Jeremy Rifkin. Fund. Rafael del Pino

Jeremy Rifkin

Sociólogo y economista, autor de 'Planeta Aqua'
«Por primera vez nos vemos como una especie en peligro de extinción»

El ideólogo de políticas medioambientales para Europa y China advierte de que los fenómenos como la DANA de Levante se multiplicarán

Sábado, 2 de noviembre 2024, 00:38

Si nos referimos a la Tierra como 'el planeta azul', el color predominante cuando se ve desde el espacio, es porque el 70% de su superficie está cubierta de agua, el elemento que hace posible la vida. Por eso, el sociólogo y economista estadounidense Jeremy ... Rifkin, uno de los responsables de las políticas económicas y medioambientales de la Unión Europea y de China, prefiere referirse a nuestro hogar como 'Planeta Aqua', una denominación acuñada en 2021 por la Agencia Espacial Europea y título de su último libro (Ed. Paidós). «Y ya no escribiré más», avanza desde Estados Unidos el autor de grandes 'bestsellers' como 'El fin del trabajo' o 'La civilización empática', en una entrevista con este periódico.

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Rifkin advierte de que el rumbo de la humanidad depende del agua, y de que todos los datos apuntan hacia un erróneo uso del sistema hídrico global. «Hace 6.000 años, en Mesopotamia dejamos de adaptarnos al planeta para comenzar a transformar la naturaleza. Canalizamos los ríos para producir más alimentos y la civilización urbana se extendió por el mundo», recuerda. Las consecuencias de «secuestrar y aprovechar la totalidad de los recursos hídricos del planeta para satisfacer las necesidades comerciales y políticas de una humanidad engañada», avanza Rifkin, serán cada vez más graves.

«En 25 años se agudizarán las riadas como las de Levante y España será prácticamente un desierto»

Las previsiones estremecen: 3.500 millones de personas podrían sufrir inseguridad alimentaria en 2050 por falta de agua y, sin embargo, las inundaciones ya son la catástrofe natural más frecuente –suponen un 42% de las registradas desde 1990–.

Rifkin está convencido de que nos acercamos así a la sexta extinción masiva, y considera que el Mediterráneo es el 'canario en la mina'. No en vano, la conversación arranca con la noticia sobre las riadas de Levante. «Es horrible. Simpatizamos con ustedes porque hemos sufrido dos grandes huracanes en las últimas semanas. Las infraestructuras se derrumban, el campo queda devastado y los ecosistemas destruidos», señala.

– ¿Serán cada vez más habituales estas catástrofes?

–Sin duda. La Agencia Europea de Medio Ambiente acaba de publicar un estudio que sitúa a Europa como el continente que más se calienta. Y eso significa más inundaciones, más sequía, más incendios devastadores. Además, España es el país más amenazado entre las economías avanzadas. Diferentes estudios apuntan a que, en solo 25 años, un periodo de tiempo extraordinariamente corto, riadas como las de Levante serán más frecuentes y gran parte del país será practicamente un desierto. Más gente morirá de calor.

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– Y es culpa nuestra.

– Sí. Hace 200 años, en el inicio de la era industrial, de la era capitalista y la del estado-nación, descubrimos una nueva fuente de energía. En Europa primero destrozamos los bosques para aprovecharla, luego excavamos para sacar el carbón, el petróleo y el gas creados hace 350 millones de años, y al quemarlos hemos provocado en la atmósfera una capa de gases tan densa que el calor del sol no puede escapar de la Tierra. Cada grado más de temperatura, el agua que se evapora en la superficie aumenta en un 7% y suconcentración en la atmósfera crece. La cantidad de agua existente en el planeta no cambia, pero sí los patrones con los que se precipita y dónde lo hace. Cada vez se producen más fenómenos extremos, como las riadas o los huracanes, que destruyen los ecosistemas y las infraestructuras. La clave está en la hidrosfera, en entender que no vivimos en un planeta de 'terra firme' sino acuático. Y lo que sucede es que esa hidrosfera se está resilvestrando para buscar un nuevo equilibrio en un planeta más cálido.

Jeremy Rifkin posa en una fotografía cedida por el autor.

– No parece un panorama muy esperanzador.

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– No. Los científicos nos avisan de que la mitad de las especies desaparecerá a lo largo de la vida de las generaciones jóvenes actuales. La temperatura ha aumentado ya 1,5 grados. Con 2 grados, la situación será muy grave. Si llegamos a 3 grados, que es a lo que apuntan los científicos, no sabemos qué sucederá. Pero se calcula que, con cada grado que suba, tendremos mil millones de migrantes más. Y solo tenemos tres generaciones para evitarlo. Si para 2060 no hemos culminado una transformación total, estaremos en gran riesgo. Por primera vez nos vemos como una especie en peligro de extinción.

– ¿Qué se debe hacer para corregir este rumbo?

– Tenemos que considerar el agua como fuente de vida y no como recurso. Tenemos que adaptarnos a la hidrosfera y crear un orden social completamente nuevo. Debemos pasar de la globalización a la glocalización, de la geopolítica que nos está matando mientras defendemos fronteras artificiales a la política de la biosfera que dé solución a problemas climáticos que afectan a un ecosistema concreto. El Mediterráneo, por ejemplo, en torno al cual viven 540 millones de personas. Tiene sentido trascender la gobernanza nacional para llegar a otra biorregional. Europa solo cuenta con una biorregión, la que comparten España y Francia. Y debería servir de ejemplo.

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– También aboga siempre por repensar el capitalismo.

– Es que no tiene sentido que 500 empresas que emplean a 65 millones de los 3.500 millones de trabajadores que hay en el mundo controlen un tercio del PIB global. Y que los ocho hombres más ricos concentren la mitad de la fortuna mundial. Hay que repensar la economía, porque el crecimiento es un término basado en la eficiencia. Y esa no tiene cabida en la naturaleza, que tampoco sabe de productividad pero sí de regeneración. El PIB como medida está muerto. Necesitamos reemplazarlo por indicadores de calidad de vida.

– En su anterior libro 'La era de la resiliencia' hacía hincapié, precisamente, en la capacidad del ser humano para adaptarse. ¿Sigue siendo optimista?

– No soy optimista ni pesimista. Tampoco naif. Soy realista. Estamos frente a la mayor crisis de la humanidad porque no entendemos que el planeta no nos pertenece, sino que nosotros pertenecemos a él. Pero también es cierto que el ser humano, siendo una especie débil, ha sobrevivido hasta ahora. Tenemos la tecnología y el mercado, y mi esperanza está en la generación Z y en las posteriores. Solo temo que nos convirtamos en la rana que se va cociendo sin darse cuenta o que los jóvenes crean que ya es muy tarde para actuar.

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«Las grandes tecnológicas no durarán 30 o 40 años más»

Estamos en la tercera revolución industrial, una que Jeremy Rifkin caracteriza con cuatro elementos clave: «La revolución en las comunicaciones, nuevos regímenes energéticos, nuevas movilidad y logística, y una nueva forma de organizar el agua». El pensador americano considera que, si se tiene éxito en el despliegue global de todos ellos, hay esperanza para el planeta. Y añade que algunos avances tecnológicos incipientes tienen gran capacidad para cambiar el mundo. Recalca el papel que pueden jugar el hidrógeno verde y las desalinizadoras movidas por energías renovables que extraen de la salmuera materiales valiosos.

'Planeta Aqua', el último libro de Rifkin, está disponible en la Editorial Paidós.

En su opinión, ya ha arrancado un nuevo paradigma, en el que se está sustituyendo el sistema centralizado de la era del petróleo por otro distribuido. «Por ejemplo, está creciendo el autoabastecimiento energético porque el sol y el viento no están concentrados en unas pocas manos como los combustibles fósiles. De forma similar, cada vez más gente capturará agua de lluvia y creará microrredes de abastecimiento gestionadas gracias a la inteligencia artificial y el 'big data'», explica.

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Ese sistema descentralizado también provocará cambios relevantes en el panorama empresarial: «Gigantes tecnológicos como Apple, Dell, Meta o Microsoft están basados en sistemas centralizados. No durarán 30 o 40 años más», vaticina, señalando que se generan demasiados datos y estas empresas resultan muy lentas en su gestión. «Es un tema de latencia. Ahora surgen centros de datos EDGE que impulsan a las Pymes. Además, no hay agua suficiente para abastecer a los Amazons», sentencia.

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