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El chequeo a los hábitos de vida de los niños y adolescentes españoles que cada tres años hace la fundación de los hermanos Gasol debería prender las luces de alerta entre las autoridades. Las entrevistas realizadas a 3.200 escolares de 8 a 16 años ... de todo el país, con representatividad por edades, autonomías y áreas rurales y urbanas, demuestran que, desde el inicio de la pandemia, estos chicos viven «un deterioro acelerado» de las rutinas que más influyen en su estado de salud.
Su bienestar emocional ha empeorado, el abuso de pantallas sigue desbocado y cada vez duermen menos, comen peor y hacen menos deporte. «Estamos frente a una situación extremadamente preocupante, con graves consecuencias a corto, medio y largo plazo», resumió Cristina Ribes, directora ejecutiva de la Gasol Foundation, durante la presentación del informe Pasos 2023.
El primer hallazgo alarmante es el deterioro exponencial de su estado anímico. Tras la grave crisis social desencadenada por la pandemia uno de cada tres menores dice que está preocupado, triste o infeliz, lo que supone un aumento del 63% en tres años. Pero es que, además, el problema se agrava si en quienes nos fijamos solo es en las mujeres o en los adolescentes. Los dolores emocionales alcanzan a uno de cada cuatro y en ambos colectivos el empeoramiento es también del 70% o superior.
El segundo hábito pernicioso al alza es el abuso constante de las horas pegados a las pantallas de ordenadores, móviles o consolas. De media, cada crío pasa tres horas y cuarto mirando la televisión o el dispositivo entre semana y casi cinco en sábados y domingos. Bastante más si son varones. Esto se resume en que dos de cada tres niños y adolescentes españoles incumplen de calle y cada día la recomendación de nunca superar las dos horas pegado a los monitores y que los fines de semana ignoran los límites máximos ocho de cada diez. Los niños con esta costumbre insana han aumentado ocho puntos desde 2019 en los días de colegio y tres en los libres.
El sedentarismo también gana terreno entre los escolares españoles. La gran mayoría incumple el mandato de los pediatras de realizar al menos una hora diaria de ejercicio moderado y vigoroso y cada vez son más. Tienen siete minutos menos al día de actividad y 50 menos a la semana, recorte que sube hasta los 60 de recorte semanal en el caso de los menores de 12 años.
La proliferación de los malos hábitos también se detecta en las escasas horas que los jóvenes dedican al sueño. Los especialistas consideran que los chicos de 6 a 13 años no deberían invertir menos de nueve horas en dormir y que los adolescentes de 14 a 17 años no tendrían que bajar de ocho horas de estancia en la cama. Sin embargo, prácticamente la mitad de los niños y adolescentes incumplen habitualmente el consejo sanitario, especialmente durante los fines de semana. Esta falta regular de descanso también empeora. Quienes no duermen lo suficiente la mayor parte de los días de escuela crecieron casi cinco puntos desde 2019 e, incluso, un punto más si solo se atiende a las mujeres.
El último indicador de hábitos saludables que se deteriora con claridad es la alimentación. Los expertos consideran que el ideal es la dieta mediterránea, el consumo habitual de frutas, verduras, legumbres y pescado que ha caracterizado las comidas tradicionales españolas y la marginación de precocinados, grasas y ultraprocesados. Sin embargo, menos de cuatro de cada diez chicos (el 37%) cumple regularmente este criterio, que ha empeorado tres puntos en el trienio. Quienes comen más cosas poco saludables son los adolescentes.
El único criterio del estudio que no ha empeorado, pero que ya estaba suficientemente mal en 2019, es el porcentaje de escolares con sobrepeso u obesidad. Uno de cada tres chicos exactamente tiene un peso excesivo y un tercio de ellos (11,6%) sufren obesidad. La obesidad severa alcanza al 1,5% de los escolares, los varones con una gordura excesiva son tres puntos más que la media y lo mismo ocurre entre los niños, cuatro puntos más obesos.
La segunda gran constatación del estudio, además del deterioro de hábitos de vida de los escolares, es el claro empeoramiento de los parámetros de salud entre los alumnos de familias más pobres. Tienen entre cuatro y seis puntos más de rutinas insalubres, con especial incidencia en la ausencia de actividad física y la mala alimentación. Pero es que entre ellos subió hasta la obesidad, al 15,4%, seis puntos más alta que entre sus iguales más acomodados.
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