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Salvador Arroyo
Bruselas
Martes, 3 de marzo 2020, 19:44
El pesquero reconvertido en buque de auxilio a refugiados, Aita Mari, de la ONG guipuzcoana Salvamento Marítimo Humanitario, volverá a zarpar en los próximos días desde Siracusa hacia la zona de rescate del Mediterráneo, en aguas de Malta, Libia e Italia. Es el pasillo ... por la que transitan muchas embarcaciones endebles que pretenden llegar a Lampedusa y Sicilia y acaban a la deriva con cientos de personas a bordo. En esta nueva etapa el Aita Mari se va a enfrentar a una nueva restricción «excepcional» de las autoridades italianas: la cuarentena por el coronavirus.
Tanto el Sea-Watch como el Ocean Viking, los otros buques de asistencia humanitaria que surcan esas aguas, están siendo obligados a permanecer en el exterior de los puertos, en zona de fondeadero, durante un periodo de quince días, después de desembarcar a las personas rescatadas. El Ocean Viking, operado por Médicos Sin Fronteras, está así atracado en Sicilia después de desembarcar a 276 personas. Su personal debe incluso ofrecer a las autoridades italianas información diaria sobre temperatura y estado de salud.
«Son medidas que se aplican sólo a los barcos de rescate, no a otros buques mercantes o pesqueros»; una forma sutil de torpedear la acción de estas organizaciones, denunció este martes en Bruselas, Iñigo Mijangos, presidente de la ONG vasca. Una queja que trasladó a los representantes de la Comisión Europea en el contexto de una reunión, en la que participaron otras ONGs y en la que, precisamente, se les intentaba convencer de todo lo contrario: de que hay voluntad por parte del equipo de la nueva presidenta Ursula Von der Leyen de «dar un giro a las políticas de rescate y ayuda humanitaria». El Ejecutivo comunitario les transmitió el deseo de actuar con una «mayor sensibilización»; de descriminalizar su labor. Pero no hay pasos concretos.
De hecho, la «medida sutil» que ha comenzado a poner en práctica el Gobierno italiano, se interpreta como ejemplo de que nada ha cambiado de momento. «Situaciones excepcionales, solo para los barcos de rescate». Una cuarentena de quince días que podría extenderse a treinta, como «al parecer ha sugerido algún funcionario del Ministerio de Interior» italiano, advertía Mijangos.
Tras la salida del Gobierno italiano del ultraderechista Matteo Salvini, la relación con Italia de las ONGs es «correcta» a nivel institucional. Se solicita puerto a través del país de bandera, luego se les adjudica el puerto y «nos aplican rigurosamente la legislación y no podemos decir nada».
Con el foco puesto en la tensión que existe en la frontera entre Grecia y Turquía y el posible estallido de una nueva crisis migratoria, Mijangos ha expresado su solidaridad con los miembros de la asociación de ayuda humanitaria guipuzcoana Zaporeak, que sufrieron las agresiones de grupos de extrema derecha tras realizar un reparto de comida en el campo de refugiados de Moria. «Imagino la sensación de indefensión y de miedo. Nosotros estamos sufriendo por nuestros compañeros la impunidad con la que actúan estos grupos extremistas. Estamos muy preocupados», remarcó.
Desde Médicos Sin Fronteras se ha denunciado también que se han visto obligados a cerrar la clínica pediátrica frente al campo de Moria por razones de seguridad. «Estamos esperando garantías de las autoridades para poder reabrirla», planteaba Marco Sandrone, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Lesbos.
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