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Fermín Apezteguia
Jueves, 6 de julio 2023, 11:05
El sistema nacional de trasplantes ha vuelto a alcanzar un nuevo hito, que tiene como protagonista al hospital vizcaíno de Cruces. Dos hospitales españoles, el segundo es el Clínic de Barcelona, han participado junto al italiano Azienda Ospedale-Università de Padua en un nuevo trasplante ... cruzado de ámbito internacional. Es el séptimo de tipo renal que se practica en nuestro país y el segundo en el que se benefician no dos, sino tres pacientes. Cada uno de los tres centros participantes aportó un riñón de un donante vivo y recibió otro en una operación perfectamente coordinada, que ha vuelto a poner de manifiesto el liderazgo español tanto en materia de donación de órganos como de trasplantes. En el caso de Cruces, fue un matrimonio de Bizkaia el que protagonizó este intercambio renal exitoso a tres bandas y en tres países diferentes.
«Un dispositivo de este tipo obliga a organizar y afrontar un problema logístico de primer orden, pero los auténticos protagonistas de la historia son los donantes, que entregan uno de sus órganos para salvar la vida de un familiar o un amigo», cuenta para EL CORREO el jefe clínico de Nefrología de Cruces, Gorka García Erauzkin, responsable del programa de Trasplante Renal In Vivo de Euskadi y La Rioja. «La tecnología es capaz de hacer ya cosas tremendas, pero jamás logrará hacer algo tan perfecto como un órgano humano», reflexiona. Al intercambiar donantes, se conforman nuevas parejas de donante-receptor que, sin tener relación genética o emocional alguna, son compatibles entre sí. Es lo que sucedió con el receptor vizcaíno. Su mujer quería donarle un riñón, pero no era compatible, por lo que hubo que buscar otro y lo encontraron en Barcelona. El órgano de la mujer fue a Padua. El que había disponible en esta ciudad acabó en la capital catalana.
La realización de un operativo como el llevado a cabo entre Padua, Barcelona y Bilbao requiere de una minuciosa y concienzuda coordinación entre organizaciones sanitarias, policías y autoridades aeroportuarias. Es necesario posibilitar la extracción de los órganos en el momento adecuado, su traslado en unas condiciones óptimas y, fundamental, su entrega a tiempo. Todo se programó para el pasado 20 de junio, martes.
Las cirugías de extracción se programaron a horas distintas en cada uno de los tres hospitales participantes. Una decisión así busca reducir lo que los expertos llaman el tiempo de isquemia de los órganos, que es el tiempo en que no reciben riego sanguíneo, que cuanto más breve, lógicamente, mejor. El primero en extraer el riñón de su donante fue el centro italiano, que lo envió por carretera desde Padua a Milán para que fuera embarcado en un vuelo en dirección a Barcelona. Eran las once de la mañana.
La nave privada que lo transportó llegó a la ciudad catalana a las 14.25 horas. Entregó su envío y, en ese mismo momento, recogió un segundo riñón con destino Bilbao, a donde llegó a las 15.50 horas. La misma escena se repitió luego en Loiu. Con el tercer órgano donado, el aparato se dirigió de nuevo rumbo a Milán donde aterrizó a las 19.19 horas. Cincuenta y dos minutos después, a las 20.11, comenzaba la cirugía que devolvería la actividad renal al paciente italiano.
En menos de nueve horas se habían logrado entregar tres riñones en tres ciudades europeas. Tres trasplantes habían salvado tres vidas. Una de ellas la de un ciudadano vasco, un paciente de unos 30 años, que requirió una cirugía que se prolongó durante algo más de dos horas. Lo habitual. «Quince días después, los seis se encuentran fantásticamente bien, tanto los donantes como los receptores», confirmó satisfecho el nefrólogo de Cruces.
No es la primera vez que la Organización Nacional de Transplantes (ONT) coordina un operativo de estas características, que sigue siendo noticia por su complejidad y resultado. La institución que dirige Beatriz Domínguez Gil puso en marcha el programa de trasplante renal cruzado en julio de 2009. Desde entonces, la organización ha practicado en nuestro país 318 trasplantes, que incluyen veinte cadenas iniciadas por pacientes altruistas. «Donar un órgano y seguir viviendo con otro es uno de los actos más altruistas que se pueden protagonizar», afirma Gorka García Erauzkin. «A día de hoy, que se viven 80 o 90 años, los riesgos de tener que vivir con un sólo órgano son mínimos, pero cuando vivamos 100 o 120 años, y eso llegará, asistiremos a nuevos desafíos terapéuticos. El panorama -advierte- cambiará por completo».
El programa se internacionalizó diez años después, en 2018, gracias a un acuerdo de colaboración entre España, Italia y Portugal en el marco de la Alianza de Trasplantes del Sur de Europa. Francia, Grecia y Suiza ya han expresado su voluntad de sumarse a la iniciativa, lo que multiplica las posibilidades de los pacientes de conseguir un órgano compatible. Otros países como Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Holanda, Australia y Corea del Sur tienen sus propios proyectos de intercambio.
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