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El fallecimiento del papa Francisco ha conmovido a todos los miembros de la Iglesia, pero especialmente a los que le conocieron y gozaron de ... su confianza. Entre ellos, a tres riojanos que gozaron del favor del sumo pontífice, que les nombró para distintos cargos: Celso Morga, que fue designado por el argentino para ocupar el arzobispado de Mérida-Badajoz; Abilio Martínez, nombrado obispo de Osma-Soria; y Alberto Vera Aréjula, designado primero obispo titular de Nova Barbara, posteriormente obispo auxiliar de Xai-Xai y, en 2018, obispo de Nacala (Mozambique).
El aguilareño que desarrolla su labor pastoral en África ha podido disfrutar en numerosas ocasiones de la cercanía de Francisco. «La Diócesis de Xai-Xai está hermanada con la de Buenos Aires y el entonces obispo Julio Langa, que ahora es cardenal, era muy amigo de Bergoglio. Así que cada vez que iba a Roma me trataba con mucha cordialidad, nos llamaba con él, me preguntaba por la salud de Langa...», recuerda Vera Aréjula, al que la muerte de Bergoglio le ha pillado volviendo a Mozambique.
La última vez que se encontraron fue el pasado septiembre, en una visita canónica. «Tuvo un gesto maravilloso porque nos llamó a hablar con él antes de la hora prevista y estuvimos hasta el mediodía, sin prisas, con toda la cordialidad», rememora.
En esa cita hablaron de Mozambique y de las muchas vocaciones que están surgiendo, pero podían haber dialogado también sobre la pobreza o el subdesarrollo, preocupaciones compartidas por ambos. «Ha sido un Papa muy propio de este tiempo, sin pelos en la lengua. Llamaba a las cosas por su nombre y se preocupaba de la pobreza y de lo que él denominaba la periferia. Quería que la guerra, que siempre sirve para el que rico se haga más rico y el pobre más pobre, se acabara; que cesase el sufrimiento, que en Mozambique no se robasen materias primas, que es otro robo del rico al pobre, y luchaba por acabar con por el hambre, se preocupaba por las migraciones...», añade este aguilareño. «Dios le tendrá ya en el Cielo», remacha.
Aunque Celso Morga tuvo una relación más estrecha con Benedicto XVI, también conoció bien a Francisco. El de Huércanos recuerda especialmente cuando el sumo pontífice le llamó para hablar de su próxima misión en la Iglesia. «Yo llevaba 25 años en Roma y él me dijo que eran demasiados años de oficina, que debía estar con la gente y que era el momento de volver a España, al Arzobispado de Mérida-Badajoz», dice. «En un principio me costó, pero al poco tiempo me di cuenta de que había acertado. Él entendió que era el momento preciso y me lo hizo entender», agradece.
Tras su renuncia, aceptada por el Papa en 2024, Morga volvió a Huércanos, desde donde analiza la figura del argentino. «Lo definiría como una persona muy empeñada en que todos tuvieran las puertas abiertas de la Iglesia, sin dejar a nadie en la orilla, incluso a los que piensan que la Iglesia les es extraña. Y también su empeño por escuchar y atender a los pobres y a los marginados», resalta.
Profundo conocedor de Roma y sus entresijos, Morga sabe que «las elecciones son siempre difíciles». Y parafrasea al cardenal Newman al decir que «la Iglesia siempre está en el Huerto de los Olivos». «En la elección hay una acción humana, pero también del Espíritu Santo. Así que nos toca rezar», añade.
El último riojano agasajado con la confianza de Francisco fue Abilio Martínez, nombrado obispo de Osma-Soria en 2017, y que este lunes se topaba con una noticia triste y sorpresiva. «Es un dolor profundo. Todos sabíamos que se encontraba delicado, pero has estado hasta el último momento dando ejemplo de servicio a la Iglesia», reconoce. El obispo autoleño también ha tenido la oportunidad de dialogar en diversas ocasiones con el sumo pontífice, en su condición de obispo, pero también en visitas con seminaristas. «Era un Papa cercano, que seguía todos los acontecimientos de la Iglesia, también de la española, y que nos deja una Iglesia cada vez más entregada a los pobres, a la paz y a la ecología integral, con esa conexión tan necesaria entre medio ambiente y sociedad», analiza.
Ahora llega el momento de un cambio que siempre cuenta con vicisitudes. «Ya rezamos por el papa Francisco y por el futuro papa, para que siga llevando el timón de la Iglesia en medio de tantas situaciones complicadas», concluye Martínez.
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