través de su Comité Asesor ... de Vacunas y su Comité de Bioética ha lanzado un comunicado en el que manifiesta que la evidencia científica ha demostrado los beneficios de las vacunas, reduciendo las enfermedades infecciosas, el sufrimiento, las secuelas físicas y psíquicas y los fallecimientos provocados por las infecciones.
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«Las vacunas han demostrado ser seguras. La experiencia acumulada muestra que los efectos adversos graves son muy infrecuentes, pese a lo cual ha de mantenerse la vigilancia sobre ellos, buscando el máximo nivel de seguridad. Por tanto, la efectividad y la seguridad de las vacunas actualmente disponibles justifican la confianza hacia estas de forma mayoritaria, tanto entre los profesionales sanitarios como en la población general», reza el comunicado.
Tal y como afirma la AEP, en España, en estos momentos, «están documentadas aún unas excelentes coberturas de inmunización infantil para las vacunas comunes de los calendarios oficiales de las diferentes comunidades autónomas».
Así, y según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (año 2013), las vacunas comunes que se administran en el primer año de vida (hepatitis B, difteria, tétanos, tosferina, poliomielitis, Haemophilus influenzae tipo b, meningococo C) muestran un cumplimiento del 95 % de media en el territorio nacional. En el segundo año de vida, también se observa como el 95 % de los niños reciben la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola, parotiditis). «No obstante, hemos observado como en los últimos años se ha producido un leve descenso de un 1-2 % en esos porcentajes (de 96-97 % a 95 %). Se estima que poco más de la mitad de ese 5 % de niños que no se vacunan en estos dos primeros años de vida en nuestro medio, se debe a que sus padres voluntariamente no han querido vacunarles», afirma el comunidado.
La AEP acusa a los llamados movimientos antivacunas de sembrar dudas acerca de la seguridad y la efectividad de las vacunas infantiles provocando la negativa de algunos padres a vacunar a sus hijos, algo que puede poner en riesgo a sus hijos y a otras personas de la comunidad que por motivos variados no hayan podido ser vacunados.
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El motivo es que en España, según la legislación actual, las vacunas no son obligatorias, salvo en situaciones puntuales de epidemias no controladas que amenacen de forma importante a la salud pública.
Un derecho que se apoya en los padres
Por todo esto, la Asociación Española de Pediatría se posiciona de la siguiente manera sobre la obligatoriedad o no de las vacunas en España:
1. Las vacunas son muy beneficiosas a nivel individual y colectivo. Deberían ser un derecho fundamental de todos los niños. Sin embargo, la instauración oficial de una obligación legal de vacunar podría provocar sentimientos negativos hacia las vacunas en la sociedad. Por tanto, la AEP, en el momento actual, con la incidencia de enfermedades infecciosas y las coberturas de vacunación actuales, no se manifiesta favorable a que las vacunas sean obligatorias por ley.
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2. Los padres, después de recibir una información precisa y veraz, sobre los beneficios y riesgos de la vacunación por parte de un profesional de la salud capacitado, deben decidir, de forma responsable, sobre la aceptación de la vacunación de su hijo. En caso de decidir no vacunar, deberían firmar un documento de no aceptación de la vacunación, reconociendo su responsabilidad por las posibles consecuencias médicas, éticas y legales, individuales y sociales, de su decisión.
3. Los pediatras tenemos un papel esencial en la decisión de los padres y debemos informar con rigor y claridad. Es necesario explorar los valores de los padres y sus preocupaciones. El respeto a la autonomía no exime de argumentar e intentar conseguir actitudes y decisiones saludables para los niños.
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4. Se debe optimizar todo el esfuerzo posible en hacer llegar la más amplia y mejor información a la sociedad sobre las vacunas y las enfermedades infecciosas que se previenen con estas, con un lenguaje fácil y asequible para todas las edades y los diferentes niveles socioculturales e idiomáticos. La desinformación puede llegar a ser más peligrosa que las propias infecciones.
5. Nuestro compromiso como pediatras, desde el fomento de la responsabilidad, es esencial para lograr mantener altos niveles de vacunación que protejan la salud infantil. La AEP, desde principios de 2015, ya ha iniciado una campaña sobre prevención infantil, en la que se incluye material informativo adaptado para niños y sus cuidadores sobre el poder preventivo de las vacunas. La concienciación de los beneficios de estas desde la primera infancia debe ser uno de los pilares de una confianza sostenida y responsable hacia las vacunas en nuestro país.
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6. La llamada a la responsabilidad hacia los ciudadanos debe complementarse con la máxima exigencia y esfuerzo de las autoridades y los profesionales en el objetivo del desarrollo de vacunas mejores y más seguras, el rigor y la transparencia en el procedimiento, y para hacer llegar las vacunas a todos los niños independientemente de sus condicionamientos sociales.
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