Los microbios que esconden nuestros cepillos de dientes
Albergan comunidades microbianas mixtas, que provienen tanto de los humanos como del ambiente circundante donde se almacenan, que, en general, es el baño
Raúl Rivas González
Catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca
Miércoles, 12 de febrero 2025, 14:57
¿Cuánto estaría dispuesto a pagar por un cepillo de dientes? Aunque le resulte inverosímil, hace unos años la marca Reinast lanzó al mercado un cepillo de dientes manual, de diseño innovador y fabricado en titanio, que costaba alrededor de 4 000 dólares. Nada que ver, está claro, con los cepillos de dientes rudimentarios hechos de ramitas de eucalipto y olivo que fabricaban en el año 3 500 a. e. c. los babilonios, ya entonces preocupados por la salud de su boca.
El cepillo de dientes de cerdas que usamos hoy en día fue probablemente inventado en China durante la dinastía Tang (618-907). Las cerdas eran, en realidad, pelos duros y ásperos extraídos de la nuca de un cerdo y fijados a mangos hechos de hueso o bambú. Las cerdas de jabalí se utilizaron hasta 1938, cuando la multinacional Dupont de Nemours introdujo las cerdas de nailon, que no solo eran más flexibles y resistentes, sino que limpiaban mejor, secaban más rápido y sufrían menos contaminación bacteriana. El cepillo de dientes promedio actual contiene alrededor de 2 500 cerdas hechas con fibras sintéticas.
Bajar la tapa del inodoro
Cepillarse los dientes es tremendamente beneficioso, porque reduce la acumulación de la placa dental y mantiene la cavidad bucal sana, previniendo afecciones como caries dentales, enfermedades periodontales, lesiones endodónticas, alveolitis seca o halitosis. Pero ¿qué pasa si el propio cepillo de dientes está contaminado? Al fin y al cabo, hablamos de un microambiente especialmente predispuesto a albergar microorganismos, porque entra en contacto con la boca y el agua a diario.
De hecho, los cepillos de dientes usados albergan comunidades microbianas mixtas, que provienen tanto de los humanos como del ambiente circundante donde se almacenan, que, en general, es el baño. Otro lugar, qué duda cabe, lleno de gérmenes. Un cepillo de dientes contaminado puede retener y transmitir microorganismos patógenos de los géneros Streptococcus, Staphylococcus, Pseudomonas, Poryphromonas, Parvimonas, Candida, Lactobacillus, Klebsiella, Fusobacterium, Clostridium, Escherichia y Enterococcus. Y eso podría ser perjudicial para la salud bucal y sistémica y causarnos caries, gingivitis e incluso endocarditis infecciosa. Lo que no deja de ser una paradoja, dado que se creó para mantener la boca limpia y libre de gérmenes.
Fundamentalmente, los cepillos de dientes pueden contaminarse por la falta de higiene de la cavidad bucal, por usarlos con las manos sucias o por elegir un lugar de almacenamiento inadecuado.
La presencia de enterobacterias coliformes fecales en el cepillo de dientes está asociada al contacto con los aerosoles generados al descargar la cisterna del retrete. Por esta razón, siempre conviene bajar la tapa del inodoro.
Los cepillos de dientes no se comparten
Un cepillo de dientes limpio también puede contaminarse a través del contacto directo con los cepillos de los miembros de la misma familia o convivientes, al colocarlo en recipientes que suelen estar húmedos en el lavabo o en los armarios del baño.
Además, el cepillado dental sin supervisión en guarderías, jardines de infancia y otras instalaciones que albergan a niños pequeños, donde los cepillos de dientes pueden compartirse o intercambiarse involuntariamente, es considerado una fuente potencial de transmisión de microbios entre niños.
En general, no es buena idea compartir los cepillos de dientes. De hecho, los cepillos de dientes pueden ser, por ejemplo, una posible vía de transmisión no convencional de la hepatitis C o el herpes simplex.
Reemplazar los cepillos cada 3 meses
Más de 800 tipos de microorganismos, incluidos hongos, virus, arqueas, protozoos y bacterias, colonizan la cavidad oral humana. Aunque existe una superposición considerable de especies detectadas en todos los sitios orales, como ciertas especies de Streptococcus, Gemella, Granulicatella, Neisseria y Prevotella, a menudo hay especificidad en función del sitio. Por ejemplo, las especies de Rothia típicamente colonizan la lengua o las superficies de los dientes, Simonsiella coloniza solo el paladar duro, Streptococcus salivarius está presente sobre todo en la lengua y las treponemas generalmente se restringen al surco subgingival. Todos estos microorganismos pueden quedarse atrapados entre las cerdas tras el cepillado de dientes.
Entre las bacterias orales comunes destaca Streptococcus mutans, que es un habitual componente de la microbiota oral y uno de los principales constituyentes de la placa dental, además del principal causante de la caries.
Los cepillos de dientes desgastados son menos eficientes en la eliminación de la placa y el control de la gingivitis. Pero, además, varios estudios sugieren que estos cepillos desgastados tienen más probabilidades de albergar a Streptococcus mutans. De ahí que convenga reemplazar los cepillos cada tres o cuatro meses, o con mayor frecuencia si se detecta que las cerdas están visiblemente deformadas, enredadas o deshilachadas.
No obstante, incluso después de una fase de uso de solo 24 horas, se ha demostrado que los cepillos de dientes están ampliamente contaminados con Streptococcus mutans.
Enjuagar bien el cepillo y secar al aire
Algunos sencillos consejos que evitan o dificultan la contaminación microbiana consisten en enjuagar bien los cepillos de dientes después de cada uso, para eliminar cualquier resto de pasta dentífrica y residuos orgánicos, y guardarlos en posición vertical, dejándolos secar al aire. Después de usarlo, guardar un cepillo de dientes húmedo en un recipiente cerrado promueve el crecimiento microbiano más que dejarlo expuesto al aire libre.
Para evitar infecciones, sin duda, hay que cepillarse. Pero la higiene bucal no será óptima si no nos preocupamos por mantener nuestro cepillo de dientes oreado, limpio y descontaminado.
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