Una mujer sentada en el alféizar de la ventana medita si se suicida. LUIS CALABOR

Los expertos alertan de que un confinamiento drástico puede aumentar los suicidios

Advierten de que las crisis económicas y el paro se traducen en un incremento del número de personas que se quitan la vida

Miércoles, 15 de abril 2020, 00:36

Un confinamiento estricto para luchar contra el coronavirus puede ser perjudicial para la salud mental y alimentar el riesgo de suicidio entre la población. La Fundación Española para la Prevención del Suicidio advirtió ayer de que la lucha contra la pandemia se está enfocando ... en una sola dimensión, la limitación de contagios, pero descuidando otras. Para los expertos, el aislamiento produce ansiedad, estrés, depresión y conductas suicidas, malestares que si se van acumulando pueden desencadenar formas de violencia verbal y de otros tipos contra los más vulnerables, como son los niños y las mujeres.

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La fundación ha emitido un comunicado conjunto con la Sociedad Española de Suicidología en el que alerta de que, cuando se levante la cuarentena, las ideaciones suicidas pueden materializarse en forma de intentos o consumaciones. Andoni Anseán, presidente de ambas instituciones, sostiene que está demostrado que las crisis económicas pasan factura y se traducen en un aumento de las personas que se quitan la vida, como ocurrió durante la recesión. «Si en 2007 hubo 1.036 fallecimientos por suicidio entre las personas de edades comprendidas entre los 40 y 60 años, en 2014 ese número aumentó hasta los 1.611, lo que significa un incremento del 55%», explica Anseán.

Para el experto, está demostrado que un aumento de un 1% en la tasa de desempleo da lugar a «un crecimiento del 0,8% en la tasa de suicidios de personas menores de 65 años».

El especialista subraya que poner fin a la vida de manera voluntaria es la primera causa externa de muerte en España y acaba con la existencia de 3.600 personas al año (casi 10 cada día), el doble que las defunciones por accidentes de tráfico.

Actividad física

Para evitar este «paisaje desolador», Anseán aboga por flexibilizar las medidas de reclusión y relajar el parón económico. «Pedimos medidas como las que se están adoptando en otros países. No se ha de dar por sentado que el confinamiento drástico es la única decisión que se puede tomar para contener la pandemia», alega Andoni Anseán, quien apuesta por permitir que los ciudadanos puedan disfrutar, aunque sea de forma muy restringida, de paseos y cierta actividad física. «La sobreexposición a noticias es tan intensa y continuada que representa una forma de intoxicación e impide ver otras cosas. Una medida de higiene mental es controlar o reducir el impacto a esa exposición», aduce el especialista.

Para el jefe de los servicios de Psiquiatría de los hospitales universitarios de Elche y Torrevieja, Jesús Mesones, es importante subrayar que aún no se dispone de datos sobre muertes por suicidio del primer mes de enclaustramiento. Los últimos informes disponibles sobre la materia, elaborados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), datan de 2018. Tales estudios se van actualizando con carácter anual, de manera que a principios de 2021 habrá nuevos datos, pero referentes a 2019, cuando la Covid-19 apareció en China pero aún no en España. Habrá que esperar dos años, pues, para poder hablar con conocimiento de causa.

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Mesones ya percibe síntomas de empeoramiento entre algunos de sus pacientes a raíz del encierro. «Sin embargo, como los susceptibles de suicidarse están confinados es más difícil que lo hagan, pues el suicidio se comete en soledad». Será en un futuro cercano, cuando se hayan liberado de esa suerte de vigilancia y se supriman las restricciones a la libertad de movimientos, cuando las pulsiones suicidas acechen.

Por ahora el problema estriba en que las personas con una frágil salud mental no pueden socializar ni hacer deporte ni desarrollar actividades lúdicas que mejorarían su dolencia. «Lo peor que llevan algunos es observar que las medidas de reclusión se prorrogan, de modo que no se ve la luz», dice Mesones.

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La media de españoles que cada año intentan quitarse la vida y fracasan ronda los 35.000 casos,aunque algunos estudios apuntan que pueden llegar hasta 42.000. La mayoría de los intentos acontece en las mujeres, que suelen recurrir al abuso de medicamentos. Los hombres, en cambio, suelen emplear procedimientos más contundentes para desaparecer.

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