Singular, muy singular, es la casa que no haya visto pasar por su cocina alguna vez en su vida las vajillas de Duralex. El icono de la resistencia familiar, llamado a aguantar todos los envites de abuelos, padres y sobre todo niños; la marca de ... los platos translúcidos embadurnados con ese tono caoba o verde tan de 'Cuéntame', se ha roto en mil pedazos. Duralex se ha convertido en un oxímoron de sí mismo.
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Más de 75 años le ha durado al fabricante de origen francés su principal baluarte:_la resistencia. Pero los nuevos tiempos han podido con la compañía, que ahora busca quién puede recomponer el negocio de esas vajillas despedazadas en mil trozos. Un tribunal de la ciudad gala de Orleans ha admitido la solicitud del fabricante de vidrio de declararse en quiebra ante la situación excepcional generada en su negocio por el impacto de la pandemia.
Otra vez el coronavirus haciendo de las suyas con uno de los iconos de los años 70 y 80, pero que aún hoy aportaba seguridad. Los maduros de hoy –jóvenes que aún estudiaron la EGB– conocen el mito que puede acabar en ruina empresarial. _Duralex es otro de los símbolos de aquella etapa 'vintage'. La época de las sopas de cocido los sábados en plato hondo –las cremas frías del siglo XXI–;_las fuentes con las ensaladas restringidas a lechuga, el tomate y, con permiso de los más pequeños, la cebolla –los platos de la vajilla francesa no estaban acostumbrados entonces a testar el nulo sabor del aguacate urbanita–; o los vasos de leche caliente, muy caliente –entera y de vaca, sin distinción de lactosas– antes de ir a dormir.
La empresa espera aprovechar esta trágica situación económica para seguir buscando ese anhelado inversor o para renegociar con las corporaciones que se habían interesado pero que habían cesado las conversaciones cuando comenzó la pandemia.
Más allá del romanticismo de la vajilla, detrás de esta situación se encuentran muchos trabajadores y familias que esperan una luz al final del túnel. La facturación de Duralex se ha hundido un 60% durante estos últimos meses.
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Los problemas de la compañía ya comenzaron hace dos años, en 2017, cuando uno de sus hornos se dañó durante su reparación y provocó que la producción pasara a 20 toneladas de vidrio por día, en lugar de las 160 toneladas por jornada habituales. Para colmo, los pedidos que recibe se encuentran en torno al 70% de lo habitual.
La firma tendrá que actualizar su modelo de negocio. Una misión aparentemente complicada para una firma con muchas reminiscencias del pasado. Pero es esa atracción por lo 'vintage' la que está haciendo reflotar muchos iconos que parecían abocados a desaparecer con el paso de los años. Solo hace falta quien se encargue de recoger los pedazos rotos, unirlos y colocarlos en la vitrina.
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