Escribir a mano estimula el cerebro R. C.

Al rescate de la letra manuscrita

La hiperconexión digital ha arrinconado la vieja costumbre de escribir a mano. Los expertos recuerdan que el boli y el papel desarrollan la capacidad de concentración

Domingo, 12 de febrero 2023, 18:35

Daniel Arias Aranda, un catedrático de la Universidad de Granada (UGR), ha incendiado las redes sociales con una incisiva carta donde pone en solfa el nivel educativo del alumnado. En la misiva, que ya lleva más un millón de visualizaciones entre Linkedin y Twitter, detalla ... su experiencia en el aula, pero también reflexiona sobre las limitaciones expresivas de los estudiantes, tanto las orales como las escritas, favorecidas por un entorno virtual que ha hecho languidecer la escritura a mano. «No se hacen dictados en los colegios», se lamenta Arias. Empujados por los nuevos tiempos digitales, los colegios han ido abandonando la enseñanza de la caligrafía, más aún tras una pandemia que ha acelerado la educación online, relegando la escritura manuscrita.

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Los expertos creen que el dictado tradicional, omnipresente en las aulas de los 70 y 80, no siempre funciona como un método eficaz de enseñanza de la ortografía. Pero hay un amplio consenso en que las nuevas tecnologías (las pantallas y los teclados, reales o virtuales, del ordenador, la tableta o el móvil) han acabado por arrinconar a la palabra manuscrita, lo que se ha traducido en una pobreza léxica de nuestros jóvenes y el reiterado uso de los mismos vocablos para expresar ideas diferentes.

«Con 300 o 400 palabras cubren cualquier necesidad expresiva, lo que es un verdadero disparate», dice Fernando Carratalá, de 75 años, vicedecano del Colegio Oficial de Docentes, catedrático jubilado de Instituto de Lengua y Literatura y profesor en la Universidad de Mayores. «En las redes se lleva a gala ser económicos, con un mensaje lo más breve posible y así se mutila el lenguaje», opina Carratalá, cansado de ver en el universo virtual palabras sin tildes, con deficiencias ortográficas y frases sin los necesarios signos de puntuación. «Si eso lo haces en un papel te llaman inculto».

«Las redes sociales han traído un empobrecimiento clarísimo del léxico, sobre todo de la capacidad de redactar, que no solo es aglutinar palabras sino desarrollar un pensamiento complejo», señala Carratalá, autor del libro 'La enseñanza integrada de la ortografía y el vocabulario', editado por la Comunidad de Madrid y disponible en internet. «Escribimos menos con boli y papel, y no hay nada mejor que tu propio manuscrito», apunta el veterano docente, que también cree que la letra impresa se lee cada vez menos, y que, en general, los hábitos de lectura «han empeorado», lo que limita el vocabulario.

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Mejor tomar apuntes a mano

«Ha sido una locura. Tengo el correo lleno. En Linkedin ha tenido 700.000 impactos y en Twitter, ha superado los 350.000. Aunque solo sea por eso, me alegro de que se hable de educación en este país». Lo dice Daniel Arias, el profesor universitario que ha revolucionado las redes con una misiva en la que, entre otras cosas, critica el empobrecido léxico de sus alumnos. «Tu vocabulario es muy básico y se limita a verbos débiles (hacer, ser, estar) en lugar de específicos como desarrollar, evolucionar, ampliar», apunta en su carta abierta este catedrático de la Facultad de Económicas de la universidad granadina.

Arias, de 50 años, la mitad de ellos como profesor universitario, ha constatado cómo el empuje de las tecnologías digitales y el mal uso que con frecuencia se hace de ellas ha mermado la fluidez para expresarse de los jóvenes. «No se hacen dictados en los colegios. Hay falta de vocabulario, hay un problema con la lengua y con la capacidad de expresión, y por extensión con la escritura. Si tú no sabes expresarte bien es imposible escribir bien», opina el docente, que, cuando ve a sus alumnos llegar al aula el primer día de clase con sus portátiles para tomar apuntes, les pide que mejor utilicen bolígrafo y papel porque ayuda a concentrarse, asentar los conocimientos y a estructurar mejor las ideas. «Además mientras tomas notas en un folio, hay más flexibilidad, puedes poner una flecha en un margen, hacer un apunte pequeño en otro… lo que hemos hecho todos siempre, tomar apuntes y luego pasarlos a limpio. Y eso te permite hacer un doble repaso y aprovechar mucho mejor la hora que has estado en clase».

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Un ejercicio mental

Lo cierto es que recibir una postal o una carta manuscrita se está convirtiendo en algo tan extraordinario como agradecido. Rosario Casas Bartolomé, vicepresidenta de la Asociación Colegial Profesional de Peritos Calígrafos y Técnicos en el Análisis de la Escritura (APPTAE), decana en España de esta especialidad, lamenta que se esté perdiendo el hábito de escribir a mano, «que es una actividad cerebral, y si se pierde esa actividad es como si pierdes capacidad de lectura o de estudio». «Además la escritura de cada persona es como un adn que nos distingue, mientras que el teclado nos hace a todos iguales», comenta.

Casas, que es grafóloga, perito calígrafo y documentóloga, anima a practicar la escritura «tranquila» a mano, a coger papel y boli y acostumbrarse a escribir textos largos «sin abreviaturas» (en los guasap es común sustituir la palabra 'que' por una 'q' o una 'x' en vez de un 'por') y evitando el lenguaje coloquial de las redes. «Los jóvenes han perdido la costumbre de escribir a mano y ya no tienen esa capacidad de expresarse de forma manuscrita. Hay chicos que no vuelven a escribir en papel nunca. Y cuando lo tienen que hacer les cuesta porque están acostumbrados a utilizar expresiones cortas y un vocabulario escaso, cuando no deficiente. Esa forma rápida de escribir los guasaps, de sintetizar, lo trasladan al papel, copiando los mismos patrones», explica.

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A su juicio, el problema no es la mala letra «que viene dada porque no tienen costumbre de escribir, sino la lingüística, la forma de redactar y de expresarse. Se están perdiendo palabras en español que son de una calidad extraordinaria».

En esta misma línea se pronuncia el también grafólogo y perito calígrafo, Fernando Ruiz, secretario de la Asociación Profesional de Peritos Judiciales y Detectives Privados, con sede en Bilbao, que destaca el «importantísimo» ejercicio mental que supone la escritura manuscrita, por ejemplo en la concatenación de ideas. «Los chavales han perdido esa capacidad reflexiva que da la escritura manuscrita. Y tampoco se incentiva en los centros escolares, por ejemplo, con los dictados».

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Para Ruiz, de 60 años, esta vieja práctica ayuda a engrasar la mente mediante la atención. «Tú escuchas una frase o una palabra, la retienes, la procesas en tu mente y luego la vuelcas sobre el papel. Y mientras la transcribes, estás escuchando otra frase a continuación para hacer la misma operación».

El grafólogo bilbaíno se indigna con el mal uso del lenguaje en las redes sociales: «No desarrollan una idea o buscan una palabra exacta para un término que quieren expresar, sino que buscan lo más rápido, abreviando todo lo que pueden. Si en vez de desarrollar una idea con una frase larga lo pueden hacer con dos palabras, lo van a hacer. Y así se pierden todos los matices y riqueza que tiene nuestra lengua», apostilla.

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«No descuidemos la escritura manual»

«Resulta muy evidente que las nuevas generaciones escriben mucho menos a mano que las anteriores, pero esto no significa que los alumnos hayan dejado de realizar ejercicios y actividades mediante la escritura manual. En muchos colegios aún es muy mayoritaria. Es verdad que se hacen menos dictados tradicionales, pero se usan variedades actualizadas combinando, por ejemplo, la escritura manual con vídeos o aplicaciones didácticas». Lo esgrime Raúl Cremades García, profesor titular de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Málaga (UAM), que cree que el mayor uso de la escritura digital no influye directamente en la riqueza y corrección del uso del lenguaje. «Pero tampoco debemos descuidar la práctica de la escritura manual y privar a nuestro alumnado de sus dos grandes ventajas: el desarrollo de la capacidad de concentración y de la motricidad fina (la coordinación de músculos, huesos y nervios para producir movimientos), además de la gran versatilidad de la escritura manual al no tener que depender de ningún artefacto complejo para su ejercicio». El profesor Cremades admite haber constatado «cierto pesimismo» en la profesión docente respecto al empobrecimiento del lenguaje en las nuevas generaciones. «Pero esto no se soluciona con un mayor uso de la escritura a mano», opina, «sino con una mayor educación lingüística en todas las materias del currículum».

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