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I.Asenjo
Miércoles, 28 de abril 2021
La crisis causada por la pandemia de la covid ha empujado al primer mundo a una posición de vulnerabilidad que sigue dejando historias personales muy duras. Las llamadas 'colas del hambre' simboliza a los expulsados repentinamente a la miseria debido a la ... parálisis total de la economía. El documental 'Nadie está libre' de la productora Bombín Films pretende ahondar en el funcionamiento y la evolución de los comedores sociales y el Banco de Alimentos en España durante esta crisis sanitaria y económica. El reportaje visual -dirigido por los comunicadores Iban Albizu y Ángel Peiró- ve la luz este jueves 29 de abril en Madrid después de meses de trabajo y análisis sobre las consecuencias directas que nos está dejando la covid en la sociedad más allá de un elevado número de fallecidos. Los efectos colaterales tendrán una duración incalculable.
«Queremos poner de relieve una precariedad social y económica que se está llevando muchas vidas por delante y de la que ninguno de nosotros tampoco está exento», explica Albizu. «Las colas del hambre eran cada vez más alargadas y con muchas historias internas, tanto de los voluntarios y dirigentes de estos comedores y bancos de alimentos, como las de los afectados, para los cuales incluso el perfil de éstos cambiaba a medida que iba avanzando la pandemia», detalla Peiró.
«Esta emergencia social nos pone a todos los individuos en el mismo punto de salida, para intentar implementar la tantas veces repetida solidaridad social, que haga que podamos construir una sociedad más justa y equitativa, donde el número de personas que caigan en esta exclusión sea cada vez menor», explica uno de los creadores.
El perfil de quienes buscan ayuda ha cambiado. A las familias vulnerables que ya existían antes de la pandemia se suman quienes han perdido el trabajo y no tenían ahorros o los autónomos que han tenido que cerrar sus negocios. «Es angustioso y desesperante», describe el testimonio de Carolina, que junto a su pareja, Miguel, se han visto abocados a acudir a los comedores sociales por encontrarse desempleados. De la noche a la mañana pasaron de ser considerados de clase media a tener que buscar comida para su hija. Actualmente, viven separados ya que su situación no les permite vivir juntos y tener un hogar como desearían. «Jamas en mi vida me había sentido tan sola», lamenta Alicia, una boliviana de mediana edad, con más de una década vividas en España. Ella perdió su trabajo como limpiadora a raíz del virus. Ahora intenta volver al mercado laboral, aunque no cuenta con un hogar estable ni con ningún tipo de ayuda. Alicia sueña con volver a trabajar para poder costearse un billete de avión de regreso a su tierra.
El documental se apoya durante su narración en artistas de renombre como Santiago Sierra, creador de la obra La gran fila, que durante los meses de mayo y junio, salió a la calle a grabar con su cámara el desastre económico que la crisis del covid-19 ha ido causando en las clases más vulnerables. «No pasaba desde la posguerra que hubiera estas multitudes», afirma.
El Banco de Alimentos, desde que empezó la pandemia, ha distribuido un 30% más de comida, 16 millones de kilos al mes, y al final de 2020, 200 millones de kilos de comida. La organización da de comer a 190.000 personas cada jornada. Los datos son así de contundentes. En la Fundación Madrina, reparten 15 toneladas de comida al día, con 1500 voluntarios. En las Siervas de Jesús, antes del covid-19 daban 300 comidas, después doblaron la cifra a 600 y triplicaron el número de familias.
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