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Las autoridades médicas estadounidenses y europeas tienen una nueva y peligrosa droga de la que preocuparse. Son los nitacenos y han matado ya a más de 200 personas a ambos lados del Atlántico desde que fueron detectados por primera vez en las calles en 2019. ... Y seguramente sean más. «No se conoce el número real de muertes porque no se detectan en los análisis rutinarios de los hospitales. Para detectarlas hay que buscarlas expresamente», asegura Koldo Callado, médico y profesor de Farmacología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), que no tiene constancia de ningún caso en España. Los dos últimos fallecimientos se registraron en el condado de Boulder, en Colorado, el año pasado. Según declararon las autoridades, «durante el año pasado, el condado de Boulder experimentó una disminución en las muertes por fentanilo, lo cual es extremadamente positivo, pero la aparición de nitacenos genera nuevas preocupaciones».
Conocida como 'droga Frankenstein' por la posibilidad de modificar su estructura química para potenciar sus efectos, los nitacenos son una clase de opioides sintéticos que engloban más de 20 compuestos diferentes. Su historia arranca en la década de los años 50 del siglo pasado. Entonces, la empresa química suiza CIBA realizó pruebas con estas sustancias para el tratamiento del dolor, pero nunca fueron aprobados para su uso médico, según explica Christopher Holstege, director del centro de Toxicología de Blue Ridge, en Virginia, en un artículo publicado en 'The Conversation'. «Las pruebas que se realizaron no demostraron que fueran más efectivos que la morfina y otros opiáceos», añade el experto de la UPV/EHU.
Tras años en el olvido más allá de los especialistas en este campo, acabaron en las calles hace cinco años. «Los laboratorios clandestinos solo necesitaban recurrir a la literatura farmacológica histórica para aprender sobre la familia de los nitacenos», aseguraba un artículo publicado en julio del año pasado en la revista 'Cureus', del grupo 'Nature'. Sus efectos son similares a la morfina, la oxicodona, la heroína y el fentanilo, pero su potencia es muy superior. Según las pruebas de laboratorio, algunos de ellos serían entre cientos y miles de veces más potentes que la morfina y entre 10 y 40 más que el fentanilo.
El más conocido en las calles es el isotonitaceno, conocido popularmente como 'Iso' o 'Tony'. Su presencia fue notificada por primera vez al Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías en julio de 2019. Dos años después, en 2021, el ministerio de Sanidad lo clasificó como una droga «al provocar daños para la salud derivados de su aguda toxicidad y de su potencial de crear dependencia o propensión al abuso, considerándose estos daños potencialmente mortales».
Como el resto de nitacenos, se puede consumir en forma de pastilla, polvo o líquido y suele mezclarse con otras sustancias como la heroína, las benzodiacepinas -medicamentos con efectos sedantes- y el mencionado fentanilo. La dificultad para los médicos que tratan estos casos es que, como queda dicho, no se detecta en las pruebas rutinarias de los hospitales. «Hay que buscarla expresamente con análisis especializados. Lo normal es que se detecten cuando se realice la autopsia», explica el especialista vasco. En casos de sobredosis, existen antagonistas de los receptores opioides -sustancias que neutralizan sus efectos- como la naloxona que pueden contrarrestarlo, pero «no hay ensayos clínicos para saber qué dosis son suficientes. Como sus efectos son más fuertes que el fentalino, es posible que se necesiten dosis superiores», dice Callado.
La adicción a los opioides es un problema de primer orden en Estados Unidos. Según las autoridades sanitarias de la primera potencia mundial, en 2022 hubo 110.000 muertes por sobredosis en el país. La causa en el 75% de los casos fueron los opioides, especialmente el fentanilo o alguno de sus derivados. Estas cifras son aproximadamente el doble de las muertes registradas en carretera y duplica la de los fallecidos por armas de fuego.
Los expertos sitúan el origen de esta en la década de los años noventa. Hasta entonces, las autoridades eran reacias al uso de opiáceos contra el dolor por su alto poder adictivo. Entonces, la familia Sackler, fundadora de las farmacéuticas Purdue Pharma y Mundipharma, presionó para que los médicos recetaran un medicamento llamado OxyContin, nombre comercial de la mencionada oxicodona, el fármaco al que era adicto el doctor House. Pero sí enganchaba. 500.000 personas fallecieron en dos décadas por los efectos de su dependencia a esta sustancia. La era de los opioides sintéticos como el fentanilo, todavía más potente, arrancó en 2013.
En España, según los datos del Observatorio Español de la Droga y las Adicciones, el número de defunciones en 2020 por reacción aguda tras consumo de sustancias psicoactivas ilegales se sitúa en unas 974 con la previsión de que vaya al alza.
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