Un investigador del hospital 12 de Octubre de Madrid, durante el descubrimiento de anticuerpos para el ébola. José Ramón Ladra

La inmunoterapia podría salvar las vidas de los casos más graves de COVID-19

La tasa de contagio de los sanitarios es menor que con otros coronavirus, mientras los expertos buscan una «foto» de la situación inmunológica

Martes, 7 de abril 2020, 00:29

En las últimas dos décadas han brotado tres coronavirus con una frecuencia de aproximadamente diez años. En 2002 surgió el SARS, cuya estructura es 80% similar al actual virus, y en 2012, el síndrome respiratorio de Oriente Medio, conocido como MERS. «En los otros ... coronavirus la difusión era amplia con una mortalidad de hasta el 30%, pero esas epidemias se contuvieron más rápido», afirma África González Fernández, presidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) y directora del Centro de investigaciones Biomédicas de la Universidad de Vigo. «Con el coronavirus no me atrevería a decir cada cuántos años tendremos una pandemia, porque sólo existe el histórico de los dos anteriores. En cambio en la gripe sí se ha descrito que hay una cada 30 años aproximadamente».

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Esos datos de mortalidad de los anteriores coronavirus son los que encendieron las alarmas con la actual pandemia. «No sabíamos si la letalidad iba a ser igual o incluso superior», expone González Fernández. «Lo más importante era evitar la transmisión, confinar a la gente y separar a los contagiados».

En estas crisis, entre los sectores más expuestos destacan los sanitarios, en primera línea de actuación. En las epidemas de coronavirus anteriores la incidencia en el personal sanitario ha sido mayor que en estos momentos, aun cuando la transmisión de persona a persona en el MERS y el SARS era menos probable que con el actual SARS-CoV-2. La tasa de infección de los trabajadores de la salud fue de un 19,6% durante el brote de MERS, según el Ministerio de Sanidad, y un 21% de casos durante el de SARS, mientras que ahora se sitúa cerca del 14% en España, según Sanidad.

Sin embargo, debido a la virulenta expansión del COVID-19, el número de sanitarios afectados es mayor ahora, con más de 5.400 y diez fallecidos, a pesar de su menor porcentaje en términos totales. Hace casi diez años, «la mayoría de los casos de MERS notificados hasta la fecha se han producido en el entorno sanitario», decía entonces la Organización Mundial de la Salud (OMS), que calculaba una tasa de incidencia de hasta el 56% en algunas regiones del planeta. «Al ser epidemias nuevas los niveles de protección eran inferiores», reflexiona González Fernández. «Esta transmisión al personal sanitario es tremenda, pero hay un aprendizaje a nivel mundial con las evidencias que vemos en otros países». La experiencia obtenida con el MERS y el SARS ha salvado vidas. «Tenemos que agradecer a la comuidad científica el esfuerzo y la rapidez».

Inmunoterapia

Si se compara la epidemia del COVID-19 con la que ocurrió hace cien años, ocasionada por un virus de la gripe en plena Primera Guerra Mundial en 1918, la diferencia es «abismal» en cuanto al conocimiento científico y los recursos médicos. «Desde el punto de vista de la propia infección conocemos el virus, sabemos desde qué proteína entra y cómo manejar a los pacientes. El 80% de los pacientes se cura sin secuelas aunque hay un 15% que requiere hospitalización y algunos fallecen», sostiene González Fernández. «Se están probando tratamientos como la inmunoterapia en los que tienen una respuesta inflamatoria potente».

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Para avanzar en el tratamiento del coronavirus, la SEI ha puesto en marcha un estudio multicéntrico que busca tener a final de semana una «foto» de la «situación inmunológica de los pacientes en España». Se han seleccionado a 20 de cada hospital para tomarles 29 parámetros, desde la edad y el sexo hasta las citocinas y las células linfocitarias. «Nos va a permitir saber qué enfermos podrían beneficiarse de la inmunoterapia», mantiene González Fernández. «Ojalá las vacunas sean la solución pero llevarán más tiempo. No van a funcionar en pocos días. Pero podemos usar la inmunoterapia. Ahora es su momento. Son fármacos de los que conocemos bien sus dosis y toxicidad y se usan en enfermedades autoinmunes».

En determinados pacientes, como los inmunodeprimidos, ya se están haciendo ensayos clínicos enfocados a frenar al coronavirus con anticuerpos monoclonales frente a proteínas inflamatorias como la leucina 6 y la leucina 1. «No todos los pacientes desarrollan el mismo cuadro clínico. Para los que tienen una respuesta pro-inflamatoria se debe estimular su respuesta inmunitaria y parar la inflamación, y lo interesante es hacerlo antes que desarrollen esa clínica. La mayoría de estos pacientes son los que están en la UCI y fallecen».

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