La obesidad, la contaminación y el tabaco disparan un 70% los ictus en los últimos 30 años

Los datos de las tres últimas décadas demuestran que seguimos sin hacer caso de los consejos médicos. El peso de los kilos de más en el incremento de casos de ictus en este periodo aumentó un 88%, un dato que concuerda con otro, el de que un tercio de la población mundial -2.100 millones de personas- sufren sobrepeso u obesidad. Entre los factores controlables le siguen los niveles altos de azúcar en sangre, con una subida del 32%; el consumo de bebidas azucaradas (+23%); una presión arterial demasiado alta (+7%) y una dieta baja en ácidos grasos poliinsaturados omega-6 (+5%). «Con un 84% de la carga de accidentes cerebrovasculares vinculada a 23 factores de riesgo modificables, existen enormes oportunidades para alterar la trayectoria del riesgo para la próxima generación», señalan los autores del estudio.

Solo en el año 2021, cuando termina la investigación, 11,9 millones de personas sufrieron uno de estos graves episodios y se registraron 7,3 millones de muertes, un 44% más que en 1990, lo que hizo de los ictus la tercera causa de mortalidad en todo el mundo solo por detrás de la cardiopatía isquémica -una enfermedad que provoca que el corazón no reciba la sangre suficiente- y el covid. Más de tres cuartas partes de los afectados viven en países con ingresos medios y bajos. En España los padecen cada año entre 110.000 y 120.000 personas, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). El año pasado fallecieron más de 23.000 personas por este motivo.

Los ictus - se dividen entre isquémico, en el que una arteria se obstruye e impide que la sangre llegue a una parte del cerebro, y el hemorrágico, en el que la arteria, en lugar de obstruirse, se rompe y provoca una hemorragia- pueden dejar en quienes lo sufren secuelas muy severas que repercuten en la calidad de vida. Según el estudio de 'The Lancet', la pérdida de años vividos en buenas condiciones pasó de 121,4 millones en 1990 a 160,5 millones en 2021, un 32% más.

El trabajo incide también en los factores medioambientales. Como queda dicho, las altas temperaturas por el cambio climático han ocasionado un 72% más de casos en los últimos 30 años, «una tendencia que probablemente aumentará en el futuro». La alarma no queda aquí, ya que los investigadores sugieren por primera vez que la contaminación del aire por partículas en suspensión es un factor de riesgo importante para la hemorragia subaracnoidea, un sangrado en el espacio entre el cerebro y la membrana que lo rodea que puede ser mortal. Le atribuyen el 14% de las muertes, un porcentaje similar al del tabaquismo. «Son habituales pero menos que el resto de ictus. El 85% son isquemicos y el 25%, hemorrágicos. Dentro de estos están las hemorragias subaracnoideas», explica la neuróloga Mari Mar Freijo, coordinadora del grupo de enfermedades cerebrovasculares de la SEN. Esta institución ya pedía en 2021 «desarrollar políticas encaminadas a disminuir la contaminación atmosférica».