Cómo sobrellevar la tristeza otoñal
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El 'winter blues' es un acrecentamiento de los síntomas de una depresión ya existente en algunas personas que se agudiza atendiendo a un factor, en este caso, el cambio de estaciónEl otoño hace semanas que se instaló. Nos aproximamos al invierno, atrás queda también el cambio de hora. La luz natural se reduce, las temperaturas bajan, reducimos nuestra sociabilidad. El otoño ha traído la caída de la hoja ... y del ánimo en muchas personas.
Es tiempo de 'winter blues'. No es el blues del invierno una canción propia de la estación, sino un acrecentamiento de los síntomas de una depresión ya existente en algunas personas que se agudiza atendiendo a un factor, en este caso, el cambio de estación. Es la depresión otoñal, lo que en términos profesionales se denomina trastorno afectivo estacional (TAE), un síndrome anual recurrente para un importante porcentaje de la población. Un conjunto de síntomas que sitúan a quienes lo padecen en un trastorno depresivo más intenso al que previamente padecían y que pueden llegar a resultar incapacitantes.
Pero en esto, como en todo, hay grados. Y una cosa es la tristeza otoñal y otra distinta una depresión. El psicólogo José Luis Jalón recuerda que el trastorno afectivo estacional se suele dar al finalizar el otoño y comienzos del invierno. «La tristeza otoñal es más benigna, no tiene por qué ser patológica y suele ser leve», dice Jalón. Sin embargo, «se pueden dar cambios severos en el estado de ánimo, bien sean unipolares, hacia el polo depresivo, o bipolares». Y la depresión está reconocida como enfermedad.
«La tristeza otoñal dura entre una semana y 20 días, en los que poco a poco nos vamos adaptando a la nueva estación, pero una depresión es una enfermedad y cuanto antes se aborde, mejor», subraya el especialista.
No es, por tanto, el 'winter blues' un mito. «Un trastorno afectivo estacional puede llevar a quien lo padece a no levantarse de la cama, es como si vivir fuera angustioso, se evitan las situaciones sociales, hay un descuido total en la alimentación, variación en el peso, disminución de la actividad... Es una sensación de falta de energía psíquica y mayor cansancio físico», describe el psicólogo. Y recuerda: «Hay que tener en cuenta que a una persona que es vulnerable a la depresión los síntomas se van a agudizar porque ya sufre este trastorno».
Las causas que lo generan pueden ser varias. «En primer lugar», relata José Luis Jalón, «es por la deficiencia de luminosidad. No es una cuestión de clima, sino de luz. Esto provoca cambios en determinados neurotransmisores y el cerebro tiene que acostumbrarse». Hasta tal punto influye la exposición al sol que hay estudios que avalan que cuanto más cerca se vive de zonas donde tienen una exposición lumínica mayor, menor es la incidencia de este tipo de trastornos. «En España sabemos que la incidencia depresiva en Galicia es mayor que en zonas del sur», apunta Jalón.
A ello se une el cambio horario. «Sí que influye, porque realmente nos exponemos a menos horas de luminosidad. Cuando a las seis de la tarde ya el sol no está nos recogemos o paramos la actividad». Así que en esta época del año «nosotros mismos inducimos un comportamiento que puede ser depresógeno: comenzamos a relacionarnos menos, demoramos todo para cuando llegue el buen tiempo... la expresión 'qué pereza' se instala como un mantra en nuestras vidas», dice el especialista.
«Estamos hablando de esa sensación de falta de energía psíquica», continúa Jalón, «de desmotivación total, y se dan también cambios a nivel físico. Si hablamos en el concepto de enfermedad hay una mayor irritabilidad, alteraciones en el sueño, un estar constantemente cansados, puede haber variaciones en el peso, en la capacidad de concentración, un mayor nerviosismo, reducción de las relaciones sociales... Cuando una persona que tiene una depresión esos síntomas se agudizan por el propio trastorno afectivo estacional, puede llegar a ser incapacitante», indica José Luis Jalón. Y resume: «Lo que mejor lo define es la expresión 'Vivir angustia'».
La prevalencia del trastorno afectivo estacional en la población no es baja. «Entre el 1 y el 10 por ciento suele experimentar cambios en el estado de ánimo cuando va entrando el otoño, y, sobre todo, cuando el invierno ya se acerca. Lo que pasa es que la intensidad es completamente distinta según los casos. Estaríamos hablando de incapacidad cuando a una persona diagnosticada de depresión se le une el 'winter blues'», relata el psicólogo. «No hay que confundir depresión con tristeza», insiste Jalón.
En cuanto a la franja de edad que más casos registra, el especialista afirma que «según los estudios, los datos pueden ser contradictorios. Los niños y los ancianos salen menos a la calle cuando hace frío, pero parece ser que entre los 20 y los 35 años es la población más crítica, probablemente porque es la que más estimulada está en verano: es la que más deporte hace, los que más están en la calle, los que más objetivos tienen... asi que cuando va llegando el frío, hay menos exposición a la luz, es como si la vida se frustrara».
Y un dato que habla por sí solo. Los estudios refieren que las mujeres tienen un 400% más de riesgo de padecer TAE que los varones. «Parece que hay un doble riesgo», sintetiza José Luis Jalón, «porque los cambios de la luminosidad se ven acompañados de fluctuaciones hormonales en el caso de la mujer. Es una población con mayor riesgo, de forma significativa».
En cuanto a la población infantil, el psicólogo propone un recurso para que los niños afronten mejor esta situación: «A nivel ambiental vienen de una etapa de muchísima estimulación, las vacaciones, En su caso, el reforzador tiene que ser inmediato. No sirve decir 'dentro de 15 días nos vamos a ir a no sé dónde', ya que el niño tendrá 15 días para deprimirse si no se le estimula hasta entonces».
Predisposición genética a padecer este tipo de trastornos también existe. «Los antecedentes depresivos en familiares de primer grado generan una mayor vulnerabilidad», apunta Jalón.
¿Cuándo acudir a un profesional? «Cuando ese 'vivir angustia' empieza a pesar mucho», recomienda el psicólogo. «En el caso de una persona con un diagnóstico de depresión que lleva tiempo con sintomatología y ésta se agudiza, normalmente ya suele tener su profesional de referencia. Pero en aquellos que los síntomas debutan deben consultar con un profesional cuando el vivir angustia, cuando el vivir se hace muy pesado», resume Jalón. Y lanza un mensaje optimista: «Esa tristeza otoñal es fácilmente superable para el 90 por ciento de la poblacion, pero las personas que son más vulnerables, que tienen una depresión previa, tienen que acudir a un especialista».
¿Y es conveniente el uso de farmacoterapia? El psicólogo no lo duda. «¿Es conveniente poner una escayola en un brazo? ¿Está roto? Sí. Pues hay que poner una escayola...», dice. Para concluir: «Cuando los síntomas son totalmente incapacitantes no hay por qué postergar la intervención en una persona que se puede beneficiar de la farmacología, y para eso tenemos estupendos psiquiatras».
1 Aumentar la exposición lumínica. Es fundamental. Cuanto más nos expongamos al sol en otoño, mejor.
2 Marcarse objetivos que se puedan cumplir.
3 No evitar la socialización.
4 Tener una buena higiene de los ciclos del sueño. Eliminar en las últimas horas del día el alcohol y el tabaco también ayudará.
5 Relativizar el otoño. No poder ir a la piscina no significa que no se puedan hacer planes que nos servirán para ilusionarnos.
En el imaginario popular existe la creencia de que, por ejemplo, tomar complejos vitamínicos ayudan a combatir la astenia. Sobre los suplementos alimenticios, Jalón opina que «aunque ha habido investigaciones en esa línea, alguien que realmente no tiene ganas de comer y tiene variación en su apetito va a ser poco probable que ingiera vitaminas... básicamente porque no se va a cuidar».
Así que es tiempo de 'winter blues'.
Pero también es (sigue siendo) tiempo de salir a la calle, hacer deporte, organizar planes y quedar con los amigos. Que, como dice el psicólogo José Luis Jalón, «todas las semanas tienen sábados y domingos, o días en los que no se trabaja». Y el abrigo «es un buen invento para salir».
Y que pronto el sol de la primavera acallará el blues del invierno.
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