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juan cano y álvaro frías
Viernes, 23 de abril 2021, 12:43
Giro de 180 grados en el caso de la profesora Pilar González Bres, que falleció el 16 de marzo en Marbella dos semanas después de que le administraran la primera dosis de AstraZeneca. Un nuevo informe de la autopsia tumba el resultado preliminar y apunta ... a la vacuna como posible causa de la muerte.
La autopsia clínica se llevó a cabo el 18 de marzo, dos días después del deceso, en el Hospital Costa del Sol de Marbella. Un grupo de especialistas en anatomía patológica examinó el cuerpo de la docente y, tras recoger diferentes muestras, emitió un informe preliminar en el que se indicaba que no se habían hallado vínculos entre la muerte y la administración de la vacuna de Astrazeneca.
El resultado provisional plasmado en ese informe preliminar se apoyaba en que no se detectaron indicios de trombo en el cuerpo de la víctima, por lo que se decantaban por la hipótesis de que hubiese sufrido un aneurisma, que es la rotura de un vaso sanguíneo en el cerebro, lo que habría desencadenado la hemorragia masiva que le causó la muerte.
Ese primer informe se remitió al Juzgado de Instrucción número 1 de Marbella, que ya se había hecho cargo de la investigación judicial tras recibir un escrito-denuncia de la familia en el que pedía la realización de la autopsia para aclarar qué le había pasado a Pilar González. El caso, no obstante, parecía abocado al archivo con ese documento.
Sin embargo, el giro de guión ha tenido lugar en los últimos días, cuando el servicio de anatomía patológica ha recibido los resultados de todas las pruebas complementarias a la autopsia. La historia clínica de la profesora, el estudio de muestras al microscopio y los análisis realizados descartan la presencia de enfermedades previas que predispusieran a Pilar González a sufrir un trombo.
En consecuencia, los especialistas encargados de la autopsia sugieren que el cuadro que presentó la docente puede guardar relación con la vacuna de Astrazeneca y han remitido un nuevo informe al juzgado.
Al parecer, el episodio sufrido por la profesora podría encajar con el conocido como VIPIT, término acuñado recientemente por un grupo de hematólogos alemanes para definir el síndrome de trombocitopenia protrombótica inmune inducida por la vacuna. Se trata de una reacción adversa muy excepcional (un caso entre un millón de personas).
Según este equipo de expertos de la Universidad de Greifswald, se produce una extraña combinación de síntomas (coágulos sanguíneos generalizados y un recuento bajo de plaquetas, a veces con sangrado) que es muy similar a un efecto secundario poco común de la heparina.
Los científicos comunicaron por primera vez sus hallazgos en una conferencia el 19 de marzo. Pilar González falleció tres días antes y su autopsia se practicó el 18. La docente había acudido hasta en tres ocasiones al Hospital Quirón de Marbella por malestar general después de que le inocularan la vacuna.
La primera vez que visitó el servicio de urgencias fue el 4 de marzo aquejada de un fuerte dolor de cabeza. Recibió el alta al considerar que podía tratarse de una reacción a la vacuna de Astrazeneca, que le habían administrado un día antes.
Pilar González se incorporó a su actividad docente, pese a que, según sus compañeros, seguía presentando cefaleas y fiebre. El día 13 volvió a acudir a urgencias de Quirón y se le hizo un TAC, aunque no se apreció nada significativo y recibió el alta médica.
Sin embargo, seguía encontrándose mal, de manera que regresó al hospital al día siguiente. Para entonces, ya sí presentaba indicios de un problema neurológico, por lo que le repitieron el TAC, que en esta ocasión reveló que sufría una hemorragia cerebral.
Tras anunciar los resultados de su estudio, los hematólogos alemanes publicaron artículos en varias revistas científicas de prestigio. El director de la investigación y especialista en coagulación, Andrea Greinacher, aseguró además que han hallado tanto la causa como la forma de tratarlo.
«Cuando se reconoce a tiempo, se puede tratar con inmunoglobulinas (anticuerpos inespecíficos de donantes de sangre) que ayudan a frenar la activación plaquetaria. Los anticoagulantes sin heparina pueden ayudar a disolver los coágulos, por lo tanto VIPIT debe tratarse de manera similar», explicó el científico.
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