Científicas españolas pertenecientes a los centros nacionales de investigaciones oncológicas y cardiovasculares (CNIO) y (CNIC) han descubierto una forma de hacer que el cuerpo queme más grasa, transformándola en calor. Esto abre a su vez la posibilidad a diseñar nuevas terapias en la lucha contra ... la obesidad, una grave patología en constante aumento en todo el mundo desarrollado y que sufre más del 16% de la población adulta española y sobre el 10% de los niños y adolescentes.
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Los descubrimientos de los equipos científicos comandados por Guadalupe Sabio y Cintia Folgueira no solo son una esperanza para minimizar una enfermedad que afecta a unos 650 millones de personas en el planeta sino que podrían permitir proteger a los pacientes frente a otras patologías vinculadas a la obesidad, como la diabetes o el exceso de colesterol en el torrente sanguíneo. La obesidad, en general, es un factor de riesgo para desarrollar múltiples patologías metabólicas, pero también cardiovasculares o cánceres.
Ambos equipos han identificado un mecanismo, controlado por una proteína llamada MCJ, muy presente en las mitocondrias (centros energéticos de las células) de la grasa parda del cuerpo humano. Han demostrado que cuando se elimina esta proteína en ratones con obesidad estos roedores generan más calor corporal, lo que les hace elevar su consumo de energía, con lo que reducen sus depósitos de grasa y pierden peso.
La investigación, tras el primer hallazgo, busca ahora desarrollar una terapia para bloquear esta proteína en pacientes con obesidad. Pero para dar ese paso primero deben averiguar si la proteína MCJ tiene funciones vitales en otros tejidos. Es decir, si suprimirla para luchar contra la obesidad no provoca otros daños secundarios al organismo. Al mismo tiempo, según comenta Guadalupe Sabio, «estamos intentando ver si estos cambios en la grasa afectan al crecimiento tumoral o a la caquexia –pérdida de musculo y grasa– que aparece también a veces relacionada con el cáncer».
En el cuerpo humano hay dos tipos de tejido adiposo (grasa): el blanco y el pardo. El tejido adiposo blanco sobre todo almacena energía, mientras que la grasa parda es responsable de la generación de calor o termogénesis, el proceso que mantiene la temperatura corporal y que se activa en respuesta al frío o a otros estímulos.
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La obesidad, así, aparece bien por una ingesta excesiva de alimentos o bien por un gasto energético total inadecuado, o por una mezcla de ambos. Es por ello que ya desde hace pocos años diversos estudios han mostrado que activar la grasa parda protege contra la obesidad y las enfermedades metabólicas. «Se piensa que se podría prevenir la obesidad consiguiendo que esta grasa gaste más energía al generar calor», indica Sabio. Por eso, descubrir nuevos mecanismos para la producción de calor en la grasa parda, como han hecho sus equipos con la supresión de la proteína MCJ, «es una de las dianas más interesantes en el estudio de la obesidad», asegura.
Durante mucho tiempo se pensó que la grasa parda utilizaba un único mecanismo para generar calor, pero hoy sabemos que esto no es así. Los mecanismos son varios. La investigación del CNIO ha descubierto que, cuando se elimina la proteína MCJ en ratones con obesidad, los animales pierden peso. Es más, según explican las científicas, bastó trasplantar a estos animales grasa parda sin la proteína MCJ para reducir su peso.
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Las investigadoras españolas observaron además «que los animales sin MCJ en la grasa parda están protegidos frente a los problemas de salud que provoca la obesidad, como diabetes o aumento de lípidos en sangre». Por ello piensan que la proteína MCJ también puede ser una nueva diana terapéutica para corregir patologías asociadas a la obesidad.
«Dicha protección» explica la investigadora del CNIO Beatriz Cicuéndez, primera autora del artículo, «se debe a la activación de una vía de señalización esencial para la adaptación al estrés causado por la obesidad. Esta vía provoca un aumento del consumo de grasas, azúcares y proteínas, lo que se conoce como catabolismo, para producir calor en la grasa parda. Es un mecanismo que también sucede en personas con una grasa parda muy activa.
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