La generación que se fue en silencio

Las personas mayores han sufrido las consecuencias más duras de la crisis sanitaria y ahora con la vacuna recuperan la esperanza. Casi el 90% de los fallecidos en España como consecuencia de la covid tenían más de 70 años

Domingo, 14 de marzo 2021, 00:22

El Alzheimer hizo mella en los recuerdos de María Jesús hasta que se fue en silencio el pasado 8 de abril a los 89 años. Sus familiares no pudieron acompañarla en sus últimas horas. «Perdió la memoria pero nunca la sonrisa, era el cariño ... hecho mujer», recuerda uno de sus dos hijos, que mantiene la pena de no haber podido despedirse. Lo mismo le ocurre a Félix, cuyo duelo dice no haber terminado. «Mi padre fue un ejemplo al que quisiera llegar a parecerme. Se fue solo, sin verlo y sin el cálido abrazo de su gente». Tenía 86 años. Carmen tampoco tuvo cerca a ninguno de los suyos en su último viaje a los 96 años. «Se fue en la más absoluta soledad», escribe uno de sus hijos. La familia de Juliana y Agustín jamás olvidarán el fátidico mes de abril, en el se llegaron a producir hasta 12.000 muertes por encima de lo normal en nuestro país. Ella con 89 y él con 91 se fueron juntos. Ángela, de 85 años, fallecía tan solo cuatro días después que su marido Anselmo, también como consecuencia del coronavirus.

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En cada fallecimiento hay una historia que en ocasiones se queda sin contar. Porque hay a quien nadie reclamó y cuyos cuerpos quedaron en algún frigorífico del Instituto Anatómico Forense. Un drama dentro de la propia tragedia. Víctimas a las que nadie llamó a su puerta ni preguntó por ellas. El peor de todos los finales.

Los más mayores no solo fueron duramente castigados por su vulnerabilidad al virus, también por la soledad a la que se enfrentaron en los peores días de confinamiento, en los que la recomendación de no salir de casa ni recibir visitas -por ser la población de mayor riesgo- les dejó completamente aislados en sus domicilios y ha causado para muchos de ellos estragos en su salud física y mental. Personas que hace un año vivían solas con plena autonomía, hoy padecen un cuadro de demencia no diagnosticado, según un estudio del departamento de Salud Mental del University College de Londres.

En España hay más de 2 millones de mayores que viven solos en sus domicilios y 360.000 en residencias, pero solo el 40% de estos últimos recibe visitas

Frente a esta triste situación, fueron muchas las iniciativas que surgieron para dar acompañamiento y apoyo a este sector. Teléfonos de atención o videollamadas para garantizar la actividad física fueron algunas de ellas. Una de las destacadas es la de la iniciativa Minutos en compañía o la start up social 'Adopta un Abuelo' un programa intergeneracional de compañía para que la tercera edad sobrelleve la soledad. Historias diarias que escuchan voluntarios al otro lado del teléfono desde domicilios desolados. Según datos del Ayuntamiento de Madrid la ciudad registra unos 650.000 mayores de 65 años, de los cuales un 25% se encuentra en riesgo por la soledad. En España hay más de 2 millones de mayores que viven solos en sus domicilios y 360.000 en residencias, pero solo el 40% de estos últimos recibe visitas.

El 90% de los muertos era mayor de 70 años

La pandemia recordó la debilidad de quienes lucharon y resistieron ante muchas de las penurias vividas en la historia de España. Muchos de ellos nacieron en la Segunda República y crecieron durante la Guerra Civil y el período de posguerra. Emigraron y volvieron. También vieron a los que se iban sin tener que irse. Vivieron y trabajaron durante la dictadura y la transición a la democracia, y envejecieron ayudando a sus hijos y nietos durante la crisis del 2008. Los ancianos fueron carne de cañón para este enemigo invisible que brotó de la forma más sanguinaria ante ellos, haciéndoles perder su condición individual y convirtiéndoles en números de la estadística en el recuento que se hace a diario. «Detrás de esas cifras existen personas que han levantado este país de la nada, personas que han construido una democracia plena a pesar de haber vivido una época a la que, incluso los que no la hemos conocido, no queremos volver», escribe en una carta José Antonio, que perdió a su madre por culpa del virus en una residencia salmantina. Leo, de 76 años, sufría Alzheimer desde hacía casi dos décadas. Una insuficiencia respiratoria se la llevó.

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El virus es letal con la edad. Ronda el 14% desde los 70 a los 80 años y prácticamente supera el 30% para los mayores de 90, según los datos del Instituto de Salud Carlos III. Dicho organismo realizó recientemente una radiografía de la pandemia para determinar la media de edad de las víctimas de la covid: 78 años y con patologías previas. Ni los infectados ni las muertes se conocen con exactitud. A muchos ni les hicieron el test durante la primera ola. Casi el 70% de los fallecidos en España como consecuencia de la crisis sanitaria tenían más de 80 años, un porcentaje que se eleva hasta casi el 90% si se cuenta a los mayores de 70. Muchas de estas muertes se han producido en residencias de ancianos, uno de los lugares más castigados por este asesino que ahoga los pulmones de sus víctimas. «Los pacientes se morían solos, bueno con nuestra compañía, porque no estaba permitido que entraran los familiares. Los cadáveres se nos amontonaban. Morían muchos y no todos con patologías previas; a muchos aún no le había llegado su momento», cuenta una médica de una residencia de ancianos en Madrid.

El número de víctimas mortales en estos centros -ya sean públicos, concertados o privados- supera las 30.000, según datos procedentes de las comunidades autónomas. Un estremecedor informe de Médicos sin Fronteras que se hizo público en agosto mostró la dura realidad. «Entre finales de marzo y principios de abril, cientos de residentes vieron denegada la solicitud de acceder a los servicios de urgencias e ingresos hospitalarios, restringiendo su acceso según comunidades autónomas y días de evolución de la epidemia. Sin alternativa, las residencias se vieron obligadas a mantener alojados a pacientes positivos con pronóstico muy grave», explicaba el documento, que había recopilado los testimonios de trabajadores de 500 residencias en todo el país.

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El número de víctimas mortales en las residencias supera las 30.000, según datos procedentes de las comunidades autónomas

En el año de la pandemia, el 8% de los residentes en geriátricos habrían fallecido a consecuencia del SARS-CoV-2. Ahora, cuando se cumple un año del estallido de la pandemia, estos centros ven la luz. Desde el 27 de diciembre, aquellos que vieron morir a sus compañeros comenzaron a recibir las primeras dosis del remedio de Pfizer y Moderna. En la primera ola fueron los olvidados y ahora se les colocó en el lugar en el que debían estar. Tras ser el escalón inicial de la estrategia de vacunación, vuelve a reinar la paz en el ambiente tras la inoculación de las dosis necesarias para la inmunización.

Los contagios en las residencias de mayores se desplomaron en el último mes, confirmando de esta manera el efecto de la vacuna en estos centros. Los positivos disminuyeron en un 95% entre el 24 de enero y el 21 de febrero, según los datos que publicó el Gobierno a principios de este mes de marzo. En esa fecha, la inmensa mayoría de usuarios de las residencias ya hacía más de una semana que había recibido la segunda dosis de la vacuna, por lo que ya estaban desarrollando la pretendida inmunidad plena.

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