redacción
Martes, 5 de enero 2016, 19:45
Alrededor de la mitad de los pacientes bipolares han adquirido también el hábito de fumar, según un trabajo realizado por un grupo multidisciplinar de profesionales del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba sobre tabaquismo y trastorno bipolar. De las 226 personas de la muestra, el ... 46% consumía tabaco, lo que ratifica el resultado de otros estudios internacionales que demuestran que la disposición al tabaquismo es más elevada entre estos pacientes que en la población general.
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El trastorno bipolar es una grave enfermedad mental que produce cambios drásticos en el estado de ánimo que pueden durar desde días hasta semanas provocando tristeza, depresión, inapetencia o cansancio o, todo lo contrario, generando episodios de euforia e hiperactividad. Su prevalencia es del 2% al 5% y solo un buen abordaje farmacológico y tratamiento del psicoterapeuta contribuye en gran medida a estabilizar el estado de ánimo de estas personas.
Los resultados preliminares del estudio del Hospital Reina Sofía, cuyo grupo estaba constituido por psiquiatras, residentes, personal de enfermería y trabajadoras sociales, indican que hasta un 20% de las personas con este trastorno mental atendidas en consultas de Salud Mental se animan a intentar abandonar el tabaco tras informarles de los riesgos.
«El objetivo de este trabajo es desarrollar herramientas de motivación para el cambio que ayuden a los pacientes a abandonar un consumo que puede mermar mucho su calidad y esperanza de vida», asegura el investigador principal del trabajo Fernando Sarramea, psiquiatra del Hospital Reina Sofía y miembro del Grupo para el Estudio del Trastorno Bipolar en Andalucía. «Proponemos dejar el tabaco y abordar sus beneficios al final una consulta de revisión de rutina, llamar por teléfono dos semanas después para comprobar si sigue queriendo dejar de fumar o lo ha hecho ya y un tercer contacto presencial para valorar su nivel de motivación».
Siempre que el paciente se encuentre estable de su enfermedad mental, se le deriva paciente a la Red de Atención de Drogodependencias de su comunidad correspondiente. «El estudio nos ha permitido confirmar que con herramientas muy sencillas estos pacientes pueden recibir el impulso que necesitan para dejar el tabaco, un consumo que puede reducir su esperanza de vida en hasta 20 años», asegura Sarramea.
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