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Miles de bautismos penden de un hilo por no hablar con propiedad. El sacerdote colombiano Andrés Arango, que llevaba ejerciendo su ministerio en Phoenix, capital del estado de Arizona, desde 2005 hasta que presentó su renuncia el 1 de febrero, incurrió en un lapsus que ... ahora obligará a algunos de sus fieles a volver a pasar por la pila bautismal. En vez del clásico «yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», el clérigo cambió el pronombre personal y usó un «nosotros». Parece un error sin importancia, pero el yerro conduce a interpretaciones doctrinales heterodoxas.
Es el Vaticano el que sienta cátedra a este respecto. El «nosotros» desvirtúa el sentido del sacramento, dado que tal expresión confiere un cariz comunitario al bautismo, como si los miembros de la Iglesia dieran la bienvenida al recién llegado, y no Jesucristo, del que emana toda autoridad.
La diócesis de San Diego se ha dirigido a los fieles que han sido bautizados por Arango para que se enteren por el cura de su parroquia si están bautizados como Dios manda. De lo contrario, han de someterse de nuevo al ritual correcto. El responsable del desaguisado, Andrés Arango, se ha apresurado a pedir disculpas. «Me entristece enterarme de que he celebrado bautismos inválidos durante mi ministerio como sacerdote porque utilicé con regularidad una fórmula incorrecta. Lamento profundamente mi error y cómo esto ha afectado a muchas personas en la parroquia», comenta en una nota destinada a su feligresía.
La marcha del sacerdote ha causado pesar entre sus parroquianos, que tenían en buena estima al cura. Christina Moishe Collins, feligresa y miembro del coro de San Gregorio, declaró a la agencia AP que Arango era muy querido y contribuyó a aumentar el número menguante de personas que asistían a los servicios religiosos. Para la Iglesia católica, el bautismo es fuente de salvación. De ahí que sea necesario que la ceremonia se oficie con la palabra justa y precisa. Así lo expresa Jay Conzemius, miembro del tribunal de la diócesis de Pittsburgh y expresidente de la Sociedad de Derecho Canónico de Estados Unidos.
El caso de Arizona cuenta con precedentes. En Michigan y Oklahoma también se han celebrado bautismos con palabras que no comulgan con la ortodoxia. Precisamente esas desviaciones litúrgicas impulsaron a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio, a aclarar las cosas y a publicar una nota en junio de 2020 en las que ponía las cosas en su sitio. Para el dicasterio vaticano, modificar la recta aplicación de un sacramento no sólo es un abuso litúrgico, sino una «herida infligida a la comunión eclesial».
Un sacerdote de Detroit que recibió el agua bautismal con las palabras inadecuadas no solo se tuvo que bautizar de nuevo, sino que se vio obligado confirmar y ordenar otra vez, dado que la validez de esos ritos está subordinada a la recta administración del primer sacramento.
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