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Encontrar la cura de enfermedades como el cáncer y la diabetes se hacía más factible gracias a un descubrimiento de Gregg Semenza, catedrático de Medicina en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos), que demostraba cómo una proteína era capaz de activar o desactivar genes, ... dependiendo de la cantidad de oxígeno. Estos procesos de hipoxia podían ser inducidos y abrir las puertas a nuevas terapias, lo que le valió el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2019.
Sin embargo, el prestigio del científico de 65 años y de su centro de estudios están en tela de juicio desde que en los últimos años 52 denuncias han advertido que sus resultados podrían estar alterados, según asegura la revista 'Nature'. La causa principal es el posible retoque digital de imágenes para «manipular resultados» en sus tesis sobre biología molecular, publicadas en 32 artículos entre 2000 y 2021. No se trata de un aumento del contraste o el brillo para que sea más nítidas la parte que se quiere enfatizar en una foto. Lo que se señala es el posible uso de herramientas de edición para «crear conclusiones fraudulentas».
Estas acusaciones no han caído en saco roto. «Desde 2011, 17 de estos artículos han sido corregidos o sus editores se han retractado o expresado preocupación públicamente», indican los investigadores de 'Nature', que contactaron con varios de esos responsables. «Los avisos editoriales citan la posible alteración, reutilización o etiquetado incorrecto de imágenes que muestran resultados experimentales. Otros 15 artículos están actualmente bajo investigación en sus respectivas revistas». El trabajo que le hizo merecedor del Nobel sobre la hipoxia, sin embargo, se publicó en los noventa, antes del periodo bajo sospecha.
La duda ética ya existía desde hace una década sobre este autor de cuatro centenas de publicaciones y citado más de 100.000 veces, según enumera la Johns Hopkins. En 2011 y 2013 por ejemplo tuvo que enmendar al menos tres artículos de los que era coautor, y en septiembre de este año, el mismo Semenza se retractó de cuatro artículos que había publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', según la web 'Retraction Watch'. En estas publicaciones explicaba hallazgos sobre algunos factores de la hipoxia inducida, el cáncer de mama y la quimioterapia, y habían sido citadas 750 veces.
Semenza, que encabezó durante años las subvenciones norteamericanas de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), esgrimía en sus recientes retractaciones que tenía «preocupaciones» con imágenes que mostraban «los mismos datos» aunque había sido etiquetadas como «datos únicos». También insistía en la validez de las «conclusiones generales del artículo». La mayoría de los trabajos señalados como dudosos han sido publicados en los dos últimos años, entre ellos 14 estudios sobre mecanismos moleculares de detección de oxígeno en diferentes tipos de cáncer y la función de los vasos sanguíneos, indica 'Nature'.
La disponibilidad de datos y la apertura y divulgación de evaluaciones independientes contrastadas se ha ampliado en estos años gracias a web como PubPeer, donde especialistas en este tipo de imágenes escrutan, comparten y aportan evidencia de errores. En el caso de Semenza, 'Nature' recuenta que revistas científicas como 'Cancer Research', 'Nature Genetics', 'The Journal of Physiology' y 'Oncogene' han advertido sobre sus artículos, a partir de estas denuncias. Sólo el año pasado cinco cabeceras alertaron que el Nobel había publicado «datos mal etiquetados» y con «reutilización de imágenes». El uso de datos de otros experimentos para justificar resultados de uno nuevo parece ser uno de los lugares comunes en la práctica del académico, que pertenece al staff de 'The Journal of Clinical Investigation' y 'Journal of Molecular Medicine'.
También la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, de la que Semenza es miembro, retiró cuatro de sus artículos de biología celular y corrigió otros tres, por duplicación de datos («resultados que se usan para más de un experimento») y por editar «imágenes de inmunotransferencia», cortando de un sitio para pegarlas en otro. En ocasiones los autores enviaron imágenes de «pobre resolución» y sólo ahora los editores han pedido esas fotografías en alta para analizarlas. Sin embargo, otras publicaciones no se muestran dispuestas a hacer caso a las acusaciones de la comunidad científica agrupada en plataformas digitales.
Aunque «no se ha probado ninguna irregularidad» sobre el trabajo de Semenza, aclara 'Nature', ni tampoco se ha dilucidado si el material manipulado ha sido aportado por él, sí se le atribuye la responsabilidad de garantizar la integridad de lo que apoya con su firma. Semenza, que estudió en las universidades de Harvard, Pensilvania y Duke y se especializó en genética médica, no ha declarado sobre estas dudas que se ciernen sobre su reputación, pero la Johns Hopkins defendió la integridad de la institución y dejó entrever la posibilidad de seguir un protocolo de investigación.
De ser cierto que los hallazgos de Semenza se sostienen en falsedades se desmoronaría parte del puente que tendió para «allanar el camino hacia el desarrollo de fármacos que podrían destruir las células cancerosas restringiendo el aporte de oxígeno necesario para el crecimiento de un tumor», como aplaudía su centro de investigación hace un par de años.
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