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Decididamente no son buenos tiempos para divorciarse, entre otras cosas porque el desamor no sale gratis. Sabido es que la ruptura del matrimonio supone un deterioro económico para los dos miembros de la pareja. Quizá esta circunstancia explique por sí sola los datos del ... Instituto Nacional de Estadística (INE), que ha constatado que durante el año pasado los divorcios alcanzaron la cifra de 91.645, lo que supone un descenso del 3,8% con respecto a 2018. Otro estudio similar confirma la caída abrupta de las demandas de divorcio y separación durante el segundo trimestre del presente año, un desplome que tiene mucho que ver con el confinamiento. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) confirma, asimismo, que las demandas de disolución matrimonial de marzo a junio se derrumbaron un 42,1%. Y no es que los españoles apostaran repentinamente por la paz conyugal, sino que el virus obligó a los tribunales a suspender prácticamente su actividad.
De acuerdo con las cifras del INE, casi todas las rupturas habidas fueron divorcios (91.645), lo que supone el 96,1% de todos los procesos. Esta cifra contrasta con las 3.599 separaciones, contabilizadas que experimentan una reducción del 12,2%. Las nulidades fueron muy pocas, del orden de 75, lo que significa una rebaja del 18,5% con respecto a 2018.
Según la presidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia (Aeafa), María Dolores Lozano, el quebranto económico que inflige a los cónyuges la disolución de la pareja es todo un elemento disuasorio a la hora de dar ese paso: «Una separación o un divorcio siempre empobrece la unidad familiar. Si los ingresos son holgados no hay problema, pero si son modestos sí. Basta con imaginar a un matrimonio con dos niños en que los dos cónyuges son mileuristas y tienen una hipoteca de 800 euros a pagar en 30 años. Sobrevivir así resulta muy difícil si se reparten los bienes».
Carmen de la Haza, de la firma Abogados de familia Serrano, pone el acento en que los divorcios han disminuido porque los matrimonios también lo han hecho. «La gente joven cada vez se casa menos y no se contabilizan las separaciones de las parejas no casadas».
De acuerdo con el estudio del INE, el 78,9% de los divorcios en el año 2019 fueron de mutuo acuerdo, mientras el otro 21,1% restante contencioso.
Uno de los datos más destacados es que la custodia compartida cuando existen hijos en común fue otorgada en el 37,5% de los casos, tanto de divorcio como de separación. Ello quiere decir que en siete años casi se ha duplicado su número, desde las 9.497 de 2013 (el ejercicio de inicio de la serie) hasta las 18.350 concedidas en 2019. «Esto se debe en gran parte a que el Tribunal Supremo dictaminó que la custodia compartida no podía ser algo residual. Con esta fórmula normalmente no hay pensión de alimentos y el uso del domicilio familiar ya no se tiene por qué atribuir a la madre», aduce Carmen de la Haza.
El estudio constata que la duración media de los matrimonios hasta la fecha de la resolución fue de 16,7 años. Los que se extinguieron a causa de un divorcio tuvieron una vida media de 16,5 años, mientras que las uniones que acabaron en separación se prolongaron por espacio de 23,2. Lozano apunta al respecto que la primera crisis de una pareja suele acontecer al quinto o sexto año de convivencia, y que a los quince o más se decide la separación.
Pese a que el mayor número de divorcios se produce en la franja de edad entre 40 y 49 años, tanto en hombres como en mujeres, «a veces ocurren en matrimonios mayores», apunta la presidenta de Aeafa. En estos casos la pareja suele haber asumido el rol tradicional al que estaban acostumbrados nuestros abuelos: un marido que trabaja y una mujer que no ha cotizado porque se ha ocupado de la casa y la crianza de los hijos. «Uno de los dos progenitores queda en una situación económica muy difícil. Incluso si se reparte a la mitad la pensión de jubilación, los ingresos no bastan para vivir, de manera que los hijos tienen que ayudar económicamente a los padres», apunta la abogada.
Lozano subraya que la ley española de 2005 suprimió las causas legales de separación y divorcio en España. Aun así, la infidelidad sigue siendo el principal motivo que induce a la pareja a romper. «Le siguen la incompatibilidad de caracteres, la falta de entendimiento por comportamiento inadecuado y la violencia».
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