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El papa Francisco, de cuya elección como obispo de Roma se cumplieron 11 años este miércoles, no tiene intención alguna de renunciar al pontificado pese a sus 87 años y a los problemas de salud sufridos recientemente, con varios episodios gripales y dos hospitalizaciones el ... año pasado. Lo cuenta él mismo en su autobiografía, escrita con la colaboración del periodista italiano Fabio Marchese Ragona, y cuyo contenido fue adelantado en parte este jueves por el diario 'Corriere della Sera'.
En 'Life. Mi historia en la Historia', que llegará a las librerías italianas la semana que viene, Francisco explica que las críticas que recibe son de quienes tratan de «frenar las reformas» y que estaban ya pensando en su sucesión durante sus hospitalizaciones. También lamenta que se usara a Benedicto XVI para atacarle, recuerda los años de la dictadura argentina, en los que logró salvar de la represión a una veintena de personas, y se muestra favorable a las uniones civiles entre homosexuales.
Estos son algunos extractos y temáticas del libro.
Su salud
«Pienso que el ministerio petrino sea 'ad vitam' y, por tanto, no veo condiciones para una renuncia. Las cosas cambiarían si se produjera un grave impedimento físico y, en ese caso, ya firmé al inicio del pontificado la carta de renuncia que deposité en la Secretaría de Estado», afirma Francisco, insistiendo una vez más en que, en caso de renuncia, dejaría el Vaticano para vivir en la basílica romana de Santa María la Mayor, donde se dedicaría a la confesión y a llevar la comunión a los enfermos. En ese caso no querría que le llamaran 'Papa emérito', como ocurría con su antecesor, Benedicto XVI, sino 'obispo emérito de Roma'. «Pero esta es una hipótesis lejana, porque de verdad que no tengo motivos tan serios para hacerme pensar en una renuncia. Alguno durante los años ha esperado que antes o después, tal vez después de un ingreso hospitalario, hiciese un anuncio de este tipo, pero no hay ese riesgo: gracias al Señor gozo de buena salud y, si Dios quiere, aún hay muchos proyectos que realizar».
Las críticas
Durante los once años que se prolonga ya el pontificado del Papa argentino no han faltado las críticas de una parte del sector eclesial más conservador, que se siente incómodo con sus reformas y aperturas. «Es verdad que el Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa y que, a menudo, aquí dentro se hacen maniobras de corte, pero estos esquemas tienen que ser abandonados definitivamente», sostiene Francisco. Según recuerda, en el cónclave de 2013 donde fue elegido había muchas ganas de «cambiar las cosas» para dejar «esas actitudes que por desgracia aún hoy cuesta que desaparezcan», porque «siempre hay quien intenta frenar las reformas y querría quedarse parado en los tiempos del 'Papa-rey'».
Los homosexuales
Francisco ha mostrado una mano tendida a los homosexuales desde el principio del pontificado, cuando afirmó que «quién era él para juzgar a un gay», llegando incluso recientemente a dar 'luz verde' a los sacerdotes para que bendigan las uniones entre personas del mismo sexo. «Imagino una Iglesia madre, que abrace y acoja a todos, también a quien se siente equivocado o a quien en el pasado ha sido juzgado por nosotros. Pienso en las personas homosexuales o transexuales que buscan al Señor y que han sido rechazadas o echadas». Además de confirmar las bendiciones a las uniones entre personas del mismo sexo que tan criticadas han sido por parte de la Iglesia, lo que «no significa la antecámara de un cisma», también se muestra favorable a las uniones civiles gais. «Es justo que si estas personas viven el don del amor puedan tener una cobertura legal como todos. Jesús iba a encontrar a menudo a las personas que vivían en los márgenes y es lo que la Iglesia debería hacer hoy con las personas de la comunidad LGBTQ+, que dentro de la Iglesia son a menudo marginadas», dice el Papa, que cierra la puerta en cambio al matrimonio homosexual dentro de la Iglesia.
Con Benedicto XVI
La histórica renuncia al pontificado de Benedicto XVI en febrero de 2013 y la elección de Francisco provocó una situación insólita en la Iglesia católica: la convivencia de dos Papas, uno en ejercicio y otro emérito, hasta el fallecimiento del Pontífice alemán el 31 de diciembre de 2022. «Decidimos juntos que habría sido mejor que no viviera escondido, como había hipotizado inicialmente, sino que viera gente y participara en la vida de la Iglesia. Por desgracia sirvió para poco, porque las polémicas en diez años no faltaron y nos hicieron mal a los dos». Francisco lamenta en su autobiografía que la figura del Papa emérito fuera «instrumentalizada con objetivos ideológicos y políticos por parte de gente sin escrúpulos, que no aceptaban su renuncia» y pensaban sólo en sus propios intereses.
El comunismo
Jorge Mario Bergoglio estudió química de joven en Argentina y trabajó en un laboratorio donde tenía una jefa que recuerda como una «mujer formidable» a la que «debo mucho». Esta señora, llamada Esther, era «una comunista de verdad, atea pero respetuosa. Aunque tenía sus ideas no atacaba nunca la fe. Me enseñó mucho de política: me daba para que leyera publicaciones, entre ellas las del Partido Comunista. Alguno, tras mi elección como Papa, ha dicho que hablo a menudo de los pobres porque yo también sería comunista o marxista. Pero hablar de los pobres no significa automáticamente ser comunista: ¡los pobres son la bandera del Evangelio y están en el corazón de Jesús! En las comunidades cristianas se compartía la propiedad: esto no es comunismo, ¡es cristianismo en estado puro!»
El amor
Antes de entrar en el seminario, Jorge Mario Bergoglio tuvo una novia e incluso se enamoró de otra mujer cuando ya estaba preparándose para el sacerdocio. «Durante el año en el seminario tuve un pequeño derrape: es normal, si no, no seríamos humanos. Ya había tenido una novia en el pasado, una chica muy dulce que trabajaba en el mundo del cine y que después se casó y tuvo hijos. Esta vez estaba en el matrimonio de uno de mis tíos y me quedé impresionado por una muchacha. Hizo que me dieran vueltas la cabeza por lo guapa e inteligente que era. Durante una semana tuve su imagen siempre en la cabeza y me era difícil conseguir rezar. Luego por fortuna pasó y dediqué cuerpo y alma a mi vocación».
La dictadura argentina
Durante los años de la dictadura militar en Argentina, el Papa, que era entonces el máximo responsable de la Compañía de Jesus en el país, escondió a varios seminaristas perseguidos «que me ayudaron a acoger a otros jóvenes en riesgo como ellos». En total fueron unas veinte personas a las que protegió. Uno de ellos era un muchacho que se parecía físicamente a Bergoglio y que era necesario sacar de Argentina por el peligro que sufría. «Conseguí que se escapara vestido como un cura y con mi documento de identidad. Aquella vez me arriesgué mucho. Si lo hubieran descubierto sin duda lo habrían matado y luego habrían venido a buscarme». También consiguió la liberación de dos jesuitas secuestrados por el régimen tras reunirse con el general Videla después de convencer a su capellán para que se fingiera enfermo, de manera que pudiera él celebrar la misa en su lugar. A quien no consiguió salvar fue a Esther, su jefa de laboratorio. «Fue un genocidio generacional», señala el Papa, que considera que algunas críticas recibidas en el pasado no son más que la «venganza de algún izquierdoso que aún así sabía que me había opuesto a aquellas atrocidades».
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