Renfe inicia el diseño de los nuevos trenes tras el fiasco de los túneles

Lo que hizo la semana pasada Renfe fue recibir en los talleres de Santander a los ingenieros de CAF, la compañía que se adjudicó el contrato en junio de 2020 por 258 millones de euros -ese presupuesto ahora se tiene que revisar por el incremento del coste de las materias primas-. Esa visita de los técnicos de la compañía vasca duró varias jornadas, en las que se dedicaron a escanear tres trenes -uno de ellos traído desde Asturias- de otros tantos modelos distintos. Con ese boceto ya han vuelto a la factoría para terminar el diseño antes de comenzar la fabricación. Las dimensiones de las máquinas serán las mismas, pero los nuevos trenes tendrán mejores prestaciones y un interior renovado.

En concreto, los modelos que han servido de base para la aplicación del método comparativo son el 2.400, el 3.600 y el 2.700. Este último es el que tiene un mayor tamaño, por lo que marcará el tope máximo de altura y anchura que tendrán los nuevos convoyes. Se trata de unos trenes que actualmente hacen el recorrido completo entre Oviedo, Santander y Bilbao. Es decir, que caben por todos los túneles de la red de la extinta Feve, por lo que los que lleguen a partir de 2026 no tendrán ya ningún problema. Eso sí, al contrario que el modelo 2.700, los futuros trenes no serán de diesel. De los 31 del pedido inicial -21 para Cantabria y 10 para Asturias, que finalmente ha logrado otros siete-, cinco tienen tecnología híbrida y el resto son 100% eléctricos.

Los profesionales de CAF han tenido que 'copiar' las máquinas actuales por exigencia legal. Porque así lo recogía la normativa cuando el Ministerio de Transportes adaptó a los protocolos españoles este método comparativo que sí se utiliza ya en otros países de Europa. Han tenido que copiarlas, pero lo cierto es que la empresa vasca ya conocía a la perfección estas máquinas, porque los últimos trenes del modelo 2.700 que llegaron a Cantabria en 2010 los fabricó ella.

Hasta ahora, lo que se hacía en España era tomar como referencia la medida de los túneles y a partir de ahí diseñar los trenes aplicando los márgenes de seguridad que establece la normativa. Según el Ministerio, la aplicación en genérico de estas normas sin tener en cuenta las peculiaridades de la vía es lo que causó el problema. La línea de Feve que comunica el norte de España es mucho más antigua y angosta que la del resto del país. Al aplicar esas distancias mínimas generales a unos túneles del siglo XIX que no tienen nada que ver con los más modernos se comprobó que la única forma de cumplir con las normas de seguridad era hacer unos trenes muy pequeños. Por eso se descartó seguir adelante -el Gobierno central reconoce que no es normal que tardaran casi tres años en informar de esta situación y solventarla- antes de empezar a fabricarlos.

De este primer paso y del resto de avances en el contrato informará el Ministerio de Transportes a los gobiernos de Cantabria y Asturias en la reunión que convocará antes de abril. Entre las medidas paliativas que acordó la ministra Raquel Sánchez con los presidentes Revilla y Barbón, además de extender la gratuidad de las Cercanías hasta que lleguen los nuevos trenes, estaba constituir un grupo de trabajo al respecto. También nombrar un comisionado que controle el avance de las inversiones comprometidas en ambas redes y que haga de interlocutor con los territorios afectados. Está previsto que Transportes comunique en esta reunión quién desempeñará esta tarea.