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La piel es el órgano vivo más extenso del organismo y nos protege frente a las infecciones. Cuidarlo no es solo una cuestión estética, sino de salud. Una dieta equilibrada, no fumar, hidratación y protección solar, son las principales armas para conservar la piel ... sana. Una de sus principales funciones es actuar como barrera protectora frente a las infecciones. Sin este tejido que recubre toda la superficie corporal no sería posible mantener la vida. Cuidar la piel desde la infancia, por tanto, no es sólo una preocupación estética, sino una cuestión de salud.
La piel supone el 5% del peso corporal y en un adulto llega a alcanzar una superficie de dos metros cuadrados. Consta de tres capas: la epidermis, que es la más superficial y confiere impermeabilidad; la dermis, que es la capa intermedia, actúa como soporte y está recorrida por vasos sanguíneos, y la hipodermis, o capa más profunda, que es la reserva de energía del organismo.
A primera vista el ser humano es catalogado, por la gran mayoría de sus semejantes, en función de su aspecto externo. De ahí la gran importancia que una buena presencia adquiere en el ámbito de las relaciones humanas. Importancia que se ha acrecentado notablemente en los últimos años, al crecer el protagonismo de los medios relacionados con la imagen.
Nuestra piel es mucho más que un simple recubrimiento del cuerpo. En la práctica, constituye el medio para que los demás perciban la imagen visual que transmitimos, el canal por el que transitan las sensaciones del tacto, y el fotograma que expresa el esplendor o los estragos del tiempo. Y su importancia llega a trascender lo puramente físico. Así, para la sabiduría castellana, despellejar no es sólo quitar la piel sino también destrozar la imagen y la fama de una persona.
Los dermatólogos sabemos por experiencia cómo, en muchas ocasiones, la piel se relaciona e incluso pone en evidencia profundos desarreglos o emociones internas. Es habitual comprobar como deficiencias exteriores son multiplicadas por algunos pacientes alterando su calidad de vida. Por eso, nuestra atención no se ha limitado a curar y cuidar solo de la piel enferma, sino que también ha trabajado para mejorar el aspecto de la sana y prevenir o reducir el impacto de los peligros que la acechan, tratando de preservar su juventud frente al envejecimiento. La Academia de Dermatología se viene preocupando de la puesta al día de sus especialistas en el ámbito de la cosmética y la estética, a través de la actividad de un grupo específico y de una formación continuada que asegure la efectividad del reciclaje.
Por otra parte, la visión integral sobre el tratamiento de la piel nos permite alertar también sobre el riesgo que conlleva el culto excesivo al cuerpo y facilita el diagnóstico y la recomendación más adecuada para cada uno de los pacientes. Por su formación como científico, el dermatólogo está particularmente preparado para descartar la tentación de atender las peticiones de milagros y eliminar las peligrosas obsesiones de quienes desvían hacia el cuerpo lo que es patrimonio exclusivo de la inteligencia o la sensibilidad interior.
De ahí que parezca oportuno, con el nuevo año, facilitar una serie de recomendaciones para mantener la piel sana. Es el siguiente decálogo.
1
Para tener una piel sana se debe mantener una vida sana, una dieta saludable, realizar ejercicio físico moderado, cuidados cosméticos, una actitud positiva y hábitos de prevención de la enfermedad.
2
Una piel de riesgo es aquella que se enrojece fácilmente con el sol, tiene dificultad para ponerse morena, múltiples lunares o manchas, antecedentes personales de cáncer de piel o familiares de melanoma.
3
Busca la sombra y usa de forma juiciosa ropa, sombrero y finalmente, en las zonas expuestas, aplícate un fotoprotector.
4
Un protector solar con un índice inferior a 30 no previene el envejecimiento precoz, ni el cáncer de piel.
5
Acostúmbrate a la autoexploración cutánea mensual y consulta por cualquier herida que no se cure en un mes.
6
En caso de que algún lunar crezca, sangre, duela o produzca picor, acude a tu dermatólogo.
7
No olvides que el cuidado de la piel se inicia con una correcta limpieza e hidratación. Todas las pieles incluso las grasas precisan ser hidratadas. Una piel hidratada es menos susceptible a irritaciones e infecciones.
8
Cumple fielmente el tratamiento prescrito para tu problema dermatológico. La causa más frecuente de fracaso de un tratamiento es no realizarlo.
9
Si tienes un problema dermatológico crónico, no te des por vencido. Aprende a manejar el problema y que el problema no te maneje a ti.
10
El pelo y las uñas son parte de la piel y también merecen ser cuidados.
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