Cómo funciona nuestro reloj interno

Las vacaciones son el periodo más deseado por la inmensa mayoría de la población. La suspensión temporal de las obligaciones, disponer de más tiempo para el ocio y el descanso y la relajación de dietas y autoexigencias varias se ven acompañadas por la bonanza de temperaturas. Sin embargo, tanto este lapso de tiempo como la vuelta a la rutina puede provocar alteraciones de los ritmos biológicos que pueden resultar, como mínimo, fastidiosos.

Es el caso de los ciclos circadianos que se encargan de regular los periodos de sueño y vigilia y que están presente en la mayoría de seres vivos, tanto animales como plantas o microorganismos. Se da durante veinticuatro horas, e involucra cambios físicos, mentales y conductuales con el objetivo no sólo de dirigir el momento de dormir o de estar despiertos sino la realización de actividades tanto físicas como mentales.

Es pues un reloj interno que se puede desajustar en vacaciones y dificultar la ya de por sí onerosa vuelta al trabajo, además de provocar incómodas dolencias que pueden derivar en problemas más importantes.

La activación o desactivación del organismo depende de procesos como la regulación de la temperatura corporal, la presión arterial y el ritmo de emisión de ciertas hormonas. Todos ellos se regulan en una zona muy concreta del cerebro: el núcleo supraquiasmático, en el hipotálamo.

Desde aquí se estimula o inhibe la liberación de testosterona, de melatonina y de vasopresina lo que permite, entre otros, tener una mejor eficiencia cardíaca y muscular, estar más alerta o tener mayor coordinación.

Conocer en qué momento del día ocurre cada uno de estos procesos es beneficioso para poder tener un mayor rendimiento a la hora de entrenar físicamente o realizar esfuerzos mentales como aprender y memorizar.

Esto en el caso de que todo funcione correctamente pero cuando el reloj se desajusta, cosa que puede ocurrir durante las vacaciones o al regresar de ellas, pueden aparecer problemas como el insomnio o todo lo contrario, la excesiva somnolencia. De hecho, en la clasificación internacional de desórdenes del sueño de la Academia Americana de Medicina del Sueño hay un capítulo completo dedicado a recoger las variaciones del ciclo circadiano ya que para obtener un sueño óptimo, reparador o de buena calidad, el tiempo dedicado al mismo debería coincidir con este proceso biológico del sueño de cada uno de nosotros.

De sus alteraciones la más conocida en el periodo que nos ocupa es el jet-lang que ocurre cuando hay un desplazamiento de larga distancia. En estas ocasiones se produce un desajuste entre el patrón interno sueño-vigilia de una persona y el patrón externo de sueño-vigilia de una zona geográfica distinta a la que se encontraba unas horas antes. Sus síntomas (insomnio, somnolencia, astenia, bajo rendimiento intelectual, etc.) afectan más conforme avanza la edad.

Las alteraciones del ciclo circadiano recogidas por la Academia Americana de Medicina del Sueño son:

Finalmente, hay que tener en cuenta que los cambios biológicos del ciclo vigilia-sueño guardan relación con el entorno, de modo que la presencia o ausencia de luz solar influye en nuestro organismo, con la liberación de melatonina (hormona del sueño), por ejemplo. Del mismo modo que las personas invidentes suelen tener dificultades por pérdida de sincronización, viajar a lugares donde hay menos horas de luz solar o dormir más horas durante el día también nos afecta. Así, esa siesta que se va alargando en los días de asueto debe estar algo más controlada cuando volvemos al trabajo para poder adaptar los horarios laborales con nuestro reloj interno y sufrir lo menos posible la temida vuelta a la normalidad.

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