«Algunos juegan a la ruleta rusa porque no pueden garantizar la desinfección»

La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) aglutina a unas 500 compañías dedicadas a la desinfección, por ejemplo, de brotes de legionella, y representa al 85% de la facturación que se produce en España. Ahora también están luchando contra la pandemia, desinfectando oficinas, casas o espacios comunes vecinales. Pero se han encontrado con un problema: el intrusismo. «Hay empresas que no saben qué están haciendo y son un peligro para la salud», destaca la directora general de Anecpla, Milagros Fernández de Lezeta.

–¿Cómo se ha preparado el sector ante esta pandemia?

–Nuestros servicios son de desinfección, control de plagas, calidades de ambientes interiores o controles de legionella, entre otras actividades. De repente, nuestra actividad se ha convertido en prioritaria, adoptando medidas de seguridad especiales. Por otra parte, nos encontramos otro problema que es la eficacia de los desinfectantes. Se habló de lejía, de etanol, de peróxido de hidrógeno...

–¿Y ahora han cambiado mucho esos productos?

–Al principio, solo usamos los que decía el Ministerio de Sanidad, aquellos que tenían carga virucida. Pero en algunos otros colectivos se usaban otros desinfectantes. Cuando salió el listado oficial se aclararon las cosas.

–Entonces, ¿ya saben qué productos usar?

–Sí, pero nos llegan muchas ofertas de productos que no tienen evaluada su eficacia, ni siquiera a nivel europeo. Algunos están jugando a la ruleta rusa porque no pueden garantizar la desinfección. Nos dicen que van a usar un determinado producto en vez de lejía y agua. Pero tú vas al listado del ministerio, y no aparece. ¿Qué garantías hay de que esa solución sea eficaz?

–¿Y son empresas o intermediarios de fuera de la Unión Europea o comunitarios?

–De fuera y de dentro. Hay productos que se saben que son desinfectantes que actúan contra hongos y bacterias, pero no son eficaces contra virus o no sabemos si lo hacen. Nadie ha demostrado su eficacia o que valga para virus en unas condiciones muy determinadas. Como no se está evaluando, se usan de cualquier manera. Luego hay gente que no ha hecho una desinfección en su vida pero como tiene un mono y un aparato ya cree que puede hacerlo. No hay garantía de que sepan usar los productos y están poniendo en riesgo su propia salud, y la de los demás. Una empresa de limpieza de piscinas afirmaba que podía desinfectar su comunidad de propietarios. Dudo que sepan hacerlo. Y como vamos avanzando aparecen más kamikazes. Si quiero que venga alguien a desinfectar a mi casa y luego no sabe, no tengo garantías. Es un peligro, insisto, para la salud. No podemos jugar al vale todo.

–¿Cómo se puede tener confiar en esa empresa?

–Consultando el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas que tiene cada comunidad. Ahí están las empresas autorizadas que entregan un certificado con todos los datos oficiales.

–Como muchos sectores, ¿han sufrido la falta de material?

–Al principio tuvimos muchas deficiencias en cuanto al suministro de productos porque no teníamos la seguridad de la que hablábamos antes. Y sobre todo los equipos de protección. Fue tremendo. Además, nos llamaban de los hospitales, que buscaban material. Como es lógico, los cedíamos al personal sanitario, que es quien está en primera línea de lucha contra el coronavirus. Tuvimos que ver entre lo que podíamos dar sin quedarnos nosotros sin nada para dar servicios. Fue todo un poco caótico.

–¿Han podido encontrar el material necesario?

–Sí, buscando por todos los lugares. Tenemos una junta de gobierno y en cada comunidad autónoma hay un representante. Cuando alguien lanzaba un aviso de que había encontrado un proveedor con monos, íbamos como locos. Ahora la situación está algo mejor.

–¿Acudieron al mercado chino?

–Teníamos varias ofertas pero nos echamos atrás después de lo que le pasó al Gobierno (los test fallidos). Si hacemos un pedido conjunto a un proveedor chino que no conocemos y luego vienen las mascarillas sin la protección que nosotros necesitamos... No nos atrevimos porque no había garantías. Además, nosotros no estamos habituados a comprar en ese mercado.