El alias de 'pulmón de la Tierra' no le ha venido por ciencia infusa sino porque, a ciencia cierta, la Amazonía genera, junto a los océanos, el 70% del oxígeno del planeta. La alarma provocada por los incendios que está sufriendo este verano ... y por la polémica política que se ha gestado tras el rechazo inicial del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a las donaciones destinadas a su extinción, ha llevado a muchos a preguntarse por qué merece tanta atención un mega incendio en un bosque que está a casi 8.000 km de distancia de España, cuando aquí se lucha contra ellos constantemente y no es noticia a nivel mundial.
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Fernando Valladares, profesor de investigación del CSIC, donde dirige el grupo de Ecologia y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, responde a algunas de las cuestiones más llamativas sobre la repercusión de esta catástrofe.
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Produce la quinta parte del oxígeno que respiramos en el planeta, fija la quinta parte del CO2 que emitimos todos y constituye la quinta reserva mundial más importante de agua dulce. Además, el clima de todo el planeta está regulado e influido por lo que ocurre en el bosque amazónico.
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Además de por todo lo anterior, que nos afecta directamente, también porque estamos haciendo esfuerzos para reducir nuestras emisiones de gases con efecto invernadero para no rebasar el límite de los 2 grados que se fijó en el Acuerdo de París, como un límite peligroso e irreversible. Los cálculos de este límite no contaron con unos incendios tan devastadores como los que estamos viendo, por lo que para conseguir este objetivo medioambiental tendremos que hacer un esfuerzo aún mayor para reducir nuestras emisiones, tanto para compensar las enormes emisiones de CO2 producidas por la quema, como por el carbono que no van a fijar los bosques afectados en los próximos 20 ó 30 años.
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En primer lugar, por el número de focos y la magnitud -se encuentra ya entre los mayores registrados nunca y aún no ha terminado la estación con riesgo de incendios, que se extiende hasta finales de septiembre-. Dos, porque los incendios son en su inmensa mayoría provocados: no se puede culpar a una sequía extrema, ya que la sequía de este año es normal, o incluso más débil de lo normal. Y tres, porque cada vez el bosque amazónico es más pequeño y mucho menos productivo -la mitad de lo que era hace 30 años-, con lo que un mismo incendio tiene ahora consecuencias mucho más importantes que hace tres décadas.
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Está empujando a la extinción a especies propias del bosque que aseguran el buen funcionamiento del mismo y que aportan muchos beneficios directos e indirectos a la población humana en general, no solo a la que vive cerca.
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A las personas les afecta localmente por la contaminación por monóxido de carbono. Estos bosques queman mal y combustiones pobres en oxígeno liberan mucho CO o monóxido de carbono, que es un gas tóxico para nosotros, y partículas PM10 -pequeñas partículas que pueden penetrar hasta las vías respiratorias bajas-. Este año, sin embargo, el tamaño de los incendios ha sido tal que el humo, gases y partículas ha llegado a miles de kilómetros y está afectando a ciudades muy alejadas del bosque amazónico, como Sao Paulo.
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El nuevo ecosistema que se establezca tras el incendio –lo más probable es que sea una sabana de arboles dispersos con mucho pasto-, transpirará mucho menos, generando un ambiente mucho más seco que afectará al clima local y regional, así como a la productividad de ecosistemas tanto naturales como de origen humanos (cultivos y plantaciones). Pero, en realidad, el clima de todo el planeta está influido por el clima de esta región debido a las tormentas y precipitaciones que el propio bosque genera a través de la transpiración.
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Se pierde la fertilidad del terreno por la erosión y los ríos se contaminan con partículas y se colmatan.
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Es cierto, pero correspondería que este periodo se fuera acabando y que las temperaturas empezasen a bajar. Sin embargo, están subiendo por nuestra causa y a una velocidad mucho mayor de la que se ha registrado nunca. Pero lo peor es que todo esto se lo hacemos a un planeta al que cada vez le quedan menos ecosistemas naturales bien conservados, como los últimos fragmentos de bosque amazónico, claves para la existencia humana. Es un problema grave, así que si nos preocupa nuestra supervivencia a medio o largo plazo hay que ponerle remedio cuanto antes.
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La única forma es cambiar nuestra relación con el planeta. Cambiar nuestra huella ambiental per cápita, bajar la de los países desarrollados para permitir que aumente ligeramente en los países menos desarrollados, reformular completamente nuestro sistema socioeconómico. Además, deberíamos centrarnos más en la prevención que en la extinción de los incendios para evitar que se produzcan. La extinción es el fracaso de la gestión y la planificación y es cara e ineficiente ya que nunca tendremos suficientes medios para extinguir rápidamente los incendios cada vez más grandes que están ocurriendo en bosques de todo el mundo.
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No. Recuperar una parte del bosque quemado es posible, pero recuperarlo completamente, conseguir un nuevo bosque funcional, resiliente y completo lleva muchas décadas y solo es factible en ciertas zonas y bajo ciertas condiciones ambientales favorables. E incluso esto puede ser irrealizable por el avance del cambio climático y la amenaza directa del desarrollo humano.
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