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Iglesia parroquial de San Marcos Evangelista de Casasana RC
Un pueblo de Guadalajara consigue que las campanas del reloj de la iglesia dejen de sonar de madrugada

Un pueblo de Guadalajara consigue que las campanas del reloj de la iglesia dejen de sonar de madrugada

Después de años de batalla en los tribunales, los catorce vecinos habituales de Casasana podrán dormir por la noche sin sobresaltos cada hora

J.M.L.

Guadalajara

Viernes, 7 de febrero 2025, 10:59

Casasana es un pequeño pueblo de Guadalajara de apenas una veintena de vecinos, catorce de los cuales son residentes habituales, que ofrece al visitante las bondades de la comarca de La Alcarria. Sin embargo, la tranquilidad de este municipio de la España vaciada o deshabitada llevaba años alterada porque estos habitantes reclamaban a su ayuntamiento que el reloj de la campana de la iglesia parroquial de San Marcos Evangelista dejara de sonar cada hora durante la madrugada.

Lo que pedían era bien sencillo: instalar un dispositivo que desconectara los toques durante la madrugada. Finalmente, los afectados se vieron obligados a contratar a un abogado que ahora ha logrado en el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Guadalajara llegar a un acuerdo con el ayuntamiento, propietario del reloj: las campanas de la iglesia de esta pedanía de Pareja (Guadalajara) dejarán de tañer entre las diez de la noche y las nueve de la mañana.

Los vecinos basaban su demanda en los problemas de salud que estaban sufriendo en forma de migrañas e insomnio, problemas que se acentuaban en verano al tener que dormir con las ventanas abiertas. Han sido dos vecinos de esta pedanía, David Tierraseca y Rosario González, los que hace cerca de cuatro años encabezaron esta particular batalla contra el sonido nocturno de las campanas, algo con lo que, por cierto, no estaban de acuerdo todos los vecinos. En un primer momento, el ayuntamiento desechó la petición con el argumento de que el reloj, donado por un noble en el siglo XIX, formaba parte de la historia de Casasana. El asunto también llegó a manos del Defensor del Pueblo pero ahora se ha solventado con un acuerdo entre las dos partes.

Pueblo de descanso

Casasana cuenta actualmente con una veintena de habitantes y en sus mejores tiempos, en 1847, llegó a tener 249. Siempre ha sido un pueblo pequeño dedicado al cereal y a la ganadería lanar e ideal para el descanso. De hecho, albergó a los obispos de la diócesis de Cuenca hace siglos por sus aires sanos y limpios y por su tranquilidad, la misma que el reloj de la iglesia ha estado trastocando la de sus vecinos actuales durante años.

Curiosamente, esta pequeña pedanía aparece en «Viaje a La Alcarria», de Camilo José Cela, publicado en 1947. «Casasana es un pueblo subido encima de un monte, el cerro de la Veleta, un poco por el lado contrario que es más tendido. Casasana no se ve hasta que ya se está encima. Es un pueblo minúsculo, con escaso cultivo y mucho ganado vacuno; ochenta y tantas vacas. En Casasana fue el único pueblo de La Alcarria en el que el viajero encontró vacas de leche blancas y negras, de raza holandesa, como las de Santander. Estaban, por lo general, algo flacas, pero enseguida se echaba de ver que eran de buena raza. Casasana tiene un color entre verdinegro y gris azulado, muy bonito», relató el escritor gallego, quien reconoció su sorpresa porque «hay muchos mozos que no fuman ni beben» y desveló que sus habitantes tenían fama de ser muy trabajadores y se les conocía como «cuclilleros» porque dormían en cuclillas para madrugar y marchar al campo cuanto antes. Sus descendientes no duermen hoy en cuclillas pero a partir de ahora lo harán a pierna suelta porque el reloj de la iglesia no sonará de madrugada.

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