Mark es un estadounidense de 64 años que tiene un sueño: volver a pintar. No lo puede hacer porque sufre Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), la devastadora enfermedad que sufrió a la vez que dio voz el astrofísico Stephen Hawking. En nuestro país hay unas 3. ... 000 personas diagnosticadas de una patología que afecta a las neuronas motoras e impide el movimiento del cuerpo hasta causar la muerte en un plazo de tiempo de entre 3 y 5 años desde el diagnóstico. «No sabemos por qué ocurre, pero hay factores de riesgo que contribuyen a su desarrollo como componentes genéticos -mutaciones en ciertos genes-, medioambientales -exposición a agentes tóxicos- y de estilo de vida -fumar, por ejemplo», explica Nora Bengoa, neurocientífica del Achucarro Basque Center of Neurology. Este miércoles empezará el proceso legislativo que se espera culmine en octubre con la aprobación de una ley para mejorar la atención a todos los afectados por esta enfermedad incurable.
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«Es muy emocionante y liberador mantener mi independencia», explica Mark sobre el implante cerebral (BCI, por sus siglas en inglés) que le ha permitido volver a soñar con la pintura. El 'stentrode' -así se llama el chip- se le implantó en agosto de 2023 como parte de un ensayo clínico. Desde entonces puede manejar solo con sus pensamientos el iPhone, el iPad y su ordenador personal para navegar por internet o escribir correos electrónicos. También puede controlar con su voz Alexa, el asistente de voz de Amazon. Desde este pasado lunes es el primero que puede hacerlo también con su mente, según anunció Synchron, la startup australiana responsable de esta tecnología.
«Algunos días pueden ser más desafiantes, especialmente dependiendo de cómo me siento, pero el diseño de la tableta de Amazon hace que sea bastante fácil interactuar y completar las tareas que necesito», asegura en una entrevista a 'Wired'. Entre ellas, conectarse a los 'gadgets' de la empresa de Jeff Bezos y encender y apagar las luces de su casa, hacer compras online, ver la televisión… El dispositivo funciona también con las gafas Apple Vision Pro de Apple. Se conecta a ambas vía bluetooth. Para supervisar los progresos de Mark, el décimo en recibir el 'stentrode', ingenieros de la empresa acuden a su casa en Pennsylvania dos veces a la semana.
Aunque buena parte de los titulares se los ha llevado Neuralink, la empresa de Elon Musk especializada en esta tecnología que ha realizado dos implantes en pacientes tetrapléjicos -el primero en enero de este año y el segundo, en agosto-, Synchron ya lo había hecho en julio de 2022 en un paciente estadounidense y cuatro australianos. «Se trata de todo un hito en el campo de la Medicina, teniendo en cuenta sus implicaciones y todo su potencial», aseguró entonces el neurocirujano que llevó a cabo la innovadora intervención en el hospital Mount Sinai de Nueva York. Duró menos de dos horas y el paciente pudo irse a su casa 48 horas después.
La tecnología de ambas firmas es muy diferente. La compañía de Musk instala en el cerebro un dispositivo llamado N-1 que cuenta con 64 cables y hasta 1.024 electrodos para registrar la actividad encefálica. Lo hace por medio de un robot quirúrgico de enorme precisión. Su rival, por el contrario, introduce el chip, de 8 milímetros de diámetro, con una cirugía mínimamente invasiva en la yugular, a la altura del cuello, y lo traslada desde ahí hasta la corteza motora cerebral. Gracias a sus electrodos detecta las ondas cerebrales y las transmite un dispositivo en el pecho que a su vez los manda a un otro gadget que los 'traduce' y envía al teléfono móvil, tableta… «Tienes la voluntad de moverte, pero tu cuerpo no recibe el mensaje de tu cerebro. Una variedad de problemas de salud pueden contribuir a la movilidad limitada. La capacidad de acceder a dispositivos informáticos personales podría ampliar su mundo», destaca Syncron en su página web.
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Los científicos llevan años trabajando en esta tecnología pero hasta la fecha ninguna empresa ha recibido el permiso de las autoridades para comercializarla. «Al estar en fase de ensayo clínico, son unos primeros pasos», explica Bengoa. «Se tiene que repetir con más gente y de ahí a comercializar para una enfermedad como la ELA. Es el mismo proceso que se sigue con los medicamentos. Primero se prueban con unos pocos pacientes y después se va expandiendo a más. Las fases iniciales se centran en la seguridad y las últimas, en el beneficio funcional. No va a estar disponible mañana para todo el mundo. Si todo va bien, en unos pocos años».
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