La palabra de moda es descarbonización pero la realidad es que todavía está lejos de que se aplique y garantizar la protección medioambiental en el mundo. Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (IAE, por sus siglas en inglés), lejos de ... reducirse, el consumo de este mineral está aumentando y la previsión es que aumente en los próximos tres años. La necesidad de electricidad de los países asiáticos es la gran responsable de esta caída. Y, por primera vez, los requerimientos de las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial marcan también la agenda.
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Según los datos de la IAE, este año se ha alcanzado un récord en el consumo de carbón -uno de los más contaminantes y con efectos más duraderos-, con un total de 7.800 millones de toneladas utilizadas por la industria. Un tercio de esta cantidad la ha empleado China, que sigue dependiendo de este producto para poder satisfacer su demanda eléctrica pese a las inversiones en fuentes renovables o energía nuclear. Esta demanda de energía procedente del carbón tiene que ver con las crecientes necesidades de la industria pero también con un factor totalmente nuevo: el volumen desmesurado de electricidad que requieren los bancos de datos y la inteligencia artificial. Grandes empresas como Meta o Google, por ejemplo, ya están anunciando que sus programas digitales van a necesitar la reapertura de centrales nucleares o la puesta en marcha de pequeños reactores atómicos que garanticen el suministro eléctrico. El cada vez mayor consumo de la IA -una consulta a ChatGPT, por ejemplo, consume tres veces más electricidad que una en Google- y su implantación en todo tipo de procesos hace que la demanda de energía se haya disparado.
Según la IAE, las perspectivas del consumo futuro de energía eléctrica hacen que esté previsto un estancamiento de la energía procedente del carbón en 2027, pero este optimismo tiene matices. Para empezar, las oscilaciones del clima van a ser determinantes. Si se registran inviernos más fríos y veranos más calurosos en China, el consumo va a aumentar por las necesidades de calefacción y de refrigeración, con lo que las expectativas a nivel global podrían trastocarse.
Pero lo mismo sucede en Europa y Estados Unidos, donde sí se están desarrollando políticas avanzadas a la hora de proteger el medioambiente. En estos países, «el uso del carbón se estaba reduciendo pero esta desacelaración ahora está siendo más pequeña», asegura la IAE. Esta institución, además, prevé que si los requerimientos de electricidad en Europa y USA aumentan, la utilización del mineral lo hará igualmente. La organización internacional advierte de dos factores positivos. El primero es que para 2025 está previsto que en ambos continentes las políticas ambientales permitan que el consumo suponga menos de la mitad que la cantidad utilizada por India. El segundo factor es simbólico. En septiembre de 2024 se cerró la última central eléctrica de carbón en Reino Unido, el país que precisamente impulsó la revolución industrial gracias a este mineral.
Si en el lado del consumo de carbón se están alcanzando récords pese a las políticas medioambientales, en el lado de la producción sucede lo mismo. La IAE espera que se superen los 9.000 millones de toneladas extraídos en 2024, un cifra nunca antes alcanzada. Los tres mayores productores mundiales -China, India e Indonesia- están aumentando sus explotaciones. Un ejemplo paradójico es el de Australia, que ha pasado a ser el cuarto mayor productor mundial. Este dato se produce por varias circunstancias. Para empezar, Rusia se ha visto afectada por las sanciones que la comunidad internacional le impuso por la invasión de Ucrania. Estados Unidos, por otro lado, está recurriendo a otras fuentes de energía. Y Australia ha decidido aprovechar que la demanda ha aumentado para pisar el acelerador en sus minas. Aunque los precios del carbón han bajado con respecto a la gran subida que se produjo tras el ataque de Rusia a Ucrania, todavía siguen altos y garantizan la rentabilidad de las minas. En este sentido, el valor de la tonelada de carbón térmico importado en Europa ha alcanzado este año los 120 dólares. En el periodo 2017-19 costaba 80 dólares.
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