Un escenario improvisado para una situación excepcional

Hasta este lunes, desde el departamento que dirige Salvador Illa se mantenía el escenario menos agresivo para la vida diaria de la población, el de contención, el objetivo era el control del virus sin generar una excesiva alarma social. Aún no se había detectado transmisión descontrolada y tampoco se valoraba una entrada masiva de casos importados, siempre según los datos que maneja el Ejecutivo.

Las medidas se limitaban a consejos higiénicos, como no toser sobre la mano, lavárselas frecuentemente o no acudir a urgencias en caso de haber estado en contacto con enfermos en las zonas de riesgo y tener síntomas. También se aplicaron acciones sanitarias de aislamiento y recomendaciones para evitar eventos con gran afluencia. Pese a ello, se celebraron el pasado domingo multitudinarias concentraciones en todo el país por el Día de la Mujer y Vox reunió a 9.000 personas en un mitin en Vistalegre (Madrid).

Al día siguiente, el crecimiento exponencial de la epidemia de COVID-19, la enfermedad que provoca este coronavirus, se duplicó de los 600 casos registrados el domingo a 1.204 pacientes. El dato puso en alerta al Gobierno y obligó a elevar el escenario de riesgo para evitar tropezar con la misma piedra con la que se había topado Italia diez días antes, aunque en vez de pasar directamente a mitigación se optó por una solución híbrida entre el primer y el segundo nivel, que denominó de «contención reforzada».

Esta solución no prevista inicialmente incluyó la suspensión durante 15 días de las clases desde la guardería hasta la universidad en las tres zonas de «transmisión significativa» que se han detectado: la Comunidad de Madrid, La Rioja, las ciudades alavesas de Vitoria y Labastida y la población burgalesa de Miranda de Ebro. 24 horas después, y con 400 nuevos casos, este escenario se amplió con la cancelación de los vuelos entre España e Italia (excepto para los viajes de estado y los aviones de carga) y, por último, la restricción de los eventos que reúnan a más de mil personas en las zonas de riesgo antes descritas. Además, desde Sanidad insistieron en la importancia del facilitar el teletrabajo en las grandes empresas.

Unas medidas que ya aplicó el Gobierno francés cuando alcanzó el domingo pasado los 1.126 casos positivos, o Alemania cuando llegó a los 1.112 contagiados (en su caso lo acompañó de un plan de 12.400 millones de euros para paliar los efectos económicos de la epidemia).

Pero si esto resultase insuficiente sería inevitable que tanto estos dos últimos países como España pasaran al escenario 2, o de mitigación, que conllevaría prohibiciones de salida y acceso los municipios y áreas más afectados, como ya aplicó Italia en Lombardía y otras 14 ciudades justo antes de extender la cuarentena a todo el país.

También se suspendería la apertura de museos al público, actividades en oficinas sin perjuicio de la provisión de servicios esenciales y servicios públicos o la suspensión de manifestaciones, eventos, y todas las formas de reuniones en lugares públicos y privados.

Si se supera la capacidad de control, aún prevén desde Sanidad un último nivel, generalización, con medidas que hasta ahora solo se han aplicado en China. Se trata de la máxima alerta e implicaría controles en las fronteras o cuarentenas generalizadas.