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Ayuda a distancia. Un usuario del servicio de la Cruz Roja en Palencia. MANUEL BRÁGIMO
Cada quien tiene su tragedia

Cada quien tiene su tragedia

Ayuda telefónica ·

Cajeras, repartidores y otros trabajadores recurren a la nueva línea de atención piscológica de Cruz Roja para compartir su enfado, culpabilidad o ansiedad

Sábado, 18 de abril 2020, 00:28

Suena el teléfono en la línea de atención psicosocial de Cruz Roja. En esta llamada anónima, como todas las demás, quien pide ayuda resume su caso diciendo en qué trabaja. Es cajera de supermercado. Recurre al servicio telefónico porque el temor al contagio, la sensación de desconsideración de sus clientes y la situación general, que puede incluir el regreso al hogar donde viven sus hijos, a los que puede contagiar, han comenzado a afectarle. Su comportamiento ha cambiado, puede haber cierta agresividad. «No teníamos previsto que las trabajadoras de supermercados recurrieran a nosotros», asegura Mar Echenique, responsable del programa 'Cruz Roja te escucha'. «Al estar expuestas a tanta gente, se sienten angustiadas por contagiarse y contagiar a sus hijos. Y notan conductas imprudentes en los demás, que les produce mucho miedo. Como las personas que no mantienen las distancias. 'Esta gente no me respeta', dicen al teléfono».

El «enfado» y otros efectos psicológicos en la población aislada durante un mes, que enfrenta la pandemia bajo confinamiento, se reproducen en perfiles bien definidos por Cruz Roja, una semana después de haber puesto en marcha su servicio de atención psicosocial.

En esos perfiles están los que han perdido a un familiar o un ser querido sin poder verlo, los que tienen a alguien enfermo u hospitalizado, los propios enfermos angustiados por el empeoramiento de su salud, los pacientes que siguen en el hospital, los familiares de alguien con síntomas en casa, las familias confinadas con niños pequeños con estrés, las personas mayores que ya no reciben visitas ni manejan nuevas tecnologías, aquellos con discapacidad que se han quedado solos, las mujeres víctimas de violencia machista que conviven con su agresor, los que trabajan en la calle con riesgo de contagio y los que han perdido sus empleos y encaran la pobreza. Una docena de grupos que son atendidos por psicólogos en una línea que funciona como diván psiquiátrico o como simple desahogo.

Ahora bien, en un mes en que han fallecido casi 20.000 personas y hay personal de distintos sectores trabajando sin descanso mientras enferman, ¿se atiende por igual al que siente dolor por no poder acompañar a un ser querido en sus últimos momentos, que a quien se angustia por lidiar con sus hijos pequeños? «Cada quien tiene su propia tragedia», responde Echenique. «Es muy importante aliviar a estas familias aunque no les haya pasado nada grave. La convivencia puede ser muy dramática según el tamaño de la casa o las edades de los hijos. Pueden estar pasándolo mal, por ejemplo, familias con adolescentes. En estos casos les pedimos recordar qué les une, qué es lo positivo de estar juntos,por qué son ellos a los que más quieres».

Asuntos mayores

Este servicio que ha comenzado con 30 voluntarios formados en intervención social y psicólogos especialistas, atiende a variados oficios, como los repartidores, los agentes de fuerzas de seguridad y los trabajadores de residencias de ancianos. «En estos casos sí se tienen que acercar para ayudar a la persona enferma y, aunque usen mascarillas, pueden contagiarse», dice Echenique. «En general se presenta el miedo de estar en la calle, de contagiar a los hijos. Si se detecta que tienen un nivel muy complejo de duelo o ansiedad, algo que no se calma en 20 minutos de conversación, se acuerdan llamadas y citas».

En los casos más complejos, al usuario se le deriva a los especialistas para un tratamiento que puede durar hasta tres meses. «Nos dimos cuenta de los grandes efectos psicológicos que iba a tener la epidemia y el confinamiento en muchas personas y en muchas situaciones», prosigue Echenique. «Los que han perdido un familiar se sienten culpables por haberlo dejado solo, o por no despedirse de él. Tienen un sentimiento muy negativo, y hay que abordarlo cuanto antes».

Con las personas mayores sondean poco a poco qué les gusta hacer cuando están solas. A veces ellos se acuerdan de los crucigramas, o el voluntario descubre que con la resintonización de la TDT se han quedado sin canales. Entonces, dentro de ese proceso de guiarle para que tenga sus propias ideas y tome sus decisiones, se le ayuda a paso a paso a recuperar la compañía de la televisión. «La intervención psicosocial ayuda a enfrentar positivamente todos tus problemas, reducir el malestar emocional, centrarte en las cosas buenas», asegura Echenique.

En el caso de la cajera de supermercado, por ejemplo, que sigue acudiendo cada día a su trabajo a tratar con todo tipo de personas a corta distancia, los expertos de la Cruz Roja le suministran pautas para evitar la frustración en medio de esa «situación de mucha sobrecarga emocional», explica Echenique.

Ansiedad en el hogar

Llaman más mujeres que hombres, «hasta chicas muy jóvenes», y personas del mundo rural. El que le atiende hace preguntas abiertas, intenta conocer el detalle de su situación y, a partir de allí, dar recomendaciones según las pautas. «Las mujeres llevan normalmente toda esa sobrecarga del hogar, aunque teletrabajen. A veces ella quiere acaparar todo y está exhausta física y emocionalmente». A las madres se les aconseja hacer que cada miembro familiar cumpla una tarea doméstica, como recoger o fregar los platos, poner la lavadora, pasear al perro, repartir la intendencia. En caso de los niños, enseñarles a asumir su responsabilidad y respetar el espacio personal, para que haya intimidad y cada uno se pueda tomar un respiro.

En otro tipo de llamadas detectan a personas con bastante ansiedad y se detecta que está económicamente muy mal, porque ha perdido su trabajo, mientras la situación de paro se extiende y se acumulan las facturas. Entonces se le deriva a otros programas de la Cruz Roja para que reciban orientación laboral y entre en el programa de empleo. Por último, una recomendación que sirve para todos: participar en los actos vecinales de los balcones.

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