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Electrochoque
La autorización de un juez gallego a un tratamiento de electroshock reaviva el debateEl uso de descargas eléctricas en psiquiatría vuelve a estar en el centro de la polémica. Lo ha puesto de actualidad el caso de un joven gallego que recibe terapia electroconvulsiva por orden judicial y en contra del deseo expresado tanto por el propio paciente ... como por su familia. ¿Tiene sentido en el siglo XXI este tipo de tratamiento?
Los psiquiatras no lo dudan y, de hecho, son cada vez más quienes lo defienden. En España, en torno al 90% de la profesión aboga por el uso del electroshock para casos muy puntuales y en unas condiciones que «en absoluto» tienen que ver con la imagen social que contribuyeron a extender películas clásicas como 'Alguien voló sobre el nido del cuco'. «¿Alguien duda en aplicar una descarga eléctrica en el corazón a una persona que haya sufrido un paro cardiaco?», defiende el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Manuel Martín. «Los médicos sólo buscamos el bienestar de nuestros pacientes».
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Fermín Apezteguia
Iván es un chico de 30 años que el pasado 9 de febrero tuvo que ser ingresado en el Complejo Hospitalario de Santiago tras sufrir un brote psicótico. Los psiquiatras que le atendían ordenaron su internamiento y pidieron permiso a la familia para aplicarle lo que técnicamente se conoce como terapia electroconvulsiva (TEC). Los padres se negaron y los médicos recurrieron a los tribunales de justicia. La inexistencia de otro tratamiento y el «riesgo grave e inminente para la integridad física del paciente», que amenazaba con suicidarse, llevaron al magistrado a autorizar el tratamiento.
El TEC fue introducido en la práctica médica por dos especialistas italianos, el neurólogo Ugo Cerletti y el psiquiatra Lucio Bini. Ocurrió hace menos de un siglo, en 1938, en una época en la que no existía fármaco psiquiátrico alguno. El procedimiento, indicado originalmente para la melancolía y las psicosis graves, consistía en provocar una crisis convulsiva haciendo pasar por las sienes del paciente despierto una corriente eléctrica de algo más de 100 voltios durante breves segundos.
Los pacientes sometidos a la terapia se dividían entonces entre quienes experimentaban grandes mejorías y los que sufrían graves daños cerebrales. Los avances experimentados en el último medio siglo, tanto desde el punto de vista de la tecnología como farmacológico, han cambiado de manera radical la visión de la profesión sobre la electroterapia y su práctica clínica. En la actualidad, en España sólo Asturias y parcialmente Andalucía rechazan el uso de este tratamiento, «más por razones ideológicas que científicas», argumenta el presidente de la Sociedad Vasco Navarra de Psiquiatría, Iñaki Zorrilla. «Hay una corriente de opinión que demoniza la psiquiatría y, dentro de ese movimiento, se enmarca el rechazo al tratamiento».
El electrochoque, detallan ambos expertos, no es lo que era. La terapia ya sólo se utiliza como último recurso, cuando ha fracasado toda alternativa terapéutica, en casos rebeldes habitualmente de depresiones severas. La manera en que se lleva a cabo tampoco tiene nada que ver con la original.
El paciente se encuentra ahora «perfectamente monitorizado», con sus constantes vitales vigiladas permanentemente. Antes de someterse al tratamiento recibe sedación parcial para reducir el impacto psicológico y fisiológico inducido por el estrés. El psiquiatra que atiende al afectado asiste a la sesión. Si se trata de una mujer embarazada, también su ginecólogo. La descarga eléctrica con la que se busca la reactivación cerebral es, además, mucho menor que hace un siglo y ajustada a las necesidades del paciente.
La descarga provoca una estimulación eléctrica del metabolismo cerebral y la reactivación de los neurotransmisores. Al menos en el 80% de los casos se logra la remisión de la enfermedad o una mejoría notable. «Los médicos estamos para aliviar el sufrimiento de nuestros pacientes», argumenta Manuel Martín. Mientras no tengamos otra alternativa, ésta, aplicada del modo en que hoy se hace, es una alternativa segura y eficaz».
Indicaciones clínicas
Depresiones severas Son las que no responden a tratamiento farmacológico y generan un profundo dolor emocional en el paciente. Especialmente cuando se da desconexión con la realidad (psicosis). A menudo, con riesgo de suicidio. Suponen el 90% de los casos en que se recurre a la técnica.
Manías graves Euforia intensa, agitación o hiperactividad ligada a trastorno bipolar.
Catatonia Caracterizada por falta de movimiento, movimientos extraños, pobreza del habla. Se asocia a esquizofrenia.
Embarazadas, con terapias cuya suspensión temporal entraña riesgo grave Suele usarse en el primer trimestre de embarazo, cuando la medicación puede causar más daño fetal.
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