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No queda otra. El confinamiento al que desde el pasado 14 de marzo están sometidos los españoles y medio mundo hace que el uso de internet se multiplique. No en vano, plataformas como Netflix o Amazon han bajado la calidad de sus contenidos para que ... la red no se sature. Y entre todos esos usuarios intensivos, están los niños y los adolescentes. «Es inevitable que se conecten más», explica Lina Fernández del Portillo, gerente de Proyectos de Seguridad En Línea para la World Childhood Foundation en EE UU. Al fin y al cabo las medidas para contener la propagación del coronavirus han llevado a 184 países a cerrar colegios y universidades, lo que significa que «hay alrededor de 1.500 millones de niños y adolescentes en sus casas, estudiando de manera virtual». Y no solo eso: «Estar conectados les ayuda a mitigar los impactos del Covid-19 y les anima a seguir con sus vidas».
Cuenta la experta, que internet es una herramienta «muy poderosa y transformadora». Los menores pueden seguir aprendiendo, jugar, conectar con sus familiares, escuchar música, ver películas y documentales, diseñar, despertar su creatividad… Es, al final, «un potenciador de oportunidades». No en vano, un estudio realizado por Unicef en 2019 demuestra que el aumento de la tasa de ingreso a los servicios digitales estimula el crecimiento económico de los países. Y en ese sentido, «los niños deben tener acceso a toda la gama de oportunidades que internet ofrece y de manera segura».
Es en este punto donde Fernández del Portillo pone el foco. En su opinión, todos los actores del ecosistema (operadores, proveedores de servicios de internet, reguladores y demás) deben contribuir para hacer de internet un espacio más seguro para todos y especialmente para los más vulnerables. «Hay que enseñarle a los niños y jóvenes (y a los adultos también) a seguir unos hábitos saludables para que puedan aprovechar al máximo los beneficios de la conectividad, entre ellos está el poner límites a su uso».
Cabe preguntarse, si no, a qué riesgos se enfrentan. Fernández del Portillo habla de cuatro supuestos. Por un lado, la aparición de pedófilos con interés sexual en menores que buscan la manera de convencerlos para que compartan fotos o vídeos de carácter sexual. Por el otro, aumentan las posibilidades de que se vean expuestos a contenidos inapropiados para su edad. La gerente de Proyectos de Seguridad En Línea habla no solo de violencia, desnudos, pornografía y otras formas de crimen cibernético, sino también de 'fake-news' que «les pueden causar mayor ansiedad y miedo innecesario». A todo ello hay que sumar el 'cyberbullying', que debido a las clases virtuales «se puede ver facilitado e incrementado». Por último, Fernández del Portillo menciona el 'sexting', el envío de contenidos eróticos personales, «una práctica que se ha venido generalizando entre los adolescentes». «Hay que tener mucho cuidado porque una vez que se suben a internet ya no es posible eliminarlas», dice al respecto.
Lina Fernández del Portillo
Para minimizar estos riesgos, da una serie de pautas. La más sencilla es instalar controles parentales en los dispositivos que filtren el contenido dañino para los más pequeños aunque, advierte, «ninguna herramienta es 100% efectiva y se debe complementar con más acciones». Entre ellas, apunta a la de crear «hábitos saludables y seguros» como «encontrar un equilibrio entre estar 'online' y las demás actividades o destinar un área de la casa que esté libre de dispositivos». Anima también a los padres «a compartir tiempo 'online' con sus hijos: navegar por páginas web, juegos, aplicaciones y redes sociales juntos y asegurarse de que saben donde se puede reportar abusos» y considera que hay que inculcar a los más jóvenes que la información personal debe ser secreta. Finalmente, pide a los padres que estén alerta ante cualquier comportamiento anormal de sus hijos.
Ahora bien, ¿será fácil para los menores volver a una vida normal? Cuenta Fernández del Portillo que ellos «no dividen su vida en online y offline». «Lo importante aquí –continúa– es que los guiemos para que saquen el mayor provecho durante este tiempo en que pueden dedicar más horas a las diferentes actividades que se desarrollan online. Y que, como padres, nos aseguremos de tomar las medidas para minimizar los riesgos que existen. Al final, los niños son más resilientes y flexibles que los adultos. Cuando las medidas contra el Covid-19 finalicen, ellos ya estarán listos para la nueva normalidad».
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