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Daniel Roldán
Jueves, 5 de marzo 2015, 14:12
El 28 de marzo de 2014, el personal sanitario de Guinea apreció en muchos de sus pacientes unos síntomas muy parecidos a la malaria en sus primeras estaciones, pero que golpeaba con mayor virulencia. Era el ébola. Saltó a Sierra Leona y Liberia y, después ... y en menor medida, a Nigeria. Un año después, 9.807 personas han muerto y 23.969 han sido contagiadas, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que destaca un incremento de 132 casos en la última semana.
Un repunte pequeño que ha puesto en alerta a las organizaciones que trabajan sobre el terreno. No somos capaces ahora de saber la cadena de transmisión. Tenemos que trabajar en ello, asegura Teresa Sancristóval, responsable de la Unidad de Emergencia de Médicos Sin Fronteras (MSF).
La OMS ha anunciado que el próximo sábado comenzará la fase III de una nueva vacuna contra el ébola, la VSV-EBOV desarrollada por la Agencia de Salud Pública de Canadá. Esta iniciativa cuenta con la ayuda de Médicos Sin Fronteras, el Instituto Noruego de Salud Pública y el Gobierno de Guinea, donde se realizará los ensayos. La vacunación tendrá lugar en la zona se llevará a cabo en el Bajo Guinea, la región que en la actualidad cuenta con el mayor número de casos en el país. La estrategia adoptada juicio será vacunación en anillo, la misma táctica usada para para erradicar la viruela en la década de 1970. Esto implica la identificación de un caso de ébola y el rastreo de todos sus contactos, que son vacunados si dan su consentimiento.
Esta organización ha hecho balance del primer año de la epidemia de ébola más grave de la historia. Una catástrofe que ha llevado hasta el límite a la organización, según Joan Tubau. El director general de MSF ha denunciado que en muchas ocasiones se han sentido solos en la lucha contra el virus debido a la parálisis de los gobiernos y de los propios organismos de Naciones Unidas.
La respuesta institucional ha sido lenta y escasa, con poca voluntad y visión política de cuál iba a ser la respuesta contra la epidemia, ha señalado. El desinterés en los primeros meses agravó el ébola, indica Tubau, que destaca que esta pandemia ha sido diferente por ser urbana y transfronteriza. La OMS tampoco se ha librado de las críticas. Tuvo un papel menor en la primera fase, hasta el verano. La epidemia ha demostrado la falta de capacidad operativa de las organizaciones de la ONU, apunta Tubau que, no obstante, carga más contra los estados por su falta de actuación.
Como el Gobierno. España no ha tenido un papel importante. Podía haber mandado personal civil y militar como la UME (Unidad Militar de Emergencia), explica el responsable de Médicos Sin Fronteras. Tampoco la aportación económica es importante: sólo ha aportado el 0,4% de los fondos necesarios (9 millones).
Por otra parte, la ONG cierra en Madrid (al lado del museo Reina Sofía) la exposición que ha pasado por cinco ciudades españoles para enseñar cómo es un centro de tratamiento, dentro de la campaña Stop Ébola. Una iniciativa que ha recaudado 3,5 millones gracias a las donaciones de 270.000 personas.
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