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Han pasado casi cinco años desde que el covid estalló en China y es lógico preguntarse si hemos aprendido algo de la mayor pandemia en el último siglo. «Sin duda. Hemos salido sabiendo muchísimo más», afirma Juan Emilio Echevarría, vocal de Sociedad Española de Virología. «Por un lado, hemos sido capaces de secuenciar millones de genomas del virus y de hacer una monitorización sin precedentes gracias a miles de millones de pruebas PCR. Por otro lado, logramos desarrollar vacunas en tiempo récord, en meses y no años, siguiendo todos los procedimientos de seguridad», enumera.
¿Quiere eso decir que estamos mejor preparados para afrontar la siguiente pandemia? «Sí. Seguro que cometeremos errores, pero ahora responderíamos mejor, más rápido, y de forma más eficiente», asegura Matilde Cañelles, inmunóloga e investigadora del CSIC. La suya no es una respuesta puramente teórica, porque ya sobrevuelan sobre el planeta dos nuevas amenazas de relevancia: la viruela del mono y la gripe aviar.
100.000 casos de Mpox
ha confirmado la OMS entre enero de 2022 y agosto de 2024.
A pesar de que la primera recibe más atención, y ha sido declarada emergencia sanitaria internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los dos expertos están más preocupados por la segunda, cuyos brotes se están extendiendo incluso por la Antártida. «Se cree que fue una gripe aviar la que provocó la pandemia de gripe española de 1918, lo cual sienta un precedente reseñable, y creo que no se le está prestando suficiente atención. Hemos recibido mucha información de los brotes hasta que el virus ha saltado a las granjas de vacas de Estados Unidos. De repente, como toca un sector económico importante, ha habido un parón informativo y hemos que rebuscar mucho para saber qué estaba pasando», critica Cañelles.
El Centro de Control de Enfermedades de la superpotencia americana reconoce que el virus H5 de la gripe aviar es endémico en aves salvajes y que se han producido contagios tanto en granjas de aves como de vacas, y que allí se han infectado 13 personas. Aunque recomienda una monitorización constante de la situación, califica de 'bajo' el riesgo para la salud pública. Cañelles, sin embargo, considera que es especialmente preocupante porque cuantos más animales domésticos se infecten del H5, más posibilidades hay de que surjan nuevas variantes con mayor capacidad de transmisión.
«El virus va a estar intentando mutar y podría llegar a los cerdos. Eso sería peligrosísimo, porque en los cerdos es mucho más fácil que se produzca una mutación que pase al humano», añade la científica del CSIC, que se lamenta de que «no hayamos aprendido del covid que anteponer los intereses económicos a la salud pública es un grave error».
Echevarría es de la misma opinión: «A la gente la gripe aviar le suena menos grave porque es más habitual, pero eso es un error porque no se trata de la gripe estacional. Y eso que ya mata a cientos de miles de personas cada año. Si nos tuviésemos que enfrentar a una para la que no tenemos inmunidad previa, estaríamos en un escenario más similar al del covid». Afortunadamente, el virólogo señala que ahora «se podría reformular una vacuna más rápido».
Y vacuna existe también para la viruela del mono que tanto preocupa en África, pero no llega a quienes la necesitan. Por eso, Cañelles subraya que, a pesar de que la probabilidad es mínima, «no se puede descartar» por completo que el Mpox se vaya a convertir en una pandemia. Y alerta de que con esta enfermedad podríamos caer en el mismo error que con el covid: «Pensar que no nos va a pasar nada porque queda lejos. Identificamos el problema con un colectivo concreto de la población, en esta ocasión homosexuales africanos, y creemos que no nos va a afectar. La verdad es que, cuanta más gente se infecte, más posibilidades hay de que el Mpox mute y se haga más contagioso».
Tres investigadores de la universidad sudafricana de Stellenbosch se manifiestan en líneas similares. «El brote de mpox en África es otro ejemplo de cómo las dolencias infecciosas percibidas como 'problema de otros', que afectan principalmente a países pobres y en desarrollo, pueden plantear de repente amenazas mundiales inesperadas», escriben en un artículo publicado en The Conversation, y en el que también ponen como ejemplo el virus del Nilo Occidental, el zika y el chikungunya.
No obstante, su preocupación se centra en el clado Ib detectado en el Congo, que ha dejado ya más de 615 muertos. De momento, solo se han detectado dos casos fuera de África, uno en Suecia y otro en Tailandia, pero esta cepa «es más virulenta que la de clado II, lo que se traduce en una mayor tasa de letalidad», afecta especialmente a los niños, podría ser más transmisible -aunque aún no hay información suficiente para asegurarlo-, y muchos casos pueden quedar fuera del radar debido a la escasa infraestructura sanitaria del país.
A pesar de todo, preguntado por la posibilidad de que el Mpox se convierta en una pandemia como la del covid, el Ministerio de Sanidad responde a este diario que «es difícil debido al modo de transmisión, ya que el SARS-COV2 se transmite a través del aire, y a partir de personas aparentemente no enfermas, lo que hace que se extienda muy rápidamente y sea difícil de prevenir. Sin embargo el mpox requiere contacto directo piel con piel y generalmente las lesiones de la persona afectada son muy visibles».
Además, los expertos del Ministerio consideran poco probable que se produzca una mutación que cambie por completo el panorama actual. «El virus del mpox es más estable que el del covid», argumentan. Eso no resta validez a la conclusión de los científicos de la Universidad de Stellenbosch: «No cabe duda de que una enfermedad en un rincón del mundo puede convertirse de repente en una amenaza para la salud global. Es hora de que el sistema sanitario mundial despierte a esta realidad».
Cañelles y Echevarría concuerdan con este diagnóstico. Y avanzan que, si bien las grandes pandemias se producían en intervalos de un siglo, más o menos, ese periodo podría ir acortándose debido a la creciente expansión del ser humano en territorio salvaje. «Las pandemias se producen cuando nuevos agentes infecciosos pasan de animales a seres humanos que no tienen inmunidad alguna frente a ellos. Por eso, cualquier movimiento que favorezca ese contacto con la fauna salvaje facilita la zoonosis», explica el vocal de la Sociedad Española de Virología.
Los expertos del Ministerio de Sanidad son de una opinión similar. «Tanto el cambio climático como la actuación del ser humano sobre el medio ambiente son factores que influyen en que aumente el riesgo de zoonosis que afecte al ser humano», comentan.
El neólitico fue la era en la que el ser humano comenzó a exponerse más a esos virus debido al inicio del pastoreo. «Ahora, la superpoblación obliga a invadir espacios salvajes, y así entramos en contacto con ellos. Y luego está también el tráfico de especies exóticas», señala Echevarría. A eso hay que añadir el riesgo que suma la creciente movilidad geográfica global. «Cuando el brote se da en zonas rurales más o menos aisladas, como sucedió al principio con el Mpox o el ébola, se puede controlar. Pero si sale se puede convertir en pandemia. Y ya quedan muy pocas comunidades aisladas en el planeta», añade.
Por eso, la posibilidad de que las pandemias se produzcan cada vez en intervalos de tiempo más cortos es muy real. «Afortunadamente, los sistemas de alerta temprana funcionan mejor», señala Cañelles. Y el Ministerio de Sanidad explica por qué: «La situación que originó el covid desbordó todas las previsiones y mecanismos por su gran magnitud. Tras la pandemia se están haciendo muchas reflexiones para aumentar nuestra resiliencia, que incluyen un plan de preparación y respuesta frente a pandemias, la mejor dotación de la reserva estratégica de medicamentos y materiales sanitarios, el refuerzo de la vigilancia epidemiológica con una gran inversión en procedimientos automatizados y una mayor dotación de personal en la gestión de alertas».
Pero no todo es positivo. Cañelles también resalta la rápida amnesia que afecta a la población, «que olvida rápido las enseñanzas de anteriores pandemias», y no esconde su preocupación por el auge del movimiento negacionista. «Sobre todo con las vacunas, porque son una herramienta preventiva magnífica. Hemos avanzado mucho en su desarrollo, pero con él han crecido los grupos de antivacunas que han hecho creer que son peligrosas. Su mensaje cala, y cada vez se inmuniza menos a los niños», sentencia.
¿Y estaría la población dispuesta a pasar por un nuevo confinamiento? Echevarría está convencido de que sí. «Por un lado, la gente en su mayoría es razonable; por otro, se asusta con razón. Es evidente que los confinamientos fueron efectivos para evitar el colapso del sistema sanitario. Y en España tenemos una cosa positiva, que es la confianza en las autoridades sanitarias», explica.
No obstante, reconoce que las medidas que se deben tomar ante el peligro que supone una pandemia no solo deben tener en cuenta el aspecto sanitario. «Porque tienen un coste social muy elevado, tanto desde el punto de vista psicológico como económico. Por eso, son los gobernantes quienes tienen que dictar el rumbo, poniendo en una balanza los muertos que se pueden provocar en un lado y las consecuencias de las armas para combatir el virus en el otro», indica Echevarría, que tiene muy claro que no le gustaría «tener que tomar esa decisión tan difícil».
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