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Daniel Roldán
Jueves, 12 de marzo 2015, 14:17
Humanizar y acompañamiento. Dos palabras que las representantes de las doulas, unas 300 asociadas en España, han repetido hasta la saciedad en su defensa sobre la labor de estas mujeres. Un trabajo que el Consejo General de Enfermería puso en solfa hace unas semanas en ... un informe que ha sacado a la luz una actividad que se lleva realizando desde hace tres lustros en España
Un tiempo que este colectivo no ha aprovechado para darle un cariz más oficial a su profesión de acompañamiento, de atender a todo lo que las madres necesitan. Nosotros no interferimos. No solucionamos problemas sanitarios, asegura Beatriz Fernández, presidenta de la Asociación Española de Doulas.
Su labor es la de atender a las madres o sus familias (sobre todo en los partos en casa) pero no indicar soluciones médicas. Es fundamental la comunicación con sus matronas porque nosotras no somos profesionales sanitarias, comenta Fernández, que ha insistido en que las mujeres son las que deciden en todo momento. Como por ejemplo, si quieren comerse su placenta, aunque ellas no lo recomiendan. No hay ninguna evidencia científica sobre esto, ha apuntado Francisca Muñoz, de la Asociación Red Circular de Doulas.
En cuanto al informe de las enfermeras, apoyadas por las matronas, las doulas han tomado la decisión de exigir al Consejo su inmediata retirada, además de acudir a la defensora del pueblo, Soledad Becerril, para que les ampare ante estos ataques contra una práctica que adolece de muchos problemas. En primer lugar, no está homologada y su formación carece de un control por parte de las autoridades. Puede acudir quién lo deseé. No hay ningún casting tampoco para hacer un curso de diseño web, por ejemplo, ha argumentado Fernández.
El único límite que se imponen, según han declarado, es la intervención sanitaria, algo a lo que no están preparadas. Ambas representantes han criticado a las compañeras que se exceden de ese acompañamiento y han asegurado que están buscando normalizar la profesión, con la creación de un código ético y una reglamentación de la que carecen, además de un mayor control de las practicantes. En cuanto a las tarifas, Muñoz ha afirmado que no hay una tabla fija y que varía. Por ejemplo, una atención antes, durante y en el posparto puede alcanzar los 800 euros.
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