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Mari Carmen (nombre ficticio) se dirige a una de las reuniones de Comedores Compulsivos Anónimos.
Me llamo Helena y soy comedora compulsiva

Me llamo Helena y soy comedora compulsiva

La comida es su droga. Por ella sienten una adicción que les lleva a comer sin parar durante todo el día, a darse atracones de hasta 15.000 calorías y a esconderse avergonzados para poder ingerir esos alimentos que solo por unos segundos pueden reconfortarles. La pesadilla viene después

pilar manzanares

Jueves, 17 de noviembre 2016, 07:38

«Llegó un momento en que me sentía como una yonqui. Compraba comida y me iba a un polígono, donde aparcaba para comérmela. Era algo supervergonzoso», cuenta Mari Carmen. «Estaba constantemente comiendo, no podía estar más de dos horas sin tomar algo. Un día iba ... en el metro, ya había desayunado y comido más de la cuenta, y aún así me bajé a propósito del vagón para salir a la calle y meterme en el primer burguer. Fue una situación muy dolorosa», recuerda Elena. «La última vez que vine a una reunión de OA (siglas inglesas de Comedores Compulsivos) fue por un roscón de reyes. Estaba en casa de mi suegra y, poco a poco, me comí uno grande yo sola. Eso no lo hace alguien que no tenga un problema con la comida. Me pasaba todo el día picoteando, me daba igual chorizo, pan, dulces... Pero fue en aquella situación cuando vi que tenía que regresar a OA, yo sola no podía controlarlo, necesitaba ayuda», explica Pilar.

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