El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en varones en España y el segundo a nivel mundial. AdobeStock

Un estudio apunta a que se ha sobrediagnosticado el cáncer de próstata en Europa desde 1980

«La alta incidencia actual del cáncer de próstata en muchos países puede estar inflada por pruebas de PSA no reguladas y oportunistas», asegura una investigación publicada en la revista 'BMJ'

Jueves, 5 de septiembre 2024, 00:58

La lucha contra el cáncer tiene mucho de carrera contra el tiempo. Cuanto antes se detecte la enfermedad, antes se podrá comenzar el tratamiento y más probabilidades habrá de conseguir una curación total o, cuanto menos, mantenerla bajo control. De ahí la importancia de los ... cribados bien organizados. Porque si no lo están, pueden desembocar en el sobrediagnóstico de los casos y en tratamientos innecesarios. En esta dirección apunta un estudio publicado por la revista 'BMJ', de la Asociación Médica Británica, que asegura que es lo que habría sucedido con el cáncer de próstata en Europa desde hace cuatro décadas. «La alta incidencia actual del cáncer de próstata en muchos países puede estar inflada por pruebas de PSA no reguladas y oportunistas que sirven para enmascarar cualquier variación debida a factores causales y pueden ser indicativas de sobrediagnóstico», aseguran.

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Sobrediagnosticar un cáncer no quiere decir que este no exista, sino que es poco probable que cause síntomas o la muerte del paciente. En términos médicos, que se trate de un «cáncer indolente». Lo que han encontrado los autores de este trabajo es una divergencia entre el número de casos detectados -la incidencia- y los fallecimientos. La razón sería la aplicación de las mencionadas pruebas PSA de forma no organizada. La PSA -siglas en inglés de antígeno prostático específico- es una proteína producida por la próstata y su presencia se detecta con un simple análisis de sangre. De los datos de la investigación, procedentes de 26 países europeos desde 1980 hasta 2020, se desprende que la incidencia aumentó más del doble en la mayoría de los países entre 1990 y 2017, en paralelo a la adopción de las PSA. Los mayores incrementos de casos se dieron en el norte de Europa, Francia y los países bálticos, especialmente en Lituania, donde las tasas se multiplicaron por ocho. En cambio, las cifras de mortalidad fueron mucho más bajas en términos absolutos. Considerando todos los países y períodos, hubo una variación de hasta 20 veces en la incidencia del cáncer de próstata pero solo una variación de cinco veces en las muertes.

«Hay un debate importante sobre la acción clínica en cánceres de próstata que son indolentes», asegura Arkaitz Carracedo, investigador del centro vasco CICBiogune. «¿Hasta qué punto los efectos secundarios de la cirugía y la radioterapia son peores que un tumor que quizá no sea un riesgo para la vida de un hombre por encima de los 65 años?», se pregunta. Entre esos efectos secundarios se cuentan la incontinencia urinaria y la disfunción eréctil.

«Un cribado organizado salva vidas»

El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en varones en España y el segundo a nivel mundial. El riesgo de padecerlo aumenta con la edad -es más frecuente a partir de los 50 años-, la raza -la población de color lo sufre en mayor medida- y los antecedentes familiares. Si se coge a tiempo, su pronóstico es muy favorable, ya que supera la enfermedad el 90% de los pacientes. «La PSA es fundamental, es fácil de obtener y permite conocer muchos datos. Está demostrado que si se dejan de hacer, aumenta la mortalidad, y si se hacen, disminuye. Ocurrió en Estados Unidos. Un cribado bien estructurado salva vidas. Se calcula que un cribado entre 101 hombres detecta 13 cánceres de próstata y salva una vida. Con el cáncer de mama es entre 101 y 235, y con el de colon, de 850», destaca la doctora Ana Loizaga, del servicio de Urología del hospital de Basurto.

La prueba tiene limitaciones: unos niveles elevados de PSA pueden indicar la presencia de un cáncer, pero también los incrementan la prostatitis -un agrandamiento propio de la edad que tiene tratamiento específico-, o la toma de algunos medicamentos. La propia manipulación de la próstata favorece la proliferación de estas proteínas. Incluso se puede sufrir un tumor prostático con bajos niveles de PSA.

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De ahí que para certificar la presencia de un cáncer en esta pequeña glándula del tamaño y forma de una nuez se recurra a otras pruebas complementarias como el tacto rectal -aunque un estudio publicado a principios de este año en la revista oficial de la Asociación Europea de Urología ponía en duda su efectividad, varios especialistas siguen defendiendo su utilidad-; una resonancia o una biopsia. Una vez detectado, «el tratamiento consiste en cirugía o en radioterapia. Y en los casos de bajo riesgo, se ofrece la posibilidad de la vigilancia activa, que consiste en realizar tactos rectales, resonancias cada seis meses o un año y al menos una biopsia cada tres años», explica Loizaga.

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