Jesús Aguilar
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Jesús Aguilar
Jesús Aguilar (Burgos, 64 años) lleva nueve años al frente de los farmacéuticos españoles, que el miércoles 25 de septiembre celebran su Día Mundial. El pasado marzo inició su cuarto mandato como presidente del Consejo General de Farmacéuticos, que representa a un colectivo de 80. ... 000 profesionales, de los que 55.000 trabajan en alguna de las 22.222 boticas de nuestro país, una red sanitaria que, como reivindica, «puede aprovecharse mucho mejor». Casado y padre de tres hijos (ninguno de ellos ha seguido sus pasos), Aguilar, aficionado a los paseos al aire libre, el esquí y la lectura (ahora anda enfrascado con 'El niño que perdió la guerra', de Julia Navarro) es propietario de una oficina de farmacia en Burgos, aunque antes trabajó durante 23 años en la industria farmacéutica.
–Ustedes los farmacéuticos son ese primer filtro para detectar problemas de salud mental, de soledad no deseada, de violencia de género…
–Sí, todos los días entran 2,3 millones de personas a las farmacias. Es un púlpito tremendo para detectar las necesidades de los ciudadanos a la hora de llegar a la Atención Primaria y poder derivarlos al médico. Las comunidades autónomas no son conscientes del gran potencial que tienen las farmacias, estamos siempre abiertos, no hay que pedir cita y estamos en primera línea, como se vio en la pandemia.
–En España hay 22.222 oficinas de farmacia, un 75% más que centros de salud, ¿cómo se puede aprovechar mejor esa red?
–Los farmacéuticos sabemos lo que cada paciente tiene pautado. Somos capaces de poder controlar la medicación y sabemos si ha cumplido o no con el tratamiento (lo que se denomina adherencia terapéutica), y eso es una de las grandes asignaturas pendientes porque el 50% de los pacientes no son adherentes, lo que les puede llevar a urgencias o a que su patología empeore. Ahí podemos jugar un papel fundamental a través de protocolos con las consejerías de salud.
–¿Se sienten desaprovechados?
–Tenemos una formación muy buena, que no está lo suficientemente explotada. Somos uno de los pocos grados universitarios con cinco años de carrera y es por algo. Podemos hacer muchas más funciones y ayudar mucho más al sistema sanitario y a los médicos de lo que se está haciendo.
–¿Por ejemplo?
–Por ejemplo con los cribados de cáncer de colon. Ahora hay que ir al centro de salud a por el kit, hacer la muestra en casa, volver al centro a entregar el kit… eso hace que muchos desistan. Pero el kit se podría recoger en la farmacia y entregar la muestra allí porque la puedes llevar a cualquier hora y siempre tienes una botica cerca. Lo hicimos en Cataluña y la adherencia subió del treinta y pico por ciento al 60%. Y con la gripe pasa igual. Si llega un paciente de riesgo que no está vacunado le decimos que tiene que vacunarse. Nuestro objetivo no es vacunar, pero si se necesita, ¿por qué no lo vamos a hacer y obtener mejores tasas de cobertura?
–¿Cómo han llevado el desabastecimiento de fármacos como el Ozempic, que dejó a los diabéticos sin su medicamento por el afán de adelgazar de muchos?
–Uno de cada siete días de trabajo nos dedicamos a buscar los fármacos que necesitan los ciudadanos. Tenemos un problema de desabastecimiento importante en toda Europa, no solo en España. El Ozempic es un caso concreto. Soportamos la presión de algunos ciudadanos que lo quieren adquirir sin receta, lo que no es posible. Este es un medicamento para personas diabéticas y ante una escasez, ellos son la prioridad.
–España encabeza el consumo de tranquilizantes… ¿no se asustan al ver tantas recetas de ansiolíticos?
–Nuestro país es el más envejecido de Europa y el que tiene mayor número de pacientes crónicos. Partiendo de esa base, más que asustarnos nos preocupa el abuso de ansiolíticos. Hay que hacer un uso racional, aunque no podemos no dispensar un medicamento prescrito por un médico. Pero sí que intentamos llevar un control de esas prescripciones y hacemos campañas de concienciación para evitar abusos.
–¿Tienen que desmentir muchos bulos?
–Muchísimos. Desde los antivacunas al influencer de turno que sale diciendo lo bien que le va una crema antibiótica. Y los medicamentos no son bienes de consumo, son drogas.
–¿Y cuando la Agencia Europea del Medicamento (EMA) comunica que va a investigar los efectos del Nolotil?
–Ahí tienes que explicar con un lenguaje comprensible, divulgativo y objetivo el alcance de esa noticia para que no cunda el pánico.
–¿Para cuándo la eliminación del papel de los prospectos?
–No somos partidarios de que se quiten los prospectos. Los códigos QR están muy bien, pero el 80% de las personas que entran a las farmacias son mayores de 80 años, que utilizan los prospectos para saber las dosis o los posibles efectos secundarios.
–¿Cómo se imagina las boticas dentro de diez años? ¿Habrá pantallas para atender los pedidos?
–Hay que usar la tecnología con cuidado. Estamos hablando de salud y el contacto directo con los ciudadanos es y seguirá siendo fundamental. Cada vez nos encontramos con más pacientes atendidos por telemedicina que luego vienen con angustia a la farmacia porque se han enterado de poco. Para nada veo las farmacias llenas de pantallas, sino de ciudadanos delante del farmacéutico contándole su problema y preguntando qué tiene que hacer con su medicación.
–Por cierto en su farmacia de Burgos, ¿ha activado alguna vez el código de violencia de género al escuchar a alguien pedir una Mascarilla 19? (Es la palabra que puede utilizar cualquier persona en una farmacia para alertar de que está siendo víctima de violencia de género)
–Sí, una vez. Una mujer de unos 40 años entró en la farmacia y pidió discretamente la Mascarilla 19. Dimos la voz de alarma activando el protocolo que tenemos, en este caso con la administración de Castilla y León, para advertir a las autoridades sanitarias.
–¿Hay mucho despilfarro de medicamentos?
–El 80% del consumo de fármacos es de pacientes crónicos. Un paciente crónico lo tiene que tomar todos los días. Si el tratamiento se hace como se debe hacer, no debe haber ese problema. En el caso de los antibióticos se han adecuado los envases para que se ajusten al tratamiento, con lo cual no deberían quedar residuos de antibióticos. ¿Dónde puede haber más exceso? En ese 20% de los pacientes agudos que tiene un proceso de dolor o un proceso catarral. Pero es que no tienes por qué tomarte un envase entero de paracetamol o de Nolotil o de un antiinflamatorio. Ahí es donde podemos tener ese tipo de problemas. Pero son procesos repetitivos y sus medicamentos deben formar parte de nuestro botiquín.
–Los farmacéuticos arrastran cierta fama de casta con dinero en la que las boticas se van traspasando de padres a hijos...
–Eso forma parte de la leyenda. Yo soy hijo de veterinario, no vengo de la farmacia. Si hacemos un ránking económico comparando a los farmacéuticos con otros profesionales sanitarios… estaríamos por la mitad o hacia abajo.
–Y seguramente los farmacéuticos rurales aún más abajo...
–Son unos héroes. Hay pueblos pequeños donde la prestación farmacéutica en términos económicos es muy inviable, pero esas poblaciones necesitan de esos servicios tanto de dispensación de medicamentos como de seguimiento o de educación sanitaria… Hay estudios que nos indican que en aquellos municipios donde hay una farmacia se fija población. Queremos que las administraciones reconozcan ese papel que el farmacéutico puede hacer. En esos pueblos el médico pasa a lo mejor una vez a la semana, pero el único que permanece es el boticario que se ha convertido un poco en esa referencia de todos los vecinos. Lo vimos en la pandemia. Fuera de las capitales de provincia solo estaba el farmacéutico con la guardia civil cuando había un problema.
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