Ana Luna y Fran Simón, en las puertas de su casa de Las Manchas. D. Chiappe

«No sabíamos que éramos tan fuertes para soportar todas estas cosas»

Después de 26 meses de la erupción del volcán de La Palma, las personas mayores, que representan una de cada cinco personas y que han sido las más perjudicadas de la zona, luchan por sobrevivir

Sábado, 2 de diciembre 2023, 13:05

Al pie del volcán, Ana Luna y Fran Simón viven en una de las casas más antiguas de Las Manchas, un domicilio de seis puertas, salvada por el capricho de las coladas. Sin embargo, los temblores y la ceniza carcomieron sus paredes y enseres, y ... la gasolinera cercana no volvió a abrir. «Somos dos pelagatos en un desierto», se define Simón, de 69 años.

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No tienen vecinos y en lo alto de la cima necesitan utilizar el coche para cualquier compra o visita. Hace un año era peor y tenían que darle la vuelta a una isla cortada en dos. «El aislamiento es terrible. Estamos muy solos», sostiene Luna, de 71 años. Sus hijos viven en otros lugares de España. La pareja llena su tiempo en busca de compañía en cursos de formación de la Cruz Roja. Él, en fontanería y carpintería. Ella, computación.

«No nos ayuda ser personas mayores, porque no encontramos empleo», resume Luna. En la zona afectada por el volcán, una de cada cinco personas tiene más de 64 años, según los datos de un informe del gobierno canario, y el empleo se basa en la construcción, la hostelería y la agricultura. «Buscan gente para cargar piñas, ser aparcero de las plataneras o camionero. Un perfil que no tiene todo el mundo y que exige resistencia física», ratifica Melania Martín, de Cáritas. «Los mayores son los más afectados en Las Manchas y Todoque. Si perdieron la vivienda no tienen para un alquiler, van a donde sus hijos o a casas modulares y quedan desorientados y sin vínculos».

Luna y Simón sobreviven sin renunciar a sus planes: remodelar la casa, montar un negocio de comida y ella dedicarse a dar clases de química y física y él, a la fontanería. «No sabíamos que éramos tan fuertes para soportar todas estas cosas», dice Ana, y él ratifica: «No hay palabras para decir lo que hemos hecho».

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