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El actual decreto de alarma que entró en vigor hace una semana no prevé los confinamientos domiciliarios. Por lo tanto, llegados al caso de que el Gobierno atienda las pretensiones de las Comunidades Autónomas, como el SOS que este lunes lanzó Asturias para restringuir ... las salidas de casa ante su crítica situación hospitalaria, se debería aprobar un nuevo estado de alarma, según confirman los juristas consultados.
La consigna oficial del Ejecutivo es la de no adelantar acontecimientos; evitar las comparaciones con las duras medidas dictadas en Francia, Alemania o Italia; y esperar a ver qué ocurre hasta el 9 de noviembre -cuando decae la orden vigente- con los indicadores de la pandemia. Sin embargo, en Moncloa no tienen claro que el aislamiento de las comunidades y municipios y los toques de queda sean suficientes. Es más, tal y como informó este periódico el pasado sábado, sus técnicos trabajan desde principios de la pasada semana en un 'plan b' para el supuesto de que no se pueda frenar la expansión del virus con las actuales restricciones.
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En todo caso, no habría mando único como en marzo y las comunidades, como ocurre desde el fin de la desescalada el 22 de junio, seguirán siendo las «autoridades delegadas», aunque bajo el paraguas de que sería el cuarto estado de alarma decretado por el Gobierno. El Ejecutivo entiende que la situación varía mucho entre unas regiones y otras. Mientras Navarra tiene una incidencia acumulada en los últimos 14 días de más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes, Canarias no llega a cien casos, diez veces menos.
Un marco legal que, pese a las dudas de algunos juristas, habilita la restricción de derechos fundamentales, como la libertad de movimientos o circulación, y que pasaría la criba de los Tribunales Superiores autonómicos en caso de buscar la ratificación judicial de esta medida.
Por lo tanto, serían los Gobiernos autonómicos los que, si llega a entrar en vigor este nuevo decreto, decidan si hacen uso de este nuevo marco normativo y hasta dónde. Y es que la idea del Ejecutivo es dar un «nuevo instrumento» con el que las autonomías puedan superar los actuales confinamientos perimetrales y toques de queda. Otra de las grandes diferencias con el estado de alarma de marzo sería que las comunidades podría mantener abiertos los centros educativos ante la evidencia de que la transmisión en estas instalaciones sigue siendo muy baja.
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Lo que es una realidad es que el fantasma del confinamiento domiciliario sobrevuela España. «Ahora no lo prevemos. Ni estamos trabajando en ello ni lo prevemos», intentó zanjar este lunes el ministro de Sanidad, Salvador Illa, después de que Asturias se convirtiera en la primera comunidad en solicitar formalmente esta iniciativa, la más severa de todas las que tiene sobre la mesa el Gobierno.
El Ejecutivo, siempre según Sanidad, prefiere esperar a comprobar qué resultados dan las restricciones tomadas tras el estado de alarma, principalmente, los toques de queda nocturnos, pero también el cierre perimetral de la mayoría de las comunidades autónomas, la clausura de la hostelería en muchas de ellas o las limitaciones de aforo en comercios. «Pensamos que con el abanico de medidas que están a disposición de las autoridades de las comunidades autónomas es suficiente», remarcó Illa. «Así ha ocurrido, por ejemplo, en Cataluña, donde, sea dicho con toda la prudencia, estamos viendo una cierta estabilización de casos. O en Madrid, donde aplicamos medidas del mismo tipo hace ya unas semanas y hemos visto cómo se ha estabilizado y va bajando», señaló el ministro.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, pidió este lunes a las comunidades que «no entren en una especie de competición para ver quién toma la medida más dura». «Con esta pandemia hemos visto que las cosas no son de un día para otro. Cuando uno toma medidas se tarda entre 10 y 15 días en ver los resultados. Por lo tanto, debemos tener un punto de templanza y saber esperar el tiempo necesario para poder ver los efectos de una medidas muy drásticas, y no entrar en una especie de competición para ver quién toma la medida más dura», resaltó.
Sus palabras, sin embargo, no sirvieron para calmar los ánimos ni para frenar las intenciones de Asturias, que apenas un par de horas después del discurso de Illa solicitó el confinamiento domiciliario durante 15 días. El presidente del Principado, el socialista Adrián Barbón, justificó la decisión en la necesidad de evitar el colapso de los hospitales. «El Gobierno (regional) va a adoptar todas las medidas que tenga en su mano, estamos en un momento crítico», señaló Barbón, que decretó también para su comunidad el cierre total de la hostelería, de la mayor parte del comercio minorista, de los centros comerciales, de los espectáculos y de las clases presenciales de la universidad, además de adelantar el toque de queda a las 22 horas.
El ministro Illa y los responsables sanitarios de Asturias se reunirán este martes por videoconferencia para analizar la situación de la pandemia en el Principado y en la discusión estará la posibilidad de confinamiento, pero Sanidad, en principio, no cederá.
Pese a que España es uno de los países europeos con mayor incidencia del virus, el Gobierno se niega a establecer una medida que, sin embargo, ya han tomado otras naciones: Francia, para el conjunto de su territorio, y Reino Unido y Portugal, para la mayor parte de su población. Entre las comunidades, Andalucía y Castilla-La Mancha hablaron abiertamente de los confinamientos domiciliarios. «No descartamos medidas más duras», aseveró el vicepresidente de la Junta, Juan Marín. Baleares y Cataluña negaron la posibilidad y País Vasco dijo que la contempla sólo como «último recurso».
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