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zigor aldama
Shanghái
Sábado, 8 de febrero 2020, 00:20
En una muestra de ira sin precedentes, los ciudadanos chinos criticaron ayer con dureza a su gobierno por la muerte de Li Wenliang. Este oftalmólogo de 34 años fue uno de los ocho médicos que a finales de diciembre dieron la voz de ... alarma después de detectar el brote de un coronavirus «similar al SARS». En vez de escuchar lo que tenía que decir, las Autoridades le amonestaron por ello y le obligaron a firmar una carta de admonición en la que prometía no extender más rumores. A pesar de conocer el riesgo al que se enfrentaba, Li decidió ponerse en primera línea de fuego de la epidemia y se contagió. Su fallecimiento ha supuesto un duro golpe anímico para una sociedad que ha pasado de la pena a la rabia en cuestión de minutos.
Hasta el punto de que la etiqueta 'queremos la libertad de expresión' se convirtió ayer en una de las más utilizadas en las redes sociales chinas. Para cuando los censores se pusieron manos a la obra, ya era tarde. «La última vez que la gente despertó como ahora fue en 1989», escribió un usuario de Weibo, el Twitter chino, en referencia al movimiento estudiantil que aquel año desembocó en la matanza de Tiananmen. En líneas similares se expresaron muchos otros, en lo que supone una afrenta directa para el liderazgo político del Partido Comunista.
Consciente del peligro político que entraña esta situación, la respuesta de la cúpula del poder también fue rápida. Por un lado, la todopoderosa -y temible- Comisión para la Disciplina anunció que enviará un equipo para investigar lo sucedido y depurar responsabilidades. Se suma así al Tribunal Supremo, que ya criticó el castigo que la policía local impuso a Li. «Habría sido afortunado que la gente hubiese creído entonces los 'rumores' y se hubiese protegido con mascarillas», afirmó el Tribunal en su cuenta oficial. Por otro lado, China considera que Li murió desempeñando su trabajo y que, por ello, sus herederos tienen derecho a recibir una compensación económica de 785.000 yuanes (103.000 euros).
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No obstante, ayer se supo que las autoridades de la provincia de Yunnan también decretaron el arresto de cinco sanitarios acusados de publicar imágenes en las que se muestran las dramáticas condiciones en las que se combate la epidemia. La excusa, en esta ocasión, fue que no evitaron que se viese información personal, por lo que deberán pagar una multa de 500 yuanes (65 euros) y pasar diez días en el calabozo, aunque ese último castigo se ha aplazado por el momento. Finalmente, un ciudadano que publicaba información crítica con la gestión de la crisis sanitaria, Chen Qiushi, desapareció y no se sabe de él desde hace ya dos días.
Mientras tanto, el país continúa combatiendo el coronavirus 2019-nCoV, que se ha cobrado ya la vida de 722 personas y había infectado a más de 34.500. Afortunadamente, la jornada de fue la segunda en la que el número de nuevos contagios retrocedió, dando alas a quienes consideran que el pico de la infección ha pasado o está cerca. El propio presidente chino, Xi Jinping, telefoneó a Donald Trump para asegurarle que China es capaz de controlar la epidemia. No obstante, en el crucero que se encuentra bajo cuarentena en Japón, el número de infectados entre los 3.700 pasajeros del buque se triplicó y alcanzó los 61.
La secuencia genética del coronavirus de Wuhan coincide en un 99% con la de una cepa detectada en el pangolín. Por eso, los responsables del estudio que ha arrojado estos resultados consideran que el origen de la epidemia puede estar en este pequeño mamífero en vías de extinción, considerado una delicia culinaria en China. Además, en el gigante asiático se otorgan propiedades medicinales a las escamas que componen su armadura, por lo que el salto a los seres humanos podría ser más sencillo que directamente desde un murciélago. Según los científicos de la Universidad Agrícola del Sur de China, el pangolín podría haber hecho de puente entre el roedor volador y el ser humano.
«Por un lado, esperamos que nuestro estudio sirva para advertir a la población sobre el consumo de animales salvajes. Por otro lado, queremos compartir estos resultados con otros especialistas para buscar otros intermediarios y lograr así contener la epidemia», explicó Shen Yongyi, uno de los profesores que han realizado el estudio, a la agencia Xinhua. «Pero, como no hemos podido analizar los animales directamente responsables de la epidemia actual, no podemos confirmar que el virus haya pasado de ellos a los humanos», advirtió. No en vano, otros científicos consideran que el estudio no es lo suficientemente completo como para descartar que murciélagos o serpientes sean los responsables de la crisis sanitaria que tiene en vilo al mundo.
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