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Comparada con la «gran recesión» sucedida entre 2008 y 2013, la crisis económica y social causada por la pandemia entre marzo de 2020 y la primavera de 2021 ha sido de mayor crudeza en su alcance, más rápida en desestabilizar a las familias y con ... un grado superior de desigualdad, según el informe ‘Evolución de la cohesión social y consecuencias de la covid-19 en España’, presentado por Cáritas. Algunos indicadores de pobreza y exclusión social –un concepto que va más allá de la carencia material y se extiende a la imposibilidad de acceder a empleo y vivienda dignos– llegaron a duplicarse en poco más de un año.
La «población en situación de carencia material severa» pasa del 4,7% al 7%; la «inestabilidad laboral grave» que afecta a los que sustentan los hogares aumenta del 4,8% al 10,3%; la «exclusión social» crece del 8,6% al 12,7% de la población, entre 2018 y 2021. Se trata de «dos millones más de personas afectadas por una acumulación de problemas sociales», según el estudio. La pobreza relativa aumenta tres puntos, hasta el 24% de las personas en España, y la severa crece casi dos, hasta el 11,2%, comparado con datos de 2019.
«Una parte importante de la población está en riesgo o ha sido expulsada de la sociedad», indica Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas Española y directora ejecutiva de Foessa (Fomento de Estudios Sociales). «El año pasado, 11 millones de personas entraron en un espacio de exclusión social, lo que representa 2,5 millones de personas nuevas con respecto a 2018. Y nos duele confirmar que quien se ha quedado fuera de la sociedad tiene difícil volver a empezar».
Según sus datos, unos 6 millones están en exclusión severa, un tercio más que hace tres años. «Además hay una profundización de la brecha de la desigualdad», dice Peiro. «La pobreza ha crecido más en un año de pandemia que durante toda la crisis de 2008», ratifica Raúl Flores, secretario técnico de Foessa. «Los más pobres han perdido más renta, y los más ricos no han perdido renta. La desigualdad ha aumentado un 25%. Los más vulnerables han sufrido más los despidos».
La investigación, basada en una encuesta realizada en 7.000 hogares, con respuesta directa de 18.000 personas, hace una radiografía de esta gran crisis, «una mirada completa», dice Peiro. Unos datos a los que se añade la experiencia con los 1,4 millones de beneficiarios de Cáritas en 2020, unos 360.000 más que en el periodo anterior.
Otros datos que comprueban la densidad de la crisis: el 20,6% reside en viviendas insalubres o en condiciones de hacinamiento; los conflictos en las relaciones sociales y familiares pasaron del 5,1% al 8,3%, y el apagón digital afecta al 35% de la población por falta de conexión o equipos, lo que incrementa su vulnerabilidad al perder oportunidades de empleo y educación. Los hogares que tienen a todos sus miembros en paro llegaron a los 2 millones, 900.000 más, una situación sucedida sobre todo «en el último año y medio, desde marzo de 2020», dice Flores.
Entre los más vulnerables hay tres variables que aumentan la debilidad frente a la crisis: ser mujer, ser migrante y ser joven. «Hay brechas profundas, como la de género, la edad y la nacionalidad de origen», indica Flores. «En los hogares sustentados por mujeres, la pobreza afecta al 28%, cuando antes era del 22%, lo que duplica a los que dependen de hombres. Si esa brecha se reducía en la crisis anterior, ahora multiplica la desigualdad de género. Las mujeres sufren el impacto más grave».
El reporte enfatiza que esta crisis ha golpeado con mayor dureza a los «sectores más feminizados», como el comercio o la hostelería, lo que se traduce en «un retroceso mayor para muchas mujeres en términos de integración social», y los hogares que dependen de una mujer se han precipitado al abismo de la exclusión con el doble de frecuencia que el que depende de hombres». Y prosigue: «los hogares monoparentales, y especialmente aquellos encabezados por una mujer, todavía han experimentado un empeoramiento mayor, alcanzando el 21% de exclusión social severa, y un 40% en el total de exclusión».
También ser joven es un factor de exclusión. Indica Flores que 2,7 millones de personas entre 16 y 34 años se ven afectadas por procesos de exclusión social. «Hay 650.000 jóvenes en exclusión, una tasa tres veces superior a la de las personas con más de 65 años, que tienen el escudo protector de las pensiones», mantiene Flores. Los datos refrendan esta sentencia: un 33,5% de los menores de 16 años están afectados por la exclusión social, de los que dos tercios de está en exclusión severa; el 79% de los jóvenes en exclusión severa no tiene trabajo; un tercio de los jóvenes desempleados entre 25 y 29 años no tiene todavía ninguna experiencia laboral; el 56% de los jóvenes en exclusión social severa que no estudia ni trabaja.
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